

Las autocaravanas de Málaga se van con la casa a otra parte
Las familias instaladas en la explanada del Carpena se marchan ante la drástica prohibición municipal, aunque muchos continuarán varios días estacionados en el entorno a la espera de nuevo destino
Málaga enseña la puerta de salida a las caravanas y liquida la ciudad rodante en la que durante los últimos meses se había convertido la ... explanada del Palacio de los Deportes Martín Carpena. Aunque el espacio que a mediados del año pasado habilitó el Ayuntamiento para sacar estos vehículos de la playa de Sacaba quedó limitado a un centenar de aparcamientos con un tiempo máximo de permanencia de 72 horas, la realidad es que la falta de control y el tirón turístico de Málaga han provocado un efecto imán para quienes viven sobre ruedas. ¿El resultado? Han acaparado la totalidad del solar y han llegado a juntarse más de 300 vehículos. Y la reacción del Consistorio ha sido cortar por lo sano, prohibiendo desde la madrugada de este martes el estacionamiento por la noche en todo el recinto para cualquier tipo de vehículo.
La señalización en la que se indica que no se puede aparcar desde las medianoche hasta las nueve de la mañana fue instalada ayer este lunes y la Policía Local se personó en el lugar para informar a los afectados, la mayoría de los cuales optaron por marcharse resignados, pero también indignados, antes de que llegara la medianoche. «La medida tiene poco sentido, porque lo que necesitamos es un lugar para pasar la noche, y es precisamente lo que se prohíbe. Además, nosotros dejamos un dinero en la ciudad», advierte Jordi Corbella, un jubilado catalán que hace tres años dio un giro a su vida para residir en una autocaravana y que lleva en Málaga un mes.
Las autocaravanas pueden estacionar en la vía pública como cualquier vehículo, siempre que no desplieguen toldos, mesas y demás mobiliario
Se van del entorno del Carpena, pero no todos se marchan de la ciudad. De hecho, ante la premura de la decisión municipal, se ha producido un trasvase desde esta explanada hacia el aparcamiento del centro comercial Los Patios y otras calles del entorno. En lo relativo a la vía pública, cabe precisar que las autocaravanas pueden estacionar libremente en la ciudad, siempre que no desplieguen toldos, sillas y demás mobiliario. Es decir, que pueden aparcar pero no instalarse. ¿También en el Carpena? No, porque ese lugar queda expresamente prohibido para cualquier vehículo en horario nocturno.



Diferente es el caso de las caravanas (las que van con remolque), que tienen vetado el estacionamiento en la calle. «¿Dónde vamos a ir mi mujer y yo?», se pregunta Carlos García, un malagueño que hace cuatro años perdió su vivienda y se compró una caravana. En términos similares se expresa Diego Fernández, otro vecino de la capital que recientemente ha adquirido una casa rodante. «Dicen que no generamos negocio, pero los que estamos aquí compramos en supermercados, echamos gasolina y vamos a bares de la zona», destaca.
«Si el problema era que hay gente que saca las tiendas de campaña, que los saquen de aquí, pero no a todos», se quejan los afectados
Mientras tanto, Isabel Ruiz y su marido se afanan en enganchar el remolque de su 'buggy «-comprado en Málaga- para coger carretera y manta. «Venimos de Cantabria y pensábamos quedarnos un par de días más, pero en vista del panorama, saldremos antes. Igual vamos a Portugal», comenta.
La que no tiene claro su próxima parada es Carme Mestre, natural de Sabadell (Barcelona) pero residente en cualquier lugar. «¡Soy feliz en mi autocaravana!», exclama. A su juicio, y al de la mayoría de los caravanistas, lo que debería hacer el Ayuntamiento es habilitar este espacio de una forma controlada. «Si tengo que pagar 3 ó 4 euros al día, perfecto, pero lo que no puedo ni quiero es pagar 20 euros en un camping porque no necesito sus servicios. Mi autocaravana tiene agua, placa solar y tiro la basura en los contenedores. Si el problema era que hay gente que saca las tiendas de campaña, que los saquen de aquí, pero no a todos», señala.
Sin alternativa
A quien la prohibición ha pillado por sorpresa es a Irene, que acaba de llegar tras pasar varios días en Motril. «¿Qué no podemos estar aquí?», pregunta con cara de asombro al ser cuestionada por este periódico. «Llevamos 45 años con autocaravanas, así que sabemos lo que podemos y no podemos hacer. Lo que tienen que hacer es controlar a los que no cumplen y que no tengamos que pagar justos por pecadores», sentencia esta santanderina que, como el resto, tendrá que ir con su casa a otra parte.
Especialmente despistados se mostraban los extranjeros. Como Frank y otro grupo de franceses que formaban un corrillo para intentar comprender lo ocurrido. «Si a medianoche nos tenemos que ir de aquí, ¿podemos aparcar en otro sitio cercano?», se planteaban. Más diligente era Henry, un jubilado holandés que a media tarde se despedía de Málaga. «Esperamos volver en otra ocasión», afirma mientras introduce su nuevo destino en el navegador de su vehículo.
«La situación era ya insostenible, porque había más de 300 vehículos», apunta el concejal de Movilidad, José del Río, quien justifica la medida ante las quejas de vecinos y de las asociaciones profesionales de campings por entender que el Ayuntamiento les estaba ejerciendo una «competencia desleal».
Sobre la posibilidad de habilitar nuevos espacios en otros puntos de la ciudad o regular la estancia, el edil lo ve complicado ya que, según asegura, supondría trasladar la cuestión a otros barrios y, además, sería necesario controlar la entrada y salida con barreras y durante las 24 horas del día. Precisamente la solución que proponen los caravanistas.
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