Davide Carrera: «Empujar los límites es una manera de ser más libre»
«El cuerpo humano tiene capacidades de adaptación que son increíbles», sostiene este apneísta, para quien «el miedo hay que vivirlo para, poco a poco, superarlo»
Davide Carrera (Turín, 1975) practica apnea. Sin botella de aire, desciende hasta profundidades extremas. «Es la manera más natural de bucear», asegura este italiano, ... que es una estrella mundial de esta práctica. Hace cinco años descubrió las playas de Nerja y ahora reside y entrena aquí. En el momento de realizar esta entrevista, Davide acaba de retornar de las Bahamas, donde ha establecido un nuevo récord nacional, al descender hasta 122 metros en el famoso 'Blue Hole', el segundo agujero marítimo más profundo del mundo con 202 metros.
¿Qué se siente cuando la respiración permanece suspendida a lo largo de varios minutos? ¿Qué se percibe cuando el cuerpo desciende a las oscuras profundidades del mar? Este apneísta, al que visitan aficionados de todo el mundo en cliché de referencia espiritual, reflexiona primero y luego responde cada pregunta que se le plantea esparciendo pequeñas lecciones de vida.
–Bucear con el oxígeno de un único aliento en los pulmones. ¿Por qué someterse a este sufrimiento?
–Yo empecé de niño. Tenía la oportunidad de pasar los veranos junto al mar, con mis abuelos. Me encantaba explorar lo que había bajo el agua. Todo era un un mundo nuevo. Cuando iba creciendo, intentaba descender cada vez más, acercarme más a los peces. Y la apnea es la manera más natural de bucear. Bajas con lo que tienes en los pulmones. Para mí no es un sufrimiento. Creo que el sufrimiento está en la falta de entrenamiento o en tener prisa por obtener resultados.
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Trance en la profundidad
–¿Nuestro cuerpo se adapta mejor a condiciones adversas de lo que pensamos?
–El cuerpo humano tiene capacidades de adaptación que son increíbles. Se adapta al frío, al calor, a la presión, a la altitud… Lo único, que a veces necesita un poco de tiempo para adaptarse y vivimos en una sociedad que siempre tiene prisa. Si tienes prisa por subirte al Everest corres peligro. Lo mismo pasa en el mar.
–¿La apnea solo es algo para deportistas extremos?
–La apena es una práctica apta para todo el mundo. Una vez que comienzas es como un camino. Para progresar tienes que trabajar sobre ti mismo. A nivel físico, pero también mucho a nivel mental y emocional.
–¿Cómo se gestiona el miedo?
–El miedo se gestiona solo. No es tan difícil. Lo que pasa es que la mayoría de la gente rechaza el miedo. Cuando llega el miedo la gente suele huir. El miedo hay que vivirlo para, poco a poco, superarlo.
–¿Usted ha sentido miedo con la apnea?
–Siempre sientes un poco de miedo. Pero eso es también lo que te da la emoción, verdad. Saber que, a través de la fuerza interior y la confianza en tus entrenamientos, puedes vencer a ese miedo.
–¿Puede describir qué es lo que busca bajo el agua?
–Creo que busco la libertad y la felicidad. Es una búsqueda casi espiritual. La apnea es mi manera de intentar conseguirlo. En el agua concurren, tradicionalmente, los miedos más grandes. El mar esconde lo que no conocemos. Pero la profundidad del mar, para mí, es como una metáfora de la profundidad de nuestro alma.
–¿No busca alimentar también su ego?
–El ego era cosa de cuando tenía 20 años. Ahora tengo 45. A todo el mundo le gusta que te digan bravo, qué fuerte eres, eres el mejor... Yo de eso ya he tenido bastante.
–El agua es un elemento extraño para el ser humano, no es su hábitat natural.
–Bueno, eso puede ser así más o menos… Pero pasamos los primeros nueve meses de nuestra vida en el vientre de nuestra madre y estamos en un líquido. En la propia evolución, la vida ha pasado de estar en el agua a pasar a la tierra. Luego, el hombre siempre ha vuelto al mar para buscar comida.
–¿Cuánto hay de lucha o conflicto con el propio cuerpo cuando hace apnea?
–Para mí, la apnea no tiene que ser una lucha. Tiene que ser una danza con el elemento del agua. Que sientas las caricias del agua, que sientas que tus músculos trabajan, pero sin luchar.
–¿Dónde está el límite?
–El límite cada día es diferente. Depende del momento y también de nuestra preparación. Para mí, empujar los límites es una manera de ser más libre. Es el fruto de un trabajo. Uno no se levanta por la mañana y dice: hoy quiero hacer un récord. Es una meta que te pones y sigues trabajando sobre ella.
–¿No hay una parte de su cuerpo que se resiste cada vez que se sumerge? ¿Una voz interior que le sugiere que está loco?
–Eso pasa. Es la parte animal de tu cuerpo que te habla, el instinto de supervivencia. Gracias a la meditación, he aprendido a ver lo que es un instinto natural sano y lo que es una paranoia del momento.
–¿Qué le pasa por la cabeza cuando va descendiendo?
–Depende. Pero lo que realmente intento hacer es ralentizar los pensamientos y entrar más en un estado meditativo.
–¿Cambia la tierra cuando se ve desde las profundidades del mar?
–Tu percepción es como estar en el espacio. Estás en la oscuridad absoluta, pero estás conectado con tu ser profundo y con tu ser más animal, que luego será el que te sacará otra vez a la superficie. Es revivir el instinto más infantil. El niño empuja otra vez para salir del vientre de la madre.
–¿Qué es lo peor que puede pasar en una inmersión practicando apnea?
–Pueden ocurrir accidentes, claro. Pero casi siempre son por prepotencia. Por no escuchar tu cuerpo. Un tímpano, por ejemplo, antes de reventar empieza a doler. Si sigues bajando, eso es prepotencia. También puedes perder el conocimiento si ya no le llega suficiente oxígeno a tu cerebro. Por eso es muy importante nunca practicar apnea solo. Si pierdes el conocimiento en el agua y no hay nadie para rescatarte, vas a morir. Yo soy muy conservador en mi manera de hacer apnea y he tenido muy pocos percances.
–¿A qué sabe la primera bocanada de aire una vez que sale a la superficie?
–Sabe a vida.
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