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F. Gutiérrez
Diversión a ritmo de giros

Diversión a ritmo de giros

El patio del colegio, la calle, una plaza, un parque… cualquier lugar es bueno para practicarlo. Seguramente el padre o la madre pongan el grito en el cielo si lo lanza sobre el mármol o el parqué. “¡El trompo, a la calle!”

Francisco Gutiérrez

Lunes, 27 de octubre 2014, 01:01

El trompo, también llamado peonza, no ha sido ajeno a la evolución tecnológica y de los antiguos fabricados de madera se ha pasado a modernos objetos ligeros de plástico duro y metal. 'Cobra', 'diamante', 'spider', son algunos de los muchos modelos de trompos que se encuentran en el mercado y que en estos días se ven en escaparates de librerías y quioscos. Importados de Méjico, donde tienen mucha aceptación, tienen como principal ventaja su punta giratoria, lo que facilita hacer multitud de trucos.

Nunca se fueron del todo pero este, como otros muchos juegos populares y tradicionales, pasó por momentos bajos. Los materiales que se emplean en la actualidad, más ligeros, han abierto un abanico de posibilidades a la hora de hacer piruetas y trucos con la peonza. El dormilón, la pala, el cohete, el carrusel o el ascensor son algunos de los muchos trucos que se pueden hacer. Eso sí, empleando horas en practicarlos.

Es divertido, dice Pablo, mientras hace un boomerang. A su lado, niños y niñas, de 7 a 11 años, lanzan sus trompos de colores a la plaza de la urbanización, convertida en un gran tablero de juegos. Teresa es la benjamina del grupo, y muestra una gran destreza en el manejo del trompo, que rueda por su brazo. Otro chaval hace de manera insistente el carrusel, hasta que tras varios intentos al fin lo consigue. Todos le felicitan. Así es este juego, colaborativo y nada competitivo.

Que el trompo se imponga en la Sociedad de la Información puede ser una señal de respiro, de que el internet, la play y las tablets también pueden llegar a cansar a los niños, reflexiona Manuel López, profesor de Educación Física y autor del libro Educación Física alternativa.

Otro aspecto positivo es que es un juego que contribuye al desarrollo de determinadas habilidades motrices en los niños y las niñas. Al tener que lanzarlo de forma continua, favorece el desarrollo de habilidades como los lanzamientos o el equilibrio. La percepción espacial es un elemento psicomotriz que adquiere también una mayor progresión con la práctica de un juego de este tipo.

Destaca el aspecto de la sociabilidad y coeducación que se fomenta con este tipo de juegos participativos, donde niños y niñas compiten por hacer la mejor pirueta en términos de igual. "El tema de la socialización siempre hay que contemplarlo como una gran ventaja y, aunque pueda ser una moda pasajera, no hay que olvidar que con este juego aumenta el tiempo de las relaciones cara a cara: con los demás ya que no se puede jugar al trompo por whatsap, señala Manuel López, que añade: frente a la tendencia sedentaria e individualizada de los juegos que acompañan a las nuevas tecnologías, nos encontramos con juegos que propician las relaciones con los demás".

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