Cuando Sefarad significa España
Así vivió el abogado malagueño Elías Cohen, de origen sefardí, el acto en el que el Rey celebró la vuelta de esta comunidad a España
Ana Pérez-Bryan
Domingo, 6 de diciembre 2015, 14:29
Cuando era pequeño, leía con su padre El Quijote y las aventuras de Mortadelo y Filemón. Con su abuelo, aprendía a rezar los poemas de ... Salomón ibn Gabirol el día del Yom Kipur. En esos detalles fue forjando Elías Cohen, de 32 años, los pilares de una existencia idéntica a la cualquier chaval de su edad, nacido y criado en Málaga, pero con unas raíces que se hundían siglos atrás, cuando los antepasados de ese abuelo con el que rezaba fueron expulsados de España por los Reyes Católicos. De aquello han pasado más de 500 años, y aunque en ningún momento su familia optó por el resentimiento, las heridas se cerraron por fin el pasado lunes.
Lo hicieron en un acto solemne, en el Palacio Real y con el Rey Felipe VI como símbolo de esa vuelta a casa de los sefardíes. El origen de esta celebración histórica está en la reforma de una ley que permitirá a todos los judíos de origen sefardí acogerse a la nacionalidad española sin las restricciones que existían en el pasado y en cuya tramitación ha jugado un papel determinante el senador malagueño Joaquín Ramírez, presidente de la Comisión de Justicia del Senado. También en su caso, el día 30 de noviembre quedará marcado a fuego en el calendario sentimental de todos los que sostienen que «esta ley nos reconcilia con el pasado». Convencido de que los sefardíes «son tan españoles como nosotros», el senador celebró también como invitado a la audiencia real que «al fin hayan vuelto a casa».
Ramírez, que representó a la Cámara Alta acompañado por otros tres senadores, destacó la «emoción» y el carácter histórico» de todos los discursos, desde el que pronunció el Rey al del ministro de Justicia, Rafael Catalá, quien celebró que la reforma de la ley «va a traer muchos beneficios a los sefardíes, que podrán recuperar una nacionalidad que, en sentido cultural y sentimental, siempre han mantenido». Ramírez subrayaba en este sentido la importancia de las palabras del ministro, ya que a su juicio «los judíos españoles han demostrado a lo largo de estos cinco siglos una lealtad increíble y una gran capacidad para mantener sus tradiciones y sus costumbres».
Herencia intacta
Los detalles de esta herencia cultural que se ha mantenido casi intacta en el tiempo los aportaba el propio Elías Cohen, que hoy ejerce como abogado en Madrid y que puso con su discurso el matiz sentimental a los miles que como él se han criado como españoles y también como judíos. Criado en el amor y el respeto por ambas identidades, Cohen se convirtió además en el espejo de otros muchos jóvenes que ya nacieron en la cuna de sus ancestros tras siglos de exilio. «Yo fui el primero de mi árbol genealógico en nacer en suelo español desde 1492», celebraba Cohen, que durante dos años fue el presidente de la comunidad judía en Málaga y que compartió con el centenar de invitados a la audiencia en Palacio los detalles de un relato vital «repleto de lealtad, de perseverancia y de orgullo».
Con la vista puesta en sus antepasados pero con las miras en el futuro, el abogado malagueño aplaudió en su intervención «que hoy todos los sefardíes puedan optar, por derecho, a ser españoles». También se refería a la reforma de esta ley que, por encima de otras consideraciones jurídicas, salda una deuda legítima y supone «un tributo póstumo a la inmensa mayoría de sefardíes que durante su largo periplo en el exilio permanecieron fieles a España». Cohen cerró su intervención con el convencimiento de que «Sefarad, hoy más que nunca, significa España».
Tampoco rebajó ni un ápice en emoción el discurso del Rey, que con un efusivo «¡Cuánto os hemos echado de menos!» ratificaba el abrazo simbólico a los sefardíes, presentes a través de una nutrida representación de todas las comunidades judías en España. A todos ellos les quiso agradecer el monarca no sólo que hayan hecho «prevalecer el amor sobre el rencor y por haber enseñado a vuestros hijos a amar esta patria española», sino que hayan guardado «como un preciado tesoro» la lengua judeoespañola o djudezmo y también la haquetía, que han llegado a nuestros días.
Si Cohen dibujó en su intervención el mapa sentimental de la Sefarad de sus antepasados y la suya propia, el presidente de la Federación de Comunidades Sefardíes, Isaac Querub, terminó de sellar la vuelta a casa en términos similares: «Hemos sido y siempre seremos embajadores de un país al que fuimos incapaces de dejar de amar».
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