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La alegría de creer

COMENTARIO DEL EVANGELIO ·

FRANCISCO CASTRO

Domingo, 24 de abril 2022, 00:10

Al recoger el testimonio de los primeros encuentros con Jesús resucitado, el evangelio expresa un propósito audaz: "para que creyendo tengáis vida"; es decir, que el fruto de aquellos encuentros se haga efectivo para quienes lo escuchen en todo tiempo y lugar. Así́ pues, se trata de un testimonio destinado, a su vez, a generar testigos que hagan visible en su carne la presencia del Resucitado y el dinamismo de su Espíritu. Tal es la audacia del Evangelio y también su fuerza, manifiesta a lo largo de los siglos.

Pero esto solo puede ocurrir si el encuentro con Jesús es hoy para nosotros una posibilidad real. Esta posibilidad se confía a la fragilidad de un mensaje y de unos mensajeros, según la desconcertante lógica de la encarnación, el modo de obrar del Dios que vino a habitar entre nosotros.

Los primeros testigos, elegidos por el Señor para acompañarlo y consternados por la Cruz, recibieron de sus labios un anuncio de paz y se llenaron de alegría al verlo. La experiencia del encuentro con Jesús dejó en los discípulos una huella que se convirtió́ en seña de identidad de la Iglesia naciente: una paz que restaura, la misión de extender esta paz a través del perdón y una alegría que es signo de la vida nueva.

Nosotros, que no hemos visto al Señor, llevamos en toda nuestra vida la señal del mismo encuentro: el estupor ante las mismas llagas, el aliento del mismo Espíritu, la alegría de la misma fe. ¡Somos testigos!

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