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Ignacio Lillo
Domingo, 11 de diciembre 2016, 00:53
Aquel día no vino el Rey, como sí hizo casi dos décadas después para inaugurar su sucesora, la T3. En su lugar, el entonces ministro de Obras Públicas y Transportes, José Borrell, presidió la ceremonia de inauguración de la T2 del aeropuerto de Málaga-Costa del Sol, que fue bautizada con el nombre de Pablo Ruiz Picasso (sólo esa terminal, no el aeródromo completo, que es una confusión habitual) a petición del alcalde, Pedro Aparicio. Fue el 30 de noviembre de 1991, por lo que el pasado miércoles se cumplieron 25 años de aquel hito, que supuso el primer gran salto de calidad para la infraestructura más importante para comprender en el despegue turístico y económico de la provincia.
El espacio, llamativo entonces por ser amplio y diáfano (incluso recibió algunas críticas por su "frialdad"), fue diseñado por uno de los arquitectos estrella del momento, Ricardo Bofill, y costó 12.635 millones (unos 76 millones de euros). Las obras se extendieron a lo largo de tres años. Tenía 60 mostradores de facturación y fue calificado como un edificio "sedante", por los colores de su decoración y para estar acordes con el entorno la apertura se celebró con un concierto de música clásica. El entonces director de Barajas, que lo había sido antes de Málaga, Fernando Mosquera, lo calificó como "el mejor aeropuerto de España para su capacidad".
Duplicó los pasajeros en Málaga
Por encima de sus modernas características técnicas, su verdadera dimensión se entiende al observar la evolución en el número de pasajeros. El año anterior, 1990, los que pasaban por la antigua T1 (actualmente no operativa) eran algo más de 4,7 millones, a bordo de 52.234 vuelos. En 2009, el año previo a la puesta en servicio de la moderna T3 (se abrió el 15 de marzo de 2010) un total de 11,6 millones de personas discurrieron por estas instalaciones (en 103.536 vuelos).
Por tanto, la T2 permitió más que duplicar el tráfico aéreo en la Costa del Sol y, de hecho, esta rápida evolución fue la que forzó al Ministerio de Fomento y Aena a impulsar el Plan Málaga, que supuso la construcción de la nueva terminal y la segunda pista, entre otras muchas actuaciones, con un coste conjunto de 1.711 millones de euros. El pasado 20 de noviembre se recibió a la viajera número 15 millones del año, y todavía queda todo el mes de diciembre.
Pocos días después de la inauguración, Borrell volvió a Málaga donde se comprometió a impulsar el tranvía en Málaga, que por entonces trataba de sacar adelante el regidor. Pero esa es otra historia...
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Ignacio Lillo
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