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Lady Monique de Nemours
«Empecé en el sado sin saber lo que era, pero me hice dómina por puro vicio»

«Empecé en el sado sin saber lo que era, pero me hice dómina por puro vicio»

Lady Monique, Ama profesional y Lady Sublime, visita Málaga como imagen del libro 'La crueldad puede ser infinita', que desvela los secretos del BDSM

Amanda Salazar

Domingo, 7 de septiembre 2014, 01:29

Pertenece a la realeza del sado-maso mundial. Forma parte del séquito de la reina Patricia I, que gobierna en un castillo de la República Checa en el que las mujeres son las que mandan y los hombres son solo «criaturas a su servicio». Tras dos años como discípula de la monarca suprema, se ganó el título Sublime Lady of the O.W.K. También optó a la alcaldía de Barcelona en el año 2010 por el Partido Gay, Lésbico, Bisexual, Transexual y Heterosexual (PGLBTH). Se define como una viciosa y adonde quiera que va lleva su fusta, por si alguno de sus siervos se porta mal.

Lady Monique de Nemours, dómina profesional, recala este fin de semana en Málaga y Marbella, para presentar el libro 'La crueldad es infinita'. La obra la firma Arturo Roca, pero Lady Monique es la encargada de hacer las presentaciones para la editorial y, por qué no, llamar un poco la atención sobre el universo del BDSM -Bondage, Disciplina y Dominación; Sumisión, Sadismo y y Masoquismo- que resulta tan atractivo como sórdido.

¿Cómo se inició en este mundo?

Empecé como prostituta. Salí de Argentina de una forma muy trágica, por violencia de género y cuando llegué a España no tenía cómo mantenerme y tuve que prostituirme. Al mes, me mandaron por primera vez fuera de la casa de citas a ver a un cliente y me dijeron que le iba el sado. Me asusté. Y me dijeron: «Mira, eres una chica lista; tú dale una de cal y otra de arena». Ese primer cliente fue al final mi marido.

¿Qué tal fue ese primer encuentro?

Pues mucho mejor de lo que esperaba. Me pidió que le clavase agujas, y no me importó.

¡Ay, qué dolor! Pero hay que servir para eso...

Yo había hecho un curso de ayudante de dermatología y no me daban miedo las agujas. Al final, es una de las aplicacione que más hago, el 'Medical'. Además, estudié psicología y me sirve mucho para despertar la imaginación de la otra persona.

¿Cuánto tiempo lleva dedicándose a esto?

En total, unos 21 años. Al principio no sabía ni lo que era esto. Luego me hice dómina, me fui a la República Checa y llegué a Lady Sublime por vicio, porque soy muy viciosa. Me encanta este mundo. Me quitas el BDSM y me quitas todo.

¿Hay que ser sumisa antes que dómina?

No tiene por qué. De hecho, yo empecé directamente siendo dominante. Aunque también he probado la sumisión para saber qué se siente. Pero no me gusta. Prefiero llevar yo las riendas.

¿El ama es siempre quien marca los límites?

Los límites los pactan las dos partes de antemano. Todo este tema de la dominación debe ser siempre sano, seguro y consensuado. Hay que saber respetar el 'stop', el 'para', el 'sigue'. Porque si no, pasamos a la agresión. El dolor por el dolor no nos gusta y no lo permitimos.

Pero el sado-maso no está muy bien visto...

Muchos no lo entienden. Dicen: «¡Están locos se pegan, se matan!». Pero es solo hasta donde cada uno permite.

En este sentido, ¿el éxito de '50 sombras de Grey' ha servido para ofrecer algo de luz sobre este mundo que parece tan oscuro?

Mira, de '50 sombras...' me gusta la primera novela; la segunda, bueno; pero la tercera... Ha servido para que la gente saliera del armario. Pero de forma personal no estoy contenta. Ahora hay más tonto mental que va de amo solo por haber leído el libro. Y para ir de amo hay que tener una cabeza y al menos, chato, vete al gimnasio, que tienes una barriga... Hay gente que cree que sabe todo después de leer el libro. Pero esto es estética, elegancia, glamour, olores, sensibilidad. Hay que empezar desde uno mismo, hay que mirarse al espejo. La verdad es que ha banalizado un poco el BDSM.

En su visita a Málaga viene a presentar un libro, 'La crueldad puede ser exquisita', de Arturo Roca. ¿De qué trata?

Pues se trata de una dómina que vive entre Barcelona y París, como yo; que tiene un pasado difícil, como yo...

Entonces, ¿se basa en usted?

No, pero algunas pinceladas sí que recuerdan a mi vida. El libro es una trilogía y la historia es de uno de mis esclavos, que empezó a darme la lata y a decirme que había escrito un libro y que si podía ayudarle. Le dije que mis contactos valían mucho. No pensaba hacerle ni caso, pero me pasó el primer capítulo y me gustó, así que hablé con el editor. Le dije que tenía que ver a este chico y me preguntó que por qué, porque este hombre no suele conceder entrevistas. Le dije que el libro había conseguido engancharme y que leyendo el primer capítulo ya me estaba tocando.

Una razón convincente.

Es que soy una mujer con la sexualidad muy a flor de piel.

¿Y puede haber placer y dolor sin sexo?

Claro, de hecho yo en mis sesiones no practico sexo con mis esclavos, porque si no seguiría dedicándome a la prostitución y ya hace mucho que lo dejé. Yo solo excito su imaginación, como buena psicóloga. Ellos pueden tener una eyaculación porque los llevo al climax con buenas sensaciones y pueden tener un orgasmo por lo que les digo o besándome los pies o apretándole un pezón...

¿Cómo se dedica alguien a esto profesionalmente?

Ofrezco sesiones y mis esclavos me pagan un tributo. Yo elijo a mis esclavos. Les paso un cuestionario y atiendo a quien me da la gana.

¿Y tiene muchos esclavos?

Tengo muchos actualmente, uno incluso en EE UU. Y tengo un 24/7 desde hace seis años.

¿Qué es un 24/7?

Un esclavo que está disponible para mí 24 horas, 7 días a la semana 365 días al año. Y además el 24 de julio es el día mundial del BDSM. Y también es mi cumpleaños. Este último julio cumplí los 50.

Parece que estaba usted predestinada.

Eso me dicen, es una casualidad.

¿Qué le exige a sus esclavos?

El esclavo no puede mirarme a los ojos, tiene las manos siempre detrás de la espalda, cuando le llamo tiene que ponerse ante mí de rodillas...

Usted practicar sexo así, en la postura del misionero, como que le parecerá aburrido.

Por su puesto que puedes mantener relaciones sexuales normales. Pero mira, el que prueba esto no sale, y además es un ingrediente estupendo para la relación de pareja. Es lo mismo que si te dieran de comer todos los días pasta hervida. No echas de menos otra cosa porque no conoces nada más. Pero con el BDSM cambias de menú todos los días. Pruebas juegos de pezones, experimentas con la sensibilidad, con el gusto, sientes el calor, haces cosquillar con una pluma... Hay más variedad.

¿Cuáles son sus límites?

Yo experimiento con todo, algunas cosas me gustan más y otras menos. Hay gente a la que le gusta jugar con electricidad, pero yo lo odio. Otra disfruta de lo lindo con una rueda que tengo en mi estudio gira 360 grados. Yo no la puedo ni ver. Pero hay tres cosas por las que no paso. No hago copro -defecar sobre sus esclavos-, zoofilia y pedofilia. En el BDSM vale todo pero no toco niños, ni animales ni copro.

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