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Juan Soto
Jueves, 30 de marzo 2017, 13:49
Cuando comenzaron su aventura pensaban que no iban a llegar ni al obelisco que tenían enfrente de su casa. El viejo Graham-Piage del año 1928 que habían comprado tres meses atrás no les daba mucha confianza, pero ayer les trajo hasta Málaga, hasta donde han llegado tras recorrer más de 300.000 kilómetros en un viaje que les ha llevado a viajar por los cinco continentes, dura ya 17 años y han aprovechado para tener cuatro hijos.
Herman, Candelaria, Pampa, Tehue, Paloma y Wallaby, la familia Zapp, realizaron su primera parada en el Museo Automovilístico de Málaga, en donde por la tarde ofrecieron una conferencia para dar a conocer todos estos años de aventura y firmar ejemplares de su libro Atrapa un sueño, que ya va por la octava edición.
Herman y Candelaria, los padres, iniciaron el viaje el 25 de enero de 2000 en la ciudad argentina de Los Cardales, en Buenos Aires, y desde entonces no han parado. Lo que inicialmente iba a ser una aventura de seis meses que debía acabar en Alaska se ha prolongado en el tiempo y por los cinco continentes. La llegada a Málaga se encuadra en su última etapa, Europa, antes de volver a casa para programar una nueva aventura. «Era nuestra ilusión, y gracias a ella ya hemos estado en 70 países». resume Herman.
La singularidad del viaje reside en su medio de transporte, un coche del que se enamoraron justo tres meses antes de iniciar la aventura y que les ha abierto las puertas de todo el mundo. De hecho, su parada en el Museo Automovilístico de Málaga respondía al interés por ver otro vehículo igual al suyo aunque de diferente año. «Nuestra casa es chiquitita, pero tiene un jardín muy grande», explican en referencia al coche. Un vehículo que incluso tiene apodo: Macondo Cambalache, en referencia al pueblo imaginario en el que se desarrolla la novela de Gabriel García Márquez Cien años de soledad, y al tango argentino.
Los Zapp, que llegaron el miércoles por la noche a la provincia y pasaron la noche en casa de unos amigos en Coín, fueron recibidos por la directora del museo, Patricia Rueda, quien les dio una cálida bienvenida. Tras fotografiarse con todos los asistentes, explicaron cómo es su vida en el interior del coche y su modo de supervivencia. Al margen de las ayudas económicas que reciben de las personas que siguen su travesía, esta familia argentina vive gracias a las ventas de un libro y a los lienzos que pinta Candelaria.
Estos aventureros comenzaron el viaje con unos 4.000 euros, pero se quedaron pronto sin nada y tuvieron que ingeniárselas para seguir adelante. De hecho, recuerdan que uno de los momentos más críticos lo vivieron en Ecuador, en donde se quedaron sin dinero y no tenían para continuar ni para volverse. «Nos pilló lo más profundo de la crisis y no podíamos ni trabajar allí», recuerda Herman. Ypor ello Candelaria se puso a pintar acuarelas. «Nunca lo había hecho, pero la necesidad nos empujó y la gente comenzó a colaborar».
Niños en ruta
Herman y Candelaria iniciaron su viaje al poco de casarse, y por el camino han llegado sus cuatro hijos, a los que han llamado en función del lugar en el que han nacido. El mayor, Pampa, nació en California del Norte en junio de 2002; Tehue en Buenos Aires en marzo de 2005; Paloma en noviembre de 2007 en Vancouver; y Wallaby en Australia en marzo de 2009. Ahora todos ellos han heredado el espíritu aventurero y estudian gracias a un programa de educación a distancia que existe en Argentina.
Pampa explica que ellos estudian y se examinan a través del ordenador, pero asegura que no hay mayor aprendizaje que ver la geografía en primera persona. De hecho, en estos años han pasado por lugares tan significativos como el Himalaya, el Cabo Norte o el desierto de Atacama en Chile. «Europa es nuestra última parada, y después volveremos a casa», avanzan.
Lo que no tienen claro es qué harán una vez que regresen a su Buenos Aires natal. Acostumbrados a estar siempre de viaje, a dormir en el coche o en casas de amigos (han dormido más de 2.500 noches en viviendas prestadas), confiesan que tendrán que acostumbrarse a una nueva vida. Aunque antes tendrán que conocer a la perfección España (Islas Canarias incluidas), Suiza, Holanda...
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