De la lucha obrera a la toga constitucional
María Luisa Balaguer llega al TC forjada como laborista y con la igualdad como su gran pasión jurídica y vital
José Vicente Astorga
Lunes, 20 de marzo 2017, 01:33
Málaga. Primavera de 1979. Sobre dos cajas de coca-cola vacías y sin megáfono que llevarse a la boca, una mujer joven y menuda se esforzaba para dirigirse a los 600 trabajadores en las cocheras de Automóviles Portillo, incluidos miembros de la familia propietaria, en plantilla. Todos con el alma en vilo, pero la de María Luisa Balaguer estaba en ese puño de UGT que le daba alas sólo meses después de que Enrique Linde, un dinamitero desde dentro del sindicato vertical, la fichara para armar el regreso ugetista tras la dictadura. De aquella asamblea saldría la huelga más larga en Málaga: 65 días que paralizaron el transporte en la Costa del Sol. Los dirigentes de UGT la lanzaron a debutar a lo grande. «La gente tenía que ponerle cara a una persona clave en un conflicto ante el que la empresa no iba a escatimar en abogados», rememora Francisco Jurado, entonces al frente del sindicato de Transportes, aquel «lanzamiento a una piscina sin agua» de Balaguer, la abogada novata que no defraudaría al sindicato en los siguientes 24 años. Los que la trataron destacan su solvencia jurídica y su inteligencia para saber escuchar y plasmar en prosa legal y en la negociación reivindicaciones y convenios. También su vocación de granito en defensa de los trabajadores. «Podría haber fichado por los bufetes que hubiera querido», admiten quienes saben también que el dinero nunca movió a esta jurista de primera línea, de vida sobria, amante de la literatura, de los viajes y también de desconectar en plena naturaleza en una pequeña finca. Aquellos dos meses largos de tensión y negociaciones en Portillo dejaron más dinero en el bolsillo de la plantilla -15.000 pesetas más al año frente a las 30.000 que se pedían- y borraron del convenio -empeño de Balaguer- expresiones como la de 'paga del 18 de julio', en adelante 'paga de verano'. También juguetes y otras bagatelas en especie pasaron a pesetas. La joven de izquierdas de origen familiar acomodado de El Ejido (Almería) ya estaba por cambiar las cosas cuando estudiaba Derecho en Granada. Como tantas, era una indignada contra la dictadura, y lo sigue siendo respecto a la situación política, como ha dejado escrito en su artículos semanales en un periódico malagueño durante un año. Allí ha repartido zascas a los egos de los líderes emergentes, a la violencia de género, a los banqueros corruptos y a algún prelado a propósito de la ideología de género. El rechazo a los vientres de alquiler, un tema con todas las papeletas para llegar al TC, es una de sus recientes causas y en la que ve una nueva forma de mercantilización de la mujer. «Ella no lideraba las asambleas en la Facultad, pero movía los hilos», resume su activismo discreto Pedro Antonio Pérez-Lanzac, amigo y compañero de clase de Balaguer en aquella promoción de Derecho de 1971-76, donde profesores como Stampa Braun, Carrillo Salcedo, Lasarte y García Valdecasas agrandaron su vocación jurídica. Pérez Lanzac sería junto a Ricardo Rodríguez Baro - 'mis niños', como les llamaba la 'jefa'- el tridente con el que el sindicato quería cambiar la realidad, aunque solo fuese la laboral. Fueron los años difíciles en que desde CC. OO. de Leopoldo del Prado y Balaguer desde UGT eran el mismo demonio sindical para un empresariado malagueño aún en pañales ante los nuevos usos que traía la democracia.
Equipo
Los grandes convenios -hostelería, comercio, metal- y por descontado todas las crisis desde los 80 en adelante con sus consiguientes cierres y despidos serían el terreno en el que Balaguer y su equipo se fajarían a razón de 20 o 30 asistencias diarias de trabajadores, ese goteo de las tardes tras las mañanas de vistas. No faltó incluso en tan apretada hoja de servicios un pleito ganado por Balaguer nada menos que a Carlos Sanjuán, otro peso pesado jurídico y todopoderoso en el PSOE andaluz entre 1988 y 1994, a propósito de diferencias sobre el régimen bajo el que se prestaba la asistencia jurídica al sindicato en Málaga. La nueva magistrada del TC es toda una referencia histórica en el PSOE, donde nunca buscó la primera fila de responsabilidades y en el que dejó de militar en 2005 para acceder al Consejo Consultivo de Andalucía, puesto que ha ejercido hasta ahora. La gestora nacional del PSOE, con el visto bueno de Susana Díaz, la ha impulsado al Constitucional, un nombramiento ratificado por el Senado a partir del voto socialista en varios parlamentos regionales. Pese a su bagaje de luchadora por la igualdad, Balaguer ha sido una pieza clave con su activismo político y académico en hacer visible a las mujeres, pero crítica un feminismo institucional que no le supo seducir y contra el que no ahorra reproches porque cree que pierde su capacidad transformadora.
De su sólida cabeza jurídica deja prueba un amplio legado de libros, ensayos y estudios como experta en el ámbito constitucional, en el análisis de la imagen de la mujer en la publicidad, el lenguaje sexista, el derecho al honor y a la información o la construcción jurídica de la igualdad de género. Su otra labor profesional pegada al terreno como abogada laboralista ha resultado clave para que la nueva magistrada pueda exhibir una visión del derecho y de su ejercicio real que no suelen abundar.
La inquietud académica e investigadora de la nueva magistrada se ha centrado en la UMA, donde comenzó su carrera docente en la vieja facultad de El Palo como profesora ayudante de clases prácticas a finales de 1980. Para poder completar con más holgura su mochila alimenticia, aprobó unas oposiciones de agente judicial en Málaga, un puesto modesto que ejerció poco tiempo y que la dedicación laboralista en UGT dejaría atrás.
Catedrática de Derecho Constitucional, como su hermano Francisco, y autora de obras como 'Mujer y Constitución', 'Igualdad o Constitución', 'El derecho fundamental al honor', 'Ideología y medios de comunicación' y de otros títulos y manuales sobre derecho constitucional, Balaguer es también una gran aficionada al cine y una lectora omnívora y casi simultánea también de ficción. Dos o tres libros con el marcador puesto son parte de su dieta de novela y poesía. Si el lenguaje le emociona, aún más las obras y las vidas olvidadas de autoras de todo el mundo que rompieron con su tiempo y que han alimentado la tertulia literaria que dirigió en el Ateneo de Málaga.
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