Paco Moya, el azote de Renfe en Málaga
Usuario habitual del Cercanías desde 1988, no ceja en su empeño de denunciar el «deterioro» que, a su juicio, está sufriendo el servicio público
Se hizo asiduo al Cercanías allá por 1988, cuando empezó la carrera de Económicas, que está en El Ejido, en el Centro de Málaga. «Vivo ... a 100 metros de la estación de Montemar Alto, en Torremolinos, lo escucho cuando pasa y sé cuando tengo que bajar al oído». Francisco Moya, Paco, trabaja en la sede de Unicaja en la plaza de la Marina y está a punto de cumplir 52 años. Desde aquellos días de universitario no se ha bajado del tren. Como viajero veterano, ha sido testigo en primera fila de la evolución ferroviaria de Málaga.
«Cuando empecé eran los trenes azules con líneas amarillas, que tenían espacio para las maletas entre vagón y vagón». En su relato, hay una parte de añoranza, por la época de esplendor, en la que la línea mejoró mucho; y otra de pena, porque «de un tiempo a esta parte se nota mucha dejadez y abandono».
De la primera época, recuerda la llegada de los trenes Civia (los actuales en servicio), «que eran de superlujo»; la puntualidad y la comodidad que se ofrecía entonces. «El tren tiene una fiabilidad elevadísima para ir a estudiar y trabajar, y una gran flexibilidad de horarios, dentro de lo que da la línea». También asistió al desdoblamiento de las vías que Adif acometió donde fue posible, «y nos ilusionamos con la posibilidad de que hubiera un tren cada 15 minutos, aunque al final se quedó en 20 y es una media verdad, porque por la mañana en realidad pasa cada 35 minutos».
«La etapa de la renovación de los trenes y el desdoblamiento de las vías fue maravilloso... Hasta que quitaron el tren que yo utilizaba, que salía a las siete y 20 y llegaba a las ocho menos cuarto, y me venía perfecto para ir a trabajar». Ahora, pasa a las 7.05 y a las 7.40, pero con la gratuidad hay mucha aglomeración de gente, así que se suele ir incluso más temprano.
El declive
El gran declive comenzó el año pasado: «El verano de 2021 fue una auténtica locura, empezaron a fallar trenes y Renfe no avisaba, llamaba por teléfono y no había forma, te quedabas tirado en la parada sin saber qué pasaba, y creamos un grupo de 'WhatsApp' de usuarios para informarnos». «Me puse a buscar como un loco información por las redes porque alguna vez llegaba tarde al trabajo y con ansiedad, y para la vuelta igual. Se suspendían 10 y 12 trenes al día y no sabías nunca qué te ibas a encontrar».
Fue entonces cuando se dio cuenta de que en Twitter participaban los sindicatos de maquinistas, y estos anunciaban los trenes que iban a faltar al día siguiente. «Así fue como me metí en esta red, para difundir lo que decían y pasarlo al grupo de viajeros». Luego, Renfe comenzó a avisar de los cambios en las pantallas, «pero en mi parada de Montemar no lo hacía, me tenía que enterar al llegar a Málaga». Y por eso llegaron las primeras quejas ante la operadora, para pedirles que informaran mejor. Este año se ha implantado el servicio de notificaciones de Cercanías a través de las redes.
Hacia el mes de octubre, ante la crisis de maquinistas, la empresa quitó 30 salidas diarias, «nos tuvimos que adaptar de nuevo a los horarios y comenzaron las aglomeraciones porque se juntaban los pasajeros de dos trenes». A ello, se unió la frustración de ver que muchas máquinas autoventa y tornos no funcionan. «Y cada vez que te quejas, Renfe siempre responde lo mismo: que ellos tienen un servicio de mantenimiento maravilloso, que se arregla y que, de todas maneras, hay muchas máquinas, que uses otra...», se ríe.
Así fue como Paco Moya se convirtió en un activista ferroviario. «Empecé a difundir información en las redes y a dar caña en las publicaciones de Renfe, para recordarles nuestros problemas». Aquel tiempo coincidió con otro episodio negro, lo que él llama el «agravio comparativo» con Valencia, donde el Gobierno sí activó un plan de choque, con visita incluida de la ministra de Transportes, Raquel Sánchez. «Nos quedamos todos perplejos: a ellos les iban a compensar con el 50% del billete por las molestias y nosotros llevábamos tres meses con 30 trenes menos y no nos daban nada».
Transparencia
A raíz de aquello, descubrió la posibilidad de hacer preguntas a través del portal de Transparencia, donde acumula una docena, todas ellas relacionadas con el servicio ferroviario en Málaga y la comparación con otras provincias. «Aprendí a formularlas correctamente con los argumentos que me daba Renfe para no contestarme», ironiza. Ante la falta de respuestas, hizo varias reclamaciones al Consejo de Transparencia y Buen Gobierno, que le ha dado la razón en dos ocasiones: una, en referencia al presupuesto y los criterios del plan de choque en Valencia.
Y la otra para conocer el plan de evacuación de la estación de la Nogalera, cuando estaba todavía en obras, a raíz del caso de una señora que tuvo un problema de salud dentro de un tren, por lo que tuvo que acudir la policía y los bomberos. «Supongo que ahora me mandarán el plan de la nueva estación, que ya está inaugurada».
En definitiva, Paco Moya está molesto por el «abandono» que, a su juicio, sufre el servicio ferroviario en la Costa. «Es la desidia», se lamenta, y pone varios ejemplos: «Desde junio hay un asiento roto en mi parada, con dos pinchos que taparon con cinta aislante. Lo he reclamado varias veces por seguridad para los usuarios, porque alguien se lo puede clavar, y dicen que ese modelo ya no se fabrica».
«En la estación de Los Boliches se rompió un cristal, pusieron un cartón y allí estuvo media vida; varias máquinas autoventa de Centro-Alameda están fuera de servicio casi desde que las pusieron, y lo mismo pasa con numerosos tornos».
Falsa impresión de modernidad
Con estos mimbres, le fastidia especialmente la falsa impresión de modernidad que se pretende dar del servicio ferroviario en Málaga: «Cuando comenzó la gratuidad de los abonos dijeron que se podría acceder mediante códigos QR, pero la mayoría de las canceladoras realmente no tienen esta función; yo lo cargué en mi tarjeta de Renfe porque sabía lo que iba a pasar...»
«Alucino porque nos pretenden vender el QR cuando saben que no hay, y mientras los tornos van mal, las escaleras de salida de Centro-Alameda están rotas continuamente; las luces en María Zambrano estuvieron parpadeando durante meses, que aquello parecía una discoteca; incluso uno de los ascensores de La Nogalera, recién inaugurada, ya se ha roto... Esto no tiene sentido».
Por no hablar de la escasez de servicios en una línea tan demandada como la de la Costa del Sol. «Con los abonos gratis todos los trenes van llenos, entiendo que no puede haber mejores frecuencias ni trenes más largos o de dos pisos, pero no entiendo que por las mañanas tengas que esperar 35 minutos al siguiente tren, porque ahí sí tienen margen de maniobra para poner más, igual que lo tienen en Semana Santa, es cuestión de voluntad». Por todo ello, concluye: «No hay ningún compromiso por parte de la compañía ni a nivel político; no invierten, y eso deja una sensación de abandono y de la falta de una apuesta real por el Cercanías en Málaga».
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