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ANA MEDINA
MÁLAGA.
Domingo, 14 de febrero 2021, 00:37
La segunda Cuaresma de la Covid-19 arranca el próximo miércoles, 17 de febrero, y lo hace por primera vez con la celebración en las parroquias de Málaga de una imposición de la ceniza adaptada para hacer frente a la propagación del virus.
La Congregación romana para el Culto ha hecho pública una nota adaptando el rito a las medidas de seguridad sanitaria establecidas para la pandemia. Como siempre se ha hecho, se empieza con la bendición y aspersión de las cenizas con agua bendita, y la invitación del sacerdote, dirigida a todos los fieles una sola vez según la fórmula del Misal Romano «Convertíos y creed en el Evangelio» o bien «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». Tras esto, el sacerdote se limpia las manos, se coloca la mascarilla e impone la ceniza dejándola caer sobre la cabeza, sin intercambiar palabra, a quienes se acerquen haciendo la fila o bien acercándose a los que se pongan de pie en sus bancos. Los fieles también deben llevar la mascarilla y mantener la distancia de seguridad durante la procesión para ir a recibir la ceniza.
Como explica el delegado diocesano de Liturgia, Alejandro Pérez Verdugo, «la adaptación es bien sencilla. En cuanto al rito en sí, lo único que cambia respecto al modo habitual de realizarlo es que, primero, la fórmula de imposición de la ceniza, como ya se viene haciendo para la comunión eucarística, se dice una vez para todos y, segundo, que no se toca sino que se deja caer la ceniza sobre la cabeza. Por tanto, el sentido del rito sustancialmente no cambia, cambia el modo de realizarlo. El hecho de que, ahora, el sacerdote se lave las manos y se ponga la mascarilla antes de imponer la ceniza no añade ni quita nada al rito. Es lo mismo que ya se viene haciendo antes de la comunión». Con esta leve modificación, se quiere evitar cualquier peligro de contagio del virus, como ya se viene haciendo en las celebraciones católicas, para que las iglesias sean seguras para los fieles. Se garantiza que no hay contacto entre el sacerdote y los fieles, ni intercambio de palabras en el momento de la imposición y que se mantenga la distancia de seguridad», añade el responsable de Liturgia.
Las iglesias deberán adaptar dicha celebración a las circunstancias también en lo relativo al aforo, siendo probable que, en algunos casos, haya que aumentar el número de misas para atender a todos los fieles. «Aunque no es una Misa de precepto, explica el sacerdote, su participación está muy arraigada en el pueblo cristiano y hay una gran asistencia. Muchas parroquias ya multiplicaron misas en otros momentos de la pandemia para algunas celebraciones y, sobre todo, para la dominical».
Nuestra Liturgia, como aclara el delegado, es «flexible para permitir las pequeñas adaptaciones que estamos viendo, si se hacen con sentido común y se atiende a las indicaciones de las autoridades. Para ello, la autoridad es la Congregación del Culto de la Santa Sede, la Conferencia Episcopal y cada Obispado. Estos han ido implementando sencillas adaptaciones para evitar los contagios en las celebraciones litúrgicas: se sigue comulgando, se da, o no, la paz de otro modo, se hace la colecta, se canta menos pero se canta, se abren las puertas, se sigue confesando, bautizando, casando, se desinfectan las iglesias... Es decir, se han, más que adaptado, adecuado los ritos y las rúbricas para garantizar las medidas de seguridad previstas por las autoridades sanitarias. Las iglesias son, hasta el momento, unos de los lugares más seguros», reconoce.
«Tanto sacerdotes como fieles están asumiendo los pequeños cambios por el bien de todos. Los feligreses están demostrando una infinita paciencia y abnegación, propio del espíritu de sacrificio de los cristianos. Estamos asistiendo a sacrificios muy duros, como por ejemplo las despedidas en los funerales con asistencia reducidísima, las bodas aplazadas, la suspensión de las procesiones de Semana Santa... Esto es duro para feligreses y sacerdotes. ¿Cuál es nuestro secreto para sobrellevarlo? Nos mantienen la fe en Dios y la esperanza en el futuro, mientras ejercemos la caridad. Estos son nuestros tres «secretos», o las «claves» de los fieles y de los sacerdotes».
En el caso de que haya personas que, por enfermedad, no puedan recibir la ceniza en la iglesia, podrán recibirla en su casa, residencia u hospital, por medio de las parroquias, que ya están habituadas a ello, y seguir la Misa por televisión.
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