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Asociaciones acuden a la sede de Bancosol para recoger los albaranes, siguiendo las normas de seguridad e higiene. BANCOSOL

Comedores sociales en Málaga, más necesarios que nunca en plena crisis del coronavirus

Estos colectivos también se han visto muy afectados ante la coyuntura nacional: Yo Soy Tú, Santo Domingo o Amfremar cambian su forma de trabajo

CLAUDIA SAN MARTÍN

Málaga

Lunes, 23 de marzo 2020, 00:48

Es sencillo para la mayor parte de los que estamos confinados acercarnos al supermercado o la tienda de alimentación más próxima y hacer una compra semanal para pasar esta cuarentena como mejor se pueda. Pero, ¿y las personas en situación de calle? ¿y aquellas familias que necesitan diariamente el apoyo de los comedores sociales para poder salir adelante? Las medidas de seguridad impuestas han obligado a que estos espacios de ayuda diaria para muchas personas echen el cierre y continúen trabajando de otra forma. Y como es lógico, el descontento y la preocupación de estas entidades se hace palpable en todas y cada una de las llamadas que realizamos.

Bancosol se mantiene erguido como el faro de esperanza que alumbra a 70 colectivos de toda la ciudad. Durante la semana, están dando salida a más de 30.000 kilos de alimentos frescos, como fruta y verdura, además de los productos no perecederos que proceden Fondo de Ayuda Europea para los Más Necesitados (FEAD). Diego Vázquez, presidente de este banco de alimentos, explica que, como habitualmente hacen, las asociaciones se acercan a su sede a por los albaranes ya preparados. Una vez los recogen, los trabajadores de Bancosol y algunos voluntarios (sólo acuden los que no se consideran población de riesgo), retiran el palé siguiendo todas las normas de higiene y seguridad. La situación es más que complicada, pero la unidad y el compañerismo son ahora clave para seguir adelante. «Todos los ERTES que se están poniendo en marcha, de una forma u otra aumentará la demanda de alimentos y nos veremos en situaciones muy parecidas a las de 2008», relata Vázquez. Mientras pasa la tormenta en la mañana de ayer, por ejemplo, un trabajador de esta entidad estuvo amenizando y transmitiendo alegría con su teclado la llegada de las entidades a la nave para la recogida de los alimentos. Algunos de estos albaranes llegan directamente al comedor social Yo Soy Tú del barrio de Miraflores.

Allí, Emilio Gómez, presidente de este espacio, ha cambiado la forma de trabajo y reparto con ayuda de un pequeño equipo. Un total de 865 personas se beneficiaban de este comedor social, y ahora, en esta situación de crisis, el número ha aumentado exponencialmente. Gómez cuenta a SUR que de esas personas 250 son niños, y 44 de ellos pequeños con enfermedades muy graves. «Debido a la situación tuvimos que cerrar el comedor y el dispensador. Repartimos ahora, semanalmente, entre 20 y 25 kilos de comidas con alimentos frescos y no perecederos a las familias, y así seguiremos hasta que termine esta situación», apunta el presidente.

A pesar de que se están organizando como pueden y que esta coyuntura afectará en su capacidad de ayuda, también asisten a las personas que estaban en lista de espera para entrar al comedor y a aquellos que, a través de llamadas telefónicas, solicitan asistencia urgente. Para aquellos ciudadanos en situación de calle, Gómez comenta que han sido derivados a Amfremar o al comedor de Santo Domingo, donde también se han adaptado a la nueva forma de trabajo. El comedor de ambas entidades está cerrado, pero siguen ayudando diariamente a más de 150 personas, respectivamente, con alimentos ya preparados.

«El porcentaje de personas sin hogar que estamos atendiendo es muy significativo. Les damos a partir de las 09:20 horas de la mañana el desayuno, y a partir de las 12:45 el almuerzo y la cena», relata Pablo Mapelli, director del comedor Santo Domingo. Su actual plan de ayuda, que esperan que culmine con una acción eficaz por parte de la administración pública, se limita a un periodo de muy a corto plazo.

Lo mismo ocurre en Amfremar; Fernando Gutiérrez, el director de esta asociación ubicada en El Palo, reconoce angustiado que su situación es muy crítica y que necesitan una solución inmediata por parte del área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Málaga. «No sabemos cuánto aguantaremos, pero seguiremos», reconoce esperanzado.

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