
El falso discurso de 'bienquedas' sobre movilidad
Todos los políticos tienen la palabra movilidad sostenible (el término mágico) en la boca. Que si hay que apostar por el transporte público, que si ... hay que coger la bicicleta, que si no se puede entrar en los centros de las ciudades con los coches...Todos se ponen estupendos en nombre de la defensa del medio ambiente para evitar contaminar y provocar el fin del mundo. Perfecto. Pero luego está la realidad. Y la realidad es que Málaga no cuenta con una red de transporte público que dé respuesta a las necesidades de los ciudadanos. Para empezar, porque de las grandes capitales del país es la que tiene la menor red de cercanías de España, pese a que la de Fuengirola es de las más rentables del Estado. Aquí llevamos años esperando que se prolongue hasta Marbella y no hay nada de nada. Mucho hablar y poco hacer. Para la zona este de la provincia ni siquiera está ese debate, pese a que sería más fácil llegar hasta allí porque no está tan saturada de edificios la zona, aunque eso sea lo de menos, porque hay soluciones técnicas constructivas para llevar el tren adonde se quiera. El problema es que se quiera. No hay más. Habrá que estar atentos en los próximos años a las inversiones de infraestructuras que se van a llevar a Cataluña. Me parece estupendo, siempre y cuando se respete el principio de igualdad territorial, porque la gente aquí también tiene que moverse para ir al trabajo. Los andaluces también trabajamos, aunque se crea lo contrario desde otros lares. El tren es el medio de transporte más rápido y sostenible, aunque es verdad que para poner en marcha este sistema de movilidad harían falta años. Por eso hay que buscar soluciones alternativas. Por ejemplo, el autobús. El presidente de la Diputación lanzó hace un par de años una buena idea para favorecer este transporte colectivo con más frecuencias desde la capital hacia los municipios costeros, incluso dando prioridad a los mismos con carriles específicos. ¿Se ha hecho algo? Nada de nada, pese a que las licencias para conceder estas líneas están ya caducadas. El alcalde de Málaga está empeñado en el plan litoral, que no deja de ser una infraestructura para favorecer la llegada y el intercambio de transporte colectivo. Todo eso está muy bien, pero lo lógico es que si no antes, al menos sea simultánea la llegada de más transporte colectivo, porque no tiene sentido gastarse una millonada para hacer una nueva estación de autobuses. Lo que hacen falta son más autobuses, más trenes de cercanías, más líneas de metro. Eso sí que es apostar de verdad por el transporte público y por una movilidad sostenible. La nueva vuelta de tuerca será la implantación en el centro de la zona de bajas emisiones. Se ve que en el resto de la ciudad no importa que las emisiones sean altas. Miles de malagueños no podrán entrar con sus coches al casco histórico y se les empuja a comprar coches eléctricos, con lo 'baratitos' que son. Como siempre, a pagar. A tocarle el bolsillo por no decir otra cosa a los ciudadanos de a pie.
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Sólo hay un alcalde que ha hecho algo en este sentido para favorecer al transporte público. El primer edil de Alhaurín de la Torre, Joaquín Villanova, ha tenido una buena idea, al aplicar el principio de que si el cercanías no va a su pueblo, su pueblo va al cercanías. Ha puesto en marcha un servicio de autobuses que lleva a los ciudadanos de ese municipio a la estación del cercanías del aeropuerto. Con una frecuencia cada 30 minutos y por 0,47 euros (pagando con la tarjeta del consorcio), se tarda media hora o menos en llegar al aeropuerto. Ya tiene una media de unos 700 usuarios diarios. No está nada mal. Ha tomado el ejemplo de muchos malagueños que viven en el área metropolitana, que tienen la buena costumbre de ir con su coche hasta Plaza Mayor para moverse hacia Málaga o hacia la costa occidental en el cercanías. A los malagueños sí les gusta el transporte público, porque les resulta barato y cómodo para sus desplazamientos. A ver si los políticos de una vez toman ejemplo de sus vecinos y se mueven para hacer de verdad una buena red de movilidad. Menos palabras y más hechos. Y si no, que al menos no nos den la matraca con sus falsos discursos de 'bienquedas'.
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