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En los años setenta Japón se encontraba en pleno proceso de crecimiento. Sus espacios reducidos y la altísima densidad poblacional propia de las grandes ciudades hizo que, en 1979, en Osaka, surgiera un nuevo concepto de alojamiento hasta entonces inexistente: el hotel cápsula, pequeños cubículos con espacio para la cama y poco más, pero que ofrecen mayor intimidad que un albergue convencional. La función de aquellas primeras habitaciones cápsulas era servir como lugar de reposo a los oficinistas que debían afrontar largas jornadas de trabajo alejados de su hogar o a viajeros que precisaban de un pequeño descanso durante las escalas en sus viajes.
Ese primer establecimiento, denominado 'capsule Inn', fue la semilla de un concepto que ha evolucionado hasta adaptarse a las necesidades de las diferentes culturas donde ha ido echando raíces. En Málaga ya son varios los hoteles cápsulas disponibles, un fenómeno en pleno crecimiento no exento de polémica que se erige como alternativa a los albergues y los pisos turísticos.
«En Málaga ya no solo existe el turismo de sol y playa. Zonas como el Parque Tecnológico han creado nuevas necesidades, trabajadores que solo precisan de alojamiento un par de días», defiende Vanesa Juárez, cofundadora de Superlativo8, una de las últimas empresas que apuestan por los hoteles cápsulas en la ciudad. El crecimiento del tráfico aéreo y sus escalas es otra de las causas que, según Juárez, hacen proliferar esta clase de establecimientos: «Requieren un lugar en el que alojarse un par de días que no sea excesivamente caro, pero también buscan intimidad».
La idea japonesa exigía una transformación para ser factible en suelo europeo. Aquellos cubículos pensados únicamente para dormir tienen poco que ver con la concepción del hotel cápsula que aterriza en nuestro continente. La idea, en esencia, es la misma, pero los cubículos y el propio complejo que los aloja se adaptan a una sociedad con diferentes necesidades o estándares. Buena parte de los hoteles cápsula que encontramos en España cuentan con altura suficiente como para entrar de pie en el interior del cubículo, algo que no ocurre en el concepto original. En otra buena parte de estas cápsulas encontramos calefacción individual, televisión con servicios de streaming e incluso consolas para jugar a videojuegos. Además, los complejos que alojan las habitaciones cuentan con zonas comunes que van más allá de cubrir las necesidades básicas de los hospedados.
En Futurotel, por ejemplo, cuentan con zona gaming e incluso un jacuzzi. Superlativo, el último en llegar con un concepto que apuesta por lo local, dispone de cafetería con café elaborado por un barista profesional malagueño, 'Mr you coffee'. Detalles que pretenden acercar lo que en un principio era una solución barata y socorrida a una experiencia mucho más sofisticada e inmersiva a pesar de las medidas del alojamiento. «De hecho, una de nuestras luchas es que deje de llamarse hotel cápsula y comience a popularizarse el término 'podbed', que es lo que realmente es esto», matiza Juárez.
La diferencia entre estos dos conceptos, el hotel cápsula y el hotel 'podbed', radica en realidad en la adaptación del concepto japonés a otros mercados. Los 'podbed' ofrecen cubículos de mayor tamaño y áreas comunes centradas en fomentar la sociabilidad de los hospedados, mientras que los hoteles cápsula se basan en una más privada e individualista, entendiendo el alojamiento como un lugar de paso y descanso y no como un lugar donde fomentar el ocio.
El hotel cápsula o 'podbed' hace un uso de suelo tipificado como albergue y no como hostal. La diferencia en suelo andaluz radica en las características que ha de cumplir el establecimiento dentro de la normativa urbanística para adquirir la licencia de uso. Mientras que los albergues se distinguen por ofrecer alojamiento en habitaciones compartidas, cobrando por plazas y no por habitaciones o unidades de alojamiento, el hostal ofrece habitaciones privadas, aunque ambos coinciden en compartir instalaciones comunes. Los hoteles cápsula son un híbrido entre hostal y albergue, pues si bien se trata de cubículos en una habitación de mayor tamaño, estos cubículos podrían tipificarse como unidades de alojamiento. A falta de una regulación específica que determine a qué tipo de suelo pueden acogerse estos alojamientos, pueden utilizar el uso de suelo tipificado como albergue para el desarrollo de su actividad económica con las facilidades que esto conlleva, pues el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) es mucho más estricto a la hora de conceder licencias de uso hotelero.
Para José Luis de Castro, abogado y propietario del bufete De Castro Estudio de Abogados, la falta de una normativa propia no debería ser motivo de alarma siempre y cuando el número de establecimientos que opten por esta modalidad de alojamientos no sea excesivo. «No es relevante que esté o no contemplado en la normativa urbanística de concesión de licencias. El organismo encargado cuenta con herramientas suficientes para denegar o condicionar la licencia a los requisitos que considere oportunos».
Aunque la normativa no permite las estancias de larga duración (más de un mes) en esta clase de establecimientos, algunos hoteles cápsulas han llegado a ofrecer a sus inversores la posibilidad de rentabilizar su inversión a partir del coliving en situaciones de baja temporada o en caso de una nueva pandemia, enfatizando la necesidad no solo de una normativa específica, si no también de un control que ponga coto al hambre empresarial para un nuevo concepto que se rige por las leyes establecidas para otras tipologías de establecimientos que no se amoldan por completo a los hoteles cápsula o podbeds.
La principal polémica que se ha gestado alrededor de este tipo de establecimientos es la posibilidad de que, burlando la ley, acaben convertidos en alternativas habitacionales precarias en un entorno donde acceder a una vivienda se antoja cada vez más difícil. Los altísimos precios, que continúan al alza, tanto de alquiler como de compra, obligan en algunos casos a buscar alternativas que subsanen esa necesidad, convertida en campo abonado para la especulación. Y en los últimos meses ya se han empezado a destapar presuntas irregularidades en ciudades como Madrid, donde se han ofrecido habitaciones para estudiantes que en realidad eran hoteles cápsula. Juárez alega que «no estamos avanzando en cuestiones urbanísticas al mismo ritmo que lo hace la sociedad».
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