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ANTONIO AGUILERA
Domingo, 2 de abril 2023, 02:00
La liturgia llama a este domingo 'Domingo de Ramos en la pasión del Señor'. Damos inicio así a la Semana Santa o Semana Grande, que es mitad Cuaresma (hasta la Eucaristía del jueves) y mitad Triduo Pascual (desde esa Eucaristía hasta final del Domingo de Resurrección).
Y vemos muy bien expresado que este domingo tiene dos dimensiones: las alabanzas y gritos de alegría que la gente dedicó a Jesús en su entrada a Jerusalén; y la Eucaristía, destacando en ella la lectura de la pasión.
Estamos en una escena donde hay bastante de misterioso y paradójico, y muy importante: los cuatro evangelistas hablan de ella. Y va a quedar claro que Jesús, a pesar de su «abajamiento» (cf. Flp 2,6ss) y de la humildad de su presentación social, era el Mesías, el Hijo de David. Y a Él, que siempre rechazó el aplauso y el que quisieran hacerlo rey, lo vemos aquí casi organizando la fiesta: «Id a la aldea de enfrente ... encontraréis una borrica atada y un pollino... desatadlos, traédmelos...». Y todo esto «para que se cumpliese lo que dijo el profeta», porque era esencial para Él, por tanto, el cumplimiento de la profecía de Zacarías (9,9-10).
El burro, en aquella época en Palestina, era la cabalgadura normal y de trabajo: Jesús utiliza para su entrada en Jerusalén, de esta manera, lo habitual de su tiempo; pero busca, sobre todo, el cumplimiento de la profecía, que coloca la escena en su verdadero lugar: evidentemente es un rey; eso sí, un rey manso y pacífico.
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