El Adviento en tiempos de pandemia
Hoy se celebra el primer Domingo de Adviento, con el que comienza un nuevo Año Litúrgico para avivar la espera y la esperanza
ENCARNI LLAMAS
MÁLAGA.
Domingo, 29 de noviembre 2020, 00:02
«¿Qué no habrá Navidad? ¡Claro que sí! Más silenciosa y con más profundidad. Más parecida a la primera en la que Jesús nació en soledad. Habrá Navidad porque necesitamos una luz divina en medio de tanta oscuridad». Seguro que muchas personas han leído en estos días este texto del sacerdote navarro Javier Leoz que se hizo viral en las redes sociales y hasta tuvo felicitación por parte del papa Francisco. Un texto que rebosa esperanza en este tiempo de pandemia.
En el siglo IV, san Ambrosio, Padrede la Iglesia Católica de la edad de oro de la patrística, junto con san Jerónimo y san Agustín, lanzaba esta recomendación ante la llegada del Adviento: «Que en todos resida el alma de María para glorificar al Señor; que en todos esté el espíritu de María para alegrarse en Dios. Porque si corporalmente no hay más que una madre de Cristo, en cambio, por la fe, Cristo es el fruto de todos; pues toda alma recibe la Palabra de Dios, a condición de que, sin mancha y preservada de los vicios, guarde la castidad con una pureza intachable. Toda alma, pues, que llega a tal estado proclama la grandeza del Señor, igual que el alma de María la ha proclamado, y su espíritu se ha alegrado en Dios Salvador».
En medio del dolor y la tristeza de esta pandemia, es tiempo de «alegrarse en Dios». Es la experiencia que vivieron Charo Molina y Dani Romero, en la espera del nacimiento de Mateo, su primer hijo, el pasado 28 de septiembre: «Para nosotros, la espera, en estos momentos tan complicados que estamos viviendo, ha sido difícil pero también ha sido un verdadero regalo. Ha sido muy difícil porque hemos tenido presente cada día a tanta gente que ha estado sufriendo, a tantas familias que no han podido despedirse de sus seres queridos y también a esos trabajadores que han estado en primera línea. Pero también ha sido un «regalazo» porque hemos podido disfrutar como matrimonio el uno del otro, hemos podido prepararnos para esta llegada, este nacimiento tan bonito, y hemos encontrado momentos de oración para dar muchas gracias a Dios por este regalo tan precioso que estábamos esperando, nuestro Mateo».
La Virgen María es una de las figuras centrales de este tiempo de esperanza previo a la Navidad
Dentro de dos días, el 1 de diciembre, Charo y Dani celebrarán el segundo aniversario de boda, su segunda Navidad como casados: «para nosotros, la Navidad es el momento en que, sin que el mundo lo espere, sin que nadie lo haya pedido, recibe el mayor regalo de la historia: la salvación; y se nos regala 'por la cara', sin merecerlo y sin pedirlo, se nos regala el amor más puro y más humano. Y así es como nosotros estamos viviendo nuestra maternidad y paternidad, viviendo a Mateo como un regalo inmerecido, que no sospechábamos que iba a ser así y que, de alguna manera, a nosotros nos salva y nos llena de felicidad».
Tiempo de preparación
La Virgen María es una de las figuras centrales de este tiempo de preparación para la Navidad. El sacerdote Alfonso Crespo, párroco de San Pedro en la capital, acaba de publicar un nuevo libro titulado «¡Ahí tienes a tu Madre! María maestra de espiritualidad» en el que invita al lector a sentarse en el regazo de María y dejarse guiar hacia el gozo de la Navidad: «El momento que vivimos, en plena pandemia, es un tiempo de cierta angustia, de incertidumbre, de aguardar un remedio que no acaba de llegar.
Este tiempo puede tener alguna similitud con el tiempo que vivió María. Ella era testigo de los momentos de angustia y desesperanza que vivía su pueblo, aguardando a un Mesías Salvador que no acaba de hacerse presente. En un clima de cierto desánimo ella se fía plenamente de las promesas del Señor: la Virgen, sana la duda de su pueblo con una confesión rotunda de fe; fortalece el desvalimiento de su gente con un canto confiado a la esperanza, y en un mundo cerrado sobre sí mismo se convierte en profeta del amor. En este tiempo, recitar el Magnificat de María es una medicina que nos inyecta fe, esperanza y un renovado amor».
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