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Carmen tiene 68 años y es una vecina del barrio de Pedregalejo. Acaba de recoger a sus dos nietos, Noa y Reina, de la estación María Zambrano. Los pequeños, de 8 y 6 años, llegan a Málaga por necesidad. Sus padres, asegura Carmen, no pueden atenderlos en casa durante las próximas semanas porque no tienen la capacidad de teletrabajar. Al igual que en el resto del país, en Madrid se ha decretado el cierre de todos los colegios. Aunque la recomendación del Gobierno es la reclusión, el AVE que ha efectuado su llegada a las 16:05 horas va cargado de viajeros que aprovechan la última ventana de oportunidad para salir de la capital. Dos horas antes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, había decretado el estado de alerta por el coronavirus. Madrid es el epicentro de la enfermedad y sus habitantes llevan días temiendo al confinamiento. Aunque la recomendación es no desplazarse para evitar el riesgo de que el virus se expanda por el resto del país, el flujo de visitantes en este viernes, seguramente el último día de libre circulación, es una constante. Varios AVE efectúan su entrada a lo largo del día. Nadie quiere atender con nombre y apellido para explicar las razones por las que no está siguiendo las recomendaciones marcadas, salvo Carmen. El único mensaje que se repite y concuerda es el que hace alusión al aforo de los trenes: «Van llenos o medio llenos». Algunos viajeros llevan mascarilla, otros no.
Noa y Reina han viajado en preferente. Es la única manera en la que Renfe permite que niños de su edad vayan solos. «Siempre me hace ilusión ver a mis nietos, pero me hubiera gustado bajo otras circunstancias», asegura Carmen. Preguntada por si se van a tomar en serio las siguientes dos semanas y no salir de casa, señala que tendrán cuidado. «Evitaremos ir a los lugares donde haya mucha gente, pero tener 24 horas en casa a dos niños tan pequeños es difícil», explica y añade que no se podrá evitar algún paseo por la playa. Cogidos de la mano, abordan a un taxista que le coge los bártulos y los mete en el maletero. El coche enfila el paseo marítimo en dirección Pedregalejo.
Los coches de los taxistas que se agolpan en la explanda de María Zambrano han aminorado de forma considerable. Aunque los trenes siguen llegando, la afluencia de viajeros no tiene nada que ver con el viernes de hace justo una semana. «La cosa empezó a aflojar el lunes», señala Vicente Palma. Entre los taxistas se palpa el miedo porque creen que la maquinaria hacia el desastre económico ya se ha puesto en marcha. «Esto es mucho peor que en la crisis del 2008», exclama Alejandro Pino. Ahora tiene una niña de cuatro meses y ve las cosas de forma distinta. «Sólo espero que también congelen el pago del autónomo y de la hipoteca», dice y se cruza de brazos. Alejandro también ofrece un testimonio que sirve para ilustrar que la plena concienciación ciudadana es una utopía: «Acabo de soltar a tres amigos madrileños en el Mercado de Atarazanas, que tenían un viaje. Me han preguntado que si todo estaba cerrado». En Italia optaron por irse a esquiar.
Otro ejemplo claro de lo que está sufriendo el gremio lo pone Rafael Alba. La semana pasada podía vivir del taxi, hoy ya le está costando el dinero: «El jueves estuve desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana e hice 45 euros. Quita la gasolina y la comida y no me da ni para pagar el seguro». Rafael se teme lo peor y, al igual que el resto de sus compañeros, está preocupado por el rumor que corre entre ellos de que a partir del martes se va a cerrar el aeropuerto de Málaga. No hay nada confirmado de forma oficial, pero quién sabe a estas alturas hasta donde llega el estado de alerta.
La propia estación María Zambrano es un reflejo del momento. La imagen es como si alguien le hubiera metido un frenazo en seco a la actividad comercial que, en vísperas de un fin de semana, suele ser frenética. Las tiendas de ropa y los comercios están vacíos y las mesas de la cafetería central están desiertas. Sí se ve a mucha gente bajando por las escaleras mecánicas, lo que tiene su explicación en el Mercado que se ubica en la primera planta. Todavía tienen que llegar tres AVEs más desde Madrid.
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