Más de 420.000 malagueños sufren dolor crónico, un mal caro e incomprendido
El 30% de quienes padecen estas afecciones se da de baja laboral y el impacto económico por persona puede llegar a superar los 30.000 euros
El dolor crónico puede ser provocado por múltiples patologías y, sin duda, se trata de un mal más extendido de lo que parece: en Málaga, ... son en torno a 420.000 personas las que lo padecen, según las estimaciones de la presidenta de la Sociedad Española del Dolor (SED), la doctora y anestesióloga María Madariaga. Pese a que cada vez es más conocida esta condición, muchos enfermos aún sufren la incomprensión social, laboral o familiar, aunque los avances farmacológicos, tecnológicos y asistenciales cada vez ganan más terreno al desgarro que supone vivir en silencio el suplicio de estos padecimientos, a lo que se suma el alto coste económico de afrontarlos, muchas veces en baja laboral y sin dinero.
El estigma, incluso, llega al ámbito médico: «No solamente social o familiar diría, porque a veces al paciente hasta le cuesta quejarse en su entorno familiar, social, en su grupo laboral y, a veces, también en lo médico. Desgraciadamente, no todos los profesionales de la salud tienen una formación suficiente y un nivel quizás de empatía suficiente como para conocerlo, pero en la realidad esto cada vez menos así». Por ejemplo, cada vez ocurre menos con la fibromialgia, un síndrome doloroso para el que no existe «una causa diagnóstica, una lesión tisular, o una lesión en el sistema nervioso somatosensorial, cada vez tenemos más evidencias de sensibilización central de manera única y diferente para fibromialgia y dolor nociplástico en general», dice. El dolor nociplástico es aquel que no está asociado a una lesión evidente.
Estos marcadores, tanto a nivel cerebral como del sistema nervioso periférico, explica la doctora, permiten conocer más de cerca la fibromialgia, «esta enfermedad tan compleja de abordar». De hecho, hasta hace pocos años se decía que no existía. «Es que esto es un problema: el reconocimiento de la enfermedad es fundamental para su abordaje, si no reconocemos que existe, no existe», dice Madariaga, por lo que es fundamental que el llamado Código Internacional de Enfermedades (CIE) recoja códigos específicos «para condiciones sólo del dolor crónico», ya que ahora hay que inferirlo «a través de otros diagnósticos». El CIE 11 «es el que queremos para nuestro país, estamos para ello trabajando a nivel del Ministerio de Sanidad, porque reconoce los diagnóstico de las enfermedades dolorosas más comunes: el síndrome del dolor crónico primario y el secundario, y otras patologías».
Pese a todo, ha habido muchos avances como la neuromodulación, un sistema de emisión de estímulos eléctricos en el sistema nervioso que puede llegar a reducir el dolor hasta en un 80%, una técnica que se emplea en pacientes resistentes a otros tratamientos, reduciendo el consumo de analgésicos. Esta técnica se aplica en todas las provincias andaluzas, siendo Sevilla, Cádiz y Málaga las que más pacientes intervienen.
Otro avance es la llamada cirugía del sufrimiento del dolor neuropático, una estimulación cerebral profunda con electrodos implantados en el cíngulo anterior dorsal, la parte del cerebro que controla cómo condiciona el dolor al paciente. Como explicó en el último Congreso de la SED, celebrado en Málaga a finales de mayo, la doctora Gloria Villalba, «este tratamiento no intenta modificar la intensidad del dolor, sino que no me importe tanto».
Madariaga relata la importancia de la terapia magnética transcraneal para el tratamiento de diversas patologías, entre ellas la fibromialgia y la depresión.
A nivel farmacológico se han desarrollado nuevos fármacos bloqueantes de los canales de sodio que parece que pueden tener «una eficacia importante en modelos de dolor agudo, hay que pensar que la mayor parte de los fármacos que mejoran la nocicepción periférica (cuando los receptores del dolor detectan y transmiten señales a los nervios centrales) se pueden aplicar también al dolor crónico, pero al dolor crónico hay que darle algo más porque ya se ha cronificado», dice.
La Inteligencia Artificial (IA), aclara la doctora, va a potenciar mucho las herramientas de la salud, aunque la aportación fundamental en la lucha contra el dolor es la de los médicos, enfermeras, psicólogos, fisioterapeutas y demás profesionales que ayudan al paciente a hacer frente a su día.
Reconoce Madariaga que puede pasar cierto tiempo entre la llegada de un paciente a la consulta del médico de familia y la derivación a una Unidad del Dolor (hay más de 100 en Andalucía, contando las públicas y las privadas), lo que ocurre por la saturación a la que está sometida la Atención Primaria en todo el país, aunque considera la anestesióloga que es fundamental agilizar la búsqueda de pruebas diagnósticas en este estadio. Para las Unidades del Dolor, reclama la presidenta de la SED mayor presencia de profesionales de diferentes disciplinas, no sólo anestesistas, de tal manera que hubiera fisioterapeutas, psicólogos, trabajadores sociales, etc. «El tratamiento del dolor requiere salir de una sola especialidad».
Un paciente con dolor crónico, además, sufre el impacto económico de en torno a 30.000 euros, ya que muchos de ellos se dan de baja o dejan directamente de trabajar, a lo que hay que sumar el coste de los tratamientos y terapias. Son «pacientes que pueden empobrecerse y, de hecho, se empobrecen», concluye Madariaga.
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