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Como ocurrió en su día con La manquita (la Catedral) o el edificio negro (sede administrativa de la Junta), los malagueños son aficionados a cambiarle el nombre a los sitios. Estos días surge uno nuevo: la plaza de la Solidaridad, eje principal del Perchel, se ha empezado a trasmutar en la sabiduría popular como la fuente de las gaviotas.
Este es el nombre que vecinos y trabajadores de este concurrido espacio, cercano a la estación María Zambrano y donde se ubican algunos de los principales centros comerciales y oficinas de la capital, dan ya a la gran rotonda recientemente reformada por la Consejería de Fomento tras las obras del metro. El hecho de haber creado una lámina de agua dulce de grandes dimensiones la ha convertido en el punto de reunión de miles de estas aves acuáticas, que aprovechan su cercanía al Puerto para beber y bañarse.
Así lo explica Antonio Román Muñoz, profesor de Biología de la UMA y ornitólogo, que está haciendo un seguimiento del nuevo fenómeno ecológico que ha surgido en el corazón de la urbe moderna. «Estamos haciendo conteos regulares en este punto», admite, y añade: «Aunque no es la primera fuente donde ocurre, en este caso la han poblado desde el primer día en que está operativa». El experto explica que actualmente se ha convertido en un lugar de concentración de juveniles de dos especies: gaviota patiamarilla y sombría. «Me gustaría invitar a la gente a que busquen las dos especies, que se pueden distinguir muy bien y se diferencian en que una es de un color gris muy oscuro; mientras que la patiamarilla es más clarita».
El científico aclara que las gaviotas utilizan esta y otras fuentes de la ciudad para beber agua dulce y lavarse el plumaje. «Una gaviota puede aguantar mucho tiempo con el salitre en la pluma pero regularmente necesita endulzar el plumaje». A ello, se unen otros factores que hacen de este punto un lugar predilecto: el primero es que la plaza de la Solidaridad está muy cerca del Puerto, donde se producen concentraciones muy altas y utilizan la avenida Ingeniero José María Garnica como una aerovías entre ambos puntos. Y el segundo es que ni la gente ni los gatos ni los perros pueden acceder hasta allí, ya que el tráfico hace de barrera continua. Allí se sienten seguras por el carrusel permanente de coches.
«El nombre me parece muy bonito y acertado», dice Antonio Román Muñoz, y augura que el fenómeno irá a más mientras que el agua dulce siga fluyendo. «Es habitual ver concentraciones por encima de las cien gaviotas, pero es que hay un trasiego continuo: a lo largo del día pasan por ahí varios miles de ejemplares, al menos 2.000 o 3.000 como mínimo». Tanto es así que algunas de las que se han visto bañándose en la fuente, se han localizado horas después en el puerto de La Caleta de Vélez, a la caza de los descartes de los barcos pesqueros.
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