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Hace más de 15 años que Pablo entró a trabajar en un hotel de la capital malagueña. «Estudié turismo en el Paseo de Sancha y ... había trabajado como camarero en Mijas, como tenía esa experiencia, me contrataron para el restaurante», recuerda. Luego pasó a mozo de habitaciones y en esas estaba cuando la crisis sanitaria lo paró todo en seco. «Al principio parecía que iba a ser poco tiempo y me dije 'Bueno, voy a descansar un poco', pero ya se hace largo. Mi situación familiar me permite ir tirando, pero aun así se hace duro», admite este trabajador afectado desde hace casi dos años por el expediente de regulación temporal del empleo (ERTE) aplicado por su empresa a raíz de la pandemia.
En la misma situación que Pablo, nombre ficticio, permanecen 4.661 malagueños al cierre del pasado mes de diciembre, según las estadísticas de la Seguridad Social. La cifra deja a Málaga como la tercera provincia peninsular más afectada por estos expedientes, sólo superada por Madrid (con 20.910 afiliados) y Barcelona (19.173), a las que hay que sumar las islas, con Baleares (5.588), Las Palmas (6.479) y Santa Cruz de Tenerife (5.533) en lo más alto en cuanto al número de trabajadores incluidos en estos expedientes.
«Hay muchos momentos en los que echas de menos los ratos con los compañeros, pero por ahora es lo que hay», confiesa Pablo. Con contrato indefinido en el hotel donde trabaja, este profesional de 44 años ha visto cómo pasaba de cobrar unos 1.300 euros mensuales a los 980 euros del desempleo. «Tenía los dos años acumulados y como no tengo cargas familiares ni hipoteca, puedo mantenerme, pero sé que otros compañeros están mucho más apurados», admite.
El caso de Pablo ilustra el peso del sector servicios en el mercado laboral malagueño y cómo esa dependencia surge como primer telón de fondo a la hora de poner en contexto el protagonismo de Málaga entre las provincias del país más afectadas aún por los ERTES Covid, uno de los principales diques de contención que encontraron las empresas para frenar la sangría laboral que trajo el cese o la reducción extrema de su actividad a causa de la pandemia. Con esta herramienta, las empresas han tenido la posibilidad de mantener al mínimo sus constantes vitales, a la espera de una mejora en la situación económica. De hecho, el Gobierno ha ido ampliando el periodo de vigencia de los ERTES Covid hasta, por el momento, el próximo 28 de febrero, si bien con unas condiciones muy específicas.
Y en este escenario todavía incierto, desde los sindicatos se plantean ya una nueva moratoria en esta medida. «Creo y espero que se amplíen, porque todavía no está claro el fin de la pandemia y con esta herramienta los trabajadores están menos desasistidos», defiende la secretaria de Acción Sindical y Negociación Colectiva de Comisiones Obreras en Málaga, Trinidad Salcedo. «La pandemia no ha terminado -añade Salcedo-, estamos en una sexta ola que todavía deja ver sus terribles consecuencias. La herramienta de los ERTE ha demostrado su eficacia para, al menos, mantener las empresas y los trabajadores, si bien no en las condiciones ideales, sí al menos para que no se pierdan esas empresas y esos empleos, en espera de la ansiada recuperación económica».
«En Málaga tenemos la peculiaridad de que la hostelería es nuestro mayor sector. Suele ser, además, un sector muy precario, por lo que esa dependencia es consecuencia directa del número de trabajadores afectados todavía por estos expedientes», prosigue Salcedo. «También hay muchos trabajadores de la construcción y sector servicios; en definitiva, de sectores que tienen que ver o bien con la atención al público o con la movilidad de las personas, que son las principales actividades que se han visto afectadas por esta crisis sanitaria», acota la representante de Comisiones Obreras.
Casi dos años después del inicio de las crisis sanitaria, 2.600 mujeres y 2.061 hombres en la provincia siguen incluidos en ERTES Covid. Eso sí, al echar la vista atrás, estos 4.661 trabajadores malagueños censados a finales de diciembre representan la cifra más baja hasta la fecha de profesionales de la provincia incluidos en estos expedientes específicos, lo que da cuenta de la paulatina recuperación de la actividad económica y, con ella, del empleo, que vive la economía malagueña. Lejos quedan aquellos 134.528 malagueños en ERTES Covid registrados en lo más oscuro de la crisis, allá por el mes de abril de 2020.
Desde UGT también vinculan la mayor afectación de Málaga al peso del sector servicios en su sistema productivo. «Es muy preocupante la situación de 4.661 malagueños y malagueñas que siguen en ERTE en la provincia», brinda la secretaria de empleo y formación UGT Málaga, Leonor Gálvez Fortes. «Está claro que la recuperación de la actividad no sólo en este sector, sino en el tejido productivo de la provincia de Málaga, tiene que ir acompañada de una reforma profunda de las condiciones laborales. Por supuesto, también es fundamental la negociación colectiva, apoyada por la diversificación del tejido productivo, que reduzca la dependencia del turismo en la provincia», acotan desde UGT.
Y en esa revisión de las condiciones laborales, la secretaria de Acción Sindical y Negociación Colectiva de Comisiones Obreras en Málaga pone el foco en la nueva reforma laboral: «Esta norma se plantea el ERTE como una herramienta para que una empresa pueda alargar su vida laboral y la de sus trabajadores. En ese sentido, es un punto de partida para mejorar las relaciones laborales».
Una mejora que Pablo y más de 4.600 malagueños aguardan desde hace casi dos años: «Espero que sea una situación coyuntural y que todo esto termine más pronto que tarde. A ver si de verdad este año se acaba y para primavera podemos remontar el vuelo».
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