Una inesperada balsa de aceite

El mapa del centro de Roma que circulaba desde hace unos días auguraba lo peor. Hacía pensar en la capital italiana como en un campo de batalla que se disputaban diversos ejércitos. Cada uno estaba marcado por un color diferente: el rojo, para los federalistas europeos; el naranja, para los izquierdistas contrarios a la UE; el mostaza, para los comunistas; el verde jade y el azul oscuro, para dos grupos distintos de neofascistas.

Al norte de los cuadrados que marcaban la presencia de estos supuestos ejércitos y de las líneas que preveían su trayectoria por las calles de la Ciudad Eterna aparecían dos manchas de color: la Zona Azul, en torno al Palacio del Campidoglio, sede del Ayuntamiento romano; y la Zona Verde, dibujada alrededor del Palacio del Quirinal, sede de la Presidencia de la República.

Este mapa multicolor reflejaba los lugares donde tuvieron lugar las cuatro manifestaciones y dos concentraciones que se produjeron ayer en la capital italiana con motivo del 60 aniversario de la firma del Tratado de Roma. La imagen daba miedo y auguraba lo peor, pero al final no pasó nada.

Los 5.000 policías desplegados mantuvieron la seguridad en todo momento y no se registraron incidentes. Ayudó a que no se desmadrara la situación la detención temporal de varios cientos de militantes anarquistas provenientes del norte del país y de otras naciones europeas que pretendían llegar a Roma en trenes y autobuses para participar en las marchas. Fueron además encontrados, escondidos en diversos puntos de la ciudad, bolas metálicas y material incendiario que los radicales hubieran usado contra las fuerzas de seguridad en caso de enfrentamiento.

Con el éxito de ayer, las autoridades demostraron que han aprendido la lección respecto a lo ocurrido en diciembre de 2010, la última vez que en Roma se produjeron otras seis manifestaciones el mismo día. Aquellas protestas, convocadas contra el Gobierno de entonces, liderado por Silvio Berlusconi, acabaron en una batalla campal con 100 heridos, la mitad de los cuales eran policías, 41 detenidos y más de 20 millones de euros en daños materiales, sobre todo coches quemados y escaparates de tiendas reventados.

La manifestación que en teoría podía resultar más peligrosa ayer era la que partía de la Pirámide Cestia, en la zona sur, pues se temía que se infiltraran en ella militantes del Bloque Negro o de otros grupos radicales. Se esperaba que fueran unas 8.000 personas las que marcharan bajo el lema 'Euro Stop' desde las dos de la tarde, pero a esa hora no había más que unos pocos cientos de manifestantes, rodeados por un número tal vez mayor de periodistas y de policías.

Antes de agarrar un megáfono para enardecer a voz en grito a los presentes delante de la Pirámide, Andrea, un chaval de unos 20 años que se gana la vida como profesor de italiano para extranjeros, contaba que la UE es «opresora» porque está controlada por «la oligarquía y por los bancos». No salvaba nada del club europeo, y eso que disfrutó de una beca Erasmus en Granada. Cuando se le plantea la contradicción, se excusaba diciendo que «cada persona tiene un desarrollo de vida».

Un discurso más optimista se destilaba en la 'Marcha por Europa', una convocatoria a favor de una mayor integración. Fue la sorpresa del día: se esperaban unas 1.500 personas, pero fueron más de 5.000. «¡Europa federal de inmediato!» y «¡Europa unida!» fueron algunos de los eslóganes que gritaron los participantes. Había jóvenes y también personas mayores, como dos matrimonios sesentones alemanes que decían que había «mucho que celebrar» y que se nos estaba olvidando todo lo bueno que ha portado al Viejo Continente el nacimiento y desarrollo de la UE.

Varias capitales europeas también conmemoraron ayer el aniversario del Tratado de Roma con manifestaciones ciudadanas. Por ejemplo, miles de manifestantes marcharon en Berlín en apoyo al proyecto europeo.