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madrid.
Jueves, 17 de diciembre 2020, 00:14
La celebración ha sido de lo más íntima y discreta, pero aún así, Felipe de Grecia y su ahora esposa, Nina Flohr, han logrado estar acompañados por algunos de sus seres queridos en uno de los días más importantes de su vida. La pareja se dio el 'sí, quiero' hace unos días en Suiza. Lo hicieron en la más estricta intimidad, tal y como recomiendan las normas sanitarias del país, acompañados únicamente por el padre del novio, el rey Constantino, y el padre de la novia, Thomas Flohr, un multimillonario empresario, propietario de la compañía de aeronaves VistaJet.
El enclave elegido para la ceremonia civil fue uno de los salones del hotel Badrutt's Palace, un lujoso establecimiento de cinco estrellas situado en la Engadina, la región donde se ubica la prestigiosa estación de esquí de St. Moritz, a cuyas pistas tiene acceso directo. Para la ocasión la novia eligió un sencillo traje de chaqueta blanco y corto de tweed, que acompañó con un lazo en el pelo del mismo color.
Tras la sencilla y privada ceremonia civil, la pareja sí tuvo una pequeña celebración junto a sus seres queridos.
Según la revista '¡Hola!', aproximadamente una treintena de invitados se dieron cita en otro de los salones del mismo hotel. Entre esos familiares y amigos se encontraba la infanta Cristina, prima del novio, que habría acudido acompañada por su hija, Irene Urdangarin. Y es que Felipe de Grecia y Dinamarca, de 34 años, es el hijo menor de Constantino de Grecia, hermano de doña Sofía y por tanto su sobrino, que siempre ha estado muy unida a su familia, algo que se ha traducido en una estupenda relación entre sus hijos y sobrinos.
Los recién casados han sorprendido con una boda íntima, como marcan los tiempos de pandemia, aunque su compromiso fue anunciado públicamente en septiembre. Tras una larga relación, Felipe y Nina se comprometieron el pasado verano en la isla griega de Ítaca y ahora le han puesto el broche de oro a su relación con una boda sin la pompa, el boato y toda la realeza que muchos hubieran esperado en otras circunstancias, pero con todo el romanticismo.
La futura princesa griega, de 33 años, trabaja con su padre, como creativa de VistaJet. Reparte su tiempo entre Londres -donde se conoció la pareja y probablemente fijen su residencia-, Saint Moritz -donde su padre posee una gran mansión-, Nueva York y Mozambique. Allí es donde Nina ha decidido echar raíces y ha levantado un 'ecoresort'.
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