«En la vida nos movemos por incentivos, económicos o morales»
Consuelo Gámez Exprofesora, cooperante y criadora de cerdos ibéricos. Crecer como primera ganadera de ibérico en Málaga y su labor en el tercer mundo llenan la jubilación de la primera profesora en Económicas
José Vicente Astorga
Domingo, 6 de marzo 2016, 01:04
El amor al cerdo ibérico carece de mérito, pero llevarlo con todas sus consecuencias empresariales es otro cantar. La primer mujer que dio clase en ... Económicas Chelo macro, la catedrática, en la serranía no pensó que la jubilación le llevaría a ser pionera en la cría a escala de ibérico en Málaga como tampoco a ese viaje anual a África como cooperante o a dirigir la asociación de profesores jubilados de la UMA. El efecto mariposa de sus cochinos de Faraján y Pujerra llega a Camerún y Guinea, en forma de microcréditos. Hiperactiva, ha revolucionado el microcosmos serrano con su negocio de la economía sostenible y real.
¿Cuál fue el origen de todo esto?
La compra de esta finca, que me encantó. Tenía dos alumnos con becas de iniciación a la investigación, uno de ellos de Pujerra, donde empecé, y otro de Faraján. El padre de éste tenía una fábrica de chacinas. Me enamoré de la zona. «Usted nos dice que no hay que poner todos los huevos en la misma cesta», me decía este chico al hablarme de la finca. En mi vida se me pasó por la cabeza algo así, pero la compré:52 hectáreas, con la idea de arrendarla para la montanera. No pensaba en una empresa propia. La Universidad lo era todo para mí. Fue por diversificar. Mi padre era agricultor, y me había dejado un dinero a mí me gusta el campo, pero las cosas se torcieron. Mi marido murió de repente, al poco de jubilarnos los dos, en 2005. Tenía 60, y estaba en plena forma. Era directora del departamento. Él era catedrático de Empresariales, José Manuel Simón, y fue vicerrector. Los dos habíamos estudiado en Madrid. Yo empecé oposiciones a agente de cambio y bolsa, y cuando se creó la Universidad, me vine. Cuando me jubilé, lo que más eché en falta era mi contacto con los alumnos. Fui la primera mujer que dio clase en la UMA. Ahora soy un poco rara:Chelo metida a criar cochinos Todos se extrañan, pero mi vida cambió mucho, sin marido, sin Universidad... no sabía qué hacer.
Es de las personas que planifica su vida con detalle.
Digamos que he planificado los trazos gruesos. Estudié en Madrid en los años difíciles, en el 64, las grandes huelgas, las luchas políticas, en la Facultad, en el colegio mayor... Estaba muy implicada. Eso me marcó de cierta manera. Éramos cinco mujeres, tenía a Solchaga de compañero de mesa. Me gustaba mucho la docencia, pero no soportaba la discriminación de la mujer. Tenía conciencia. Quería tener las mismas oportunidades que el hombre. Mi idea fija una vez en la docencia era llegar a ser catedrática. No tuve ninguna profesora y eso también me marcó. Empecé la carrera en San Pablo CEU, porque mi padre era muy conservador. Le dije que aquello parecía un instituto y que quería irme a la facultad, a un centro público. Me fui a la Complutense con gran disgusto para él. Aquella época me dejó muchas huellas.
¿Y puede decir de verdad que corrió delante de los grises?
Totalmente. A mí los grises me han regado y pintado de verde, y luego iban a buscarme al colegio mayor. Mi vida ha sido compulsiva en esa lucha por la libertad. En el momento actual me llama mucho la atención lo de las líneas rojas. Entonces, todos hablábamos con todos. Maoístas, comunistas, socialistas...
La progresía actual es que no tiene el atenuante de la dictadura...
Yo me acuerdo cuando vine a Málaga, los años de inicio del Ateneo. En la plaza del Obispo. Nos reuníamos un núcleo pequeño, gente que estaba en el Pio XII: Pedro Tedde de Lorca, Paco Carrillo, Luis Peralta..., mucha gente de Málaga. Hablábamos con total libertad. No pongamos líneas rojas, si no no hay auténtico diálogo. Éramos más flexibles y dialogantes que ahora. Y eso que estábamos perseguidos.
Entró en la decepción posterior de mucha gente luchadora, el bucle conservador de los progres de primera hornada.
Está claro que con los años te haces más conservadora, sin perder tu ideología en favor de la libertad y de la igualdad. Una de mis actividades es ir a África, a ayudarles. Pronto voy a ir a la India a través de una ONG, InteRed, que es de la institución teresiana. Yo no quiero un mundo con una igualdad de todos pobres y unos cuantos muy ricos. La sociedad tiene que ser más igualitaria, dar las mismas oportunidades. Fui muy luchadora y reivindicativa, una izquierda moderada como la de Felipe González me satisfacía.
¿Se metió en política?
Nunca me he afiliado. Si yo veo las cosas de una determinada manera... No me he metido en política activa, ni en política universitaria. Me ofreció Díez de los Ríos ser vicerrectora, pero tengo mi idea y si algo es negro lo puedo ver gris de distinto tono, pero nunca blanco. Y la política es eso.
Su capacidad de simulación es limitada.
Pues sí. No puedo defender algo que vaya contra mis ideales. Por eso tardé tanto en alcanzar ciertas cosas.
¿Como cuáles?
La cátedra, por ejemplo. Recuerdo que alguien que salió de catedrático me dijo que esa era mi plaza. Soy de las que se fueron al extranjero más tarde, claro, porque con tres hijos pequeños... Tenía eso de no haber tenido una estancia larga, en Londres, y en Dublín, en el Trinity College, y lo hice ya mayor.
¿Cómo era como profesora?
Siempre he buscado motivar a los alumnos, me he sentido muy a gusto. Al alumno hay que incentivarlo. Un profesor que no investiga se queda obsoleto. Siempre les decía que tenía que enseñar a aprender a razonar, no voy a adoctrinar alumnos. En mis exámenes, he sido una profesora muy dura, Chelo macro, me decían. Pero mis exámenes eran tipo: suponga que es ministro de Hacienda del país cuyos indicadores se describen. Razone la veracidad o falsedad de las siguientes medidas... La docencia no es soltar tu rollito para cumplir y ya está. Tienes que formar. Mi mejor recuerdo es cuando me dieron el premio maestro a la mejor capacidad pedagógica. El que los alumnos te reconozcan para mí ha sido de las cosas más gratificantes. El alumno que quiere aprender va a por todas. No me gusta el de ahora. Antes era más compañero de los demás. Cuando me jubilé ya había demasiada competitividad, en los apuntes...
¿Y las chicas?
Siempre han sido mejores alumnas.
¿Ha hecho la cuenta de los alumnos que han pasado por sus clases?
Uf, no. Muchísimos, miles. 38 años en primero y cursos superiores. A los de primero lo que me gustaba era que les atrajera y les fuese útil la teoría económica. La macroeconomía ha sio el alma mater de mi actividad. Ya le digo, Chelo Macro.
Y ahora está en la economía real.
Pues sí. Hago micro. A mí me dio clase Luis Ángel Rojo, me dejó marcada. Un profesor excelente, también Enrique Fuentes Quintana, Arnáiz... Los primeros años fue mucho keynesianismo, luego en los 70 y 80 a los fundamentos micro de la macro... La gestión de la empresa me va bien.
¿Mejor de lo que esperaba?
Sí.
No abundan los economistas ricos.
No creo que nunca me haga rica. Yo esto lo monté porque mi vida la tenía vacía. Sin marido, sin mis clases, incluso me ofrecieron irme fuera, pero mis raíces están en Málaga. Irme hubiera sido añadir desgarro. Tuve una metamorfosis. No sé por qué se me ocurrió ir a África con esta ONG. Me di cuenta de verdad de lo que es la pobreza. Me fui a vivir a un barrio obrero, a Guinea, no a la sede la institución teresiana. Empecé también a leer cosas de economía social. La ONG me busca grupos de mujeres que necesitan un apoyo. Ahora lo que hago es unirlas para confeccionar baberos para escolares. Les facilito microcréditos y me están respondiendo al 95 por ciento. Es algo increíble. Estoy contentísima. Hay que ayudar a dar oportunidades, tengo clarísimo que seguiré. Intento transmitirle esta idea a mis hijos, porque una empresa tiene que beneficiar a todos.
Microcréditos, cooperativismo, economía social... Todo eso a una catedrática de Teoría Económica le sonaría poco menos que a curiosidades..
Yo era la ortodoxia pura, la teoría económica clásica. A finales de 2015 hubo un congreso nacional de profesores de universidad jubilados y me dijeron que hablara de otra economía posible. Y lo es, respetando el mercado, que es el que crea riqueza, aunque también cree muchas diferencias, por eso tiene que haber una fuerte política redistributiva. No estoy en contra del mercado, pero sí a favor de una economía social, que respete el medio, no la teoría económica tradicional de sólo maximizar beneficio. No me parece justo. Economía social y los cochinos, pero Chelo ha perdido la cabeza, dicen mis amigas...
Y a nivel práctico, ¿cómo se hace eso?
Lo primero que quería es crear empleo. En 2008 creo la empresa en plena crisis. Venía de África. Estaba muy impactada y lo que quería era llevar mi empresa con eficiencia, con productividad, aplicar la economía de escala para crear beneficios, pero no el máximo, sino un beneficio suficiente.
Eso sí que es un salto radical.
Totalmente. Aplico criterios teóricos básicos para una empresa que genere beneficios y parte de ellos reinvertirlos para ayudar a mis mujeres africanas. Ellas me dicen: mama, necesitaríamos esto o lo otro. Ahora me iré en abril. La empresa está creciendo y está reinvirtiendo mucho. Les doy también incentivos a mis trabajadores porque en la vida nos movemos por incentivos, sean económicos o morales, sean del tipo que sean. Una motivación. Les das una pequeña participación o, como yo hago, a los que me cuidan los cochinos les doy para que tengan el mismo ibérico que yo tomo en casa.
Un poco a contracorriente en un entorno de trabajos de verdad y salarios de broma.
Está claro. Yo tengo muy asumida la economía del bien común. El austriaco Christian Felber dice que hay otra forma de economía. Siempre me ha llamado la atención las grandes diferencias que hay en el abanico salarial. No puedo ganar como el porquero, es evidente, el capital de conocimiento y tiempo invertido no es el mismo en su caso y en el mío, pero no puede haber una enorme diferencia. Mi hijo, que es ingeniero industrial, con un máster MBA, no gana una gran diferencia respecto a la persona que cuida los cerdos. Hay que hacer partícipes a los demás de los beneficios. Que haya un mínimo para vivir es fundamental y hay que garantizarlo, aunque yo estoy en contra de la renta básica porque no sé eso en España adonde nos llevaría.
Va contra su idea de los incentivos.
Al trabajador hay que formarlo y darle un salario digno. Hay que incentivar lo. Quien no tiene que vivir, claro, pero eso de renta básica, tenga la situación que tenga, no.
¿Cómo se lleva con los bancos?
El sistema financiero no cumple con su función básica. Tiene que financiar a la economía real, a la que ahora tiene un poco de lado, y el dinero que ha recibido para rescatarlo tiene que devolverlo. Tiene que financiar la economía productiva. Ahora financia a quien tiene. Ha habido muchos errores y desmanes.
¿Se ha endeudado mucho?
En un principio, fue con mis ahorros. Ahora últimamente con la política de expansión he buscado financiación.
Ser empresario agrícola o ganadero es difícil para un joven sin recursos. Comprar fincas para crear una empresa que permita vivir son palabras mayores.
Es cierto, pero aquí en la serranía hay muchísimas fincas públicas que se podrían poner en explotación y crear mucho empleo. Me llama mucho la atención cómo con los montes de encinas que hay no se ha luchado por que haya una denominación de origen de ibéricos. Estoy ahora en eso. Quiero conseguir una acreditación propia para la serranía. Este jamón es una pasada y puede competir con cualquiera de Jabugo o Extremadura. Hay que movilizar. ¿Por qué no se explota todo esto? Aquí se siguen criando muchísimos cochinos, hay montes adehesados. Hasta que llegué yo, un gran productor de Huelva los metía en la montanera y se los llevaba. Pagaba a los tres meses. Ahora no, me los venden a mí, y cuando yo cargo un cochino en el camión, le estoy pagando a su criador la mitad de su valor, y al mes, les pago el resto. Ahora tengo 500 hectáreas en total, pero sólo 52 son mías. Tengo 170 animales pequeños. Cuando empiece la montanera en octubre irán a la finca como primales. Los metes con casi 10 arrobas y te salen con 15. Tengo fincas alquiladas y se paga según el peso que ganan. También hay ganaderos con sus propias madres y crían los lechones que luego yo compro. La mayoría son del tipo ibérico entrepelado, pero llevo un tiempo detrás de recuperar otra raza autóctona de la serranía, el rubio dorado, que estaba casi extinguida. Juan Terroba, de la finca Algaba, se puso a recuperarla junto a la Universidad de Córdoba. Es un animal algo más pequeño, pero mete menos kilos en relación a lo que le das.
¿Un cerdo de la nueva economía?
Se podría decir. Por falta de rentabilidad se dejó de criar, pero tiene unas características impresionantes. Infiltra muchísimo más. La bellota la convierte en oleico mucho más que otros. Ahora tengo 120. Me quiero quedar con la exclusividad de esa raza.
¿Y qué hace falta?
Se va a abrir el árbol genealógico en el Ministerio de Agricultura. Se ha ido por todos los caseríos y yo me he incorporado a la labor de Torroba. Tenemos que apostar por un ibérico puro que se recupera. Es más duro, ágil, más silvestre, se parece a los jabalíes. Es bastante más feo... Qué cosa cuando los vi. El oleico de un etiqueta negra es por la alimentación de bellota, que está muy controlada.
¿También aquí hombres de nego?
Sí. vienen cuatro veces a inspeccionar por sorpresa. Ven lo que cagan de octubre a enero, que es la montanera. Hay después analítica de ácidos. El oleico máximo, en un ibérico, es un 58%. En el rubio dorado han sacado 61-72%, una infiltración magnífica. En premontanera de castaña, iban ya con un 51%. Voy buscando un producto diferenciado. Los alimentamos con trigo hasta julio, luego guisante seco; en septiembre, esa castaña que no se puede comercializar por tamaño pequeño y que yo compro de forma centralizada para todos. Setenta kilos se come cada animal.
¿Y los planes inmediatos?
Un secadero propio. Tengo uno en Alhaurín de la Torre, pero se ha quedado pequeño. Después, poner mis propias madres y quiero también el matadero especializado, como los hay en Jabugo, muy automatizados y especializados.
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