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Muere Gabriel Marshall, el niño con cáncer cuyo padre se tatuó su misma cicatriz

Muere Gabriel Marshall, el niño con cáncer cuyo padre se tatuó su misma cicatriz

La imagen de ambos se convirtió en viral hace dos años generando una ola de apoyo y solidaridad en Facebook

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Jueves, 8 de febrero 2018, 11:50

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La historia de Josh Marshall, el padre que se tatuó en la cabeza la cicatriz de su hijo Gabriel, un pequeño de 8 años de Kansas operado de un tumor cerebral maligno, conmocionó hace dos años las redes sociales. La foto de ambos compartida por este progenitor se hizo viral generando miles de mensajes de solidaridad. El pasado martes y tras una larga lucha Gabriel falleció. Ha sido su propio padre el que ha querido dar la triste noticia mediante una emotiva publicación en Facebook.

En dicho mensaje colgado en su muro, Josh se despide de su hijo y reconoce que se siente destrozado: «No solo he perdido a mi hijo sino a mi mejor amigo», ha señalado al tiempo que ha recordado el sufrimiento que llevaba padeciendo en la última semana y media de vida. «Estos días han sido un absoluto infierno», ha reconocido en la conocida red social. En este sentido, ha añadido que el domingo tuvo que ir a Urgencias ya que había perdido la movilidad sobre el lado izquierdo de su cuerpo.

«El lunes se levantó para ir a la consulta de su médico y se encontraba algo malo», relató. «Posteriormente, gracias a su amigo Grady y al encuentro con su doctor se animó y acabó el día bromeando y riéndose» añade este progenitor que acompaña su publicación con distintas fotos del menor con rostro sonriente junto a él. Al salir de la clínica, el niño pidió a su padre que le llevara a Toys 'R' Us. Fue camino a casa, tras haber comprado una pistola de juguete, cuando Gabriel empezó a sentirse cansado. Se quedó dormido en el coche y, cuando su padre fue a despertarle, no abrió los ojos. "Hasta luego, bebé", se despide Josh.

Josh Marshall y el pequeño Gabriel removieron las redes cuando el primero decidió tatuarse la cicatriz de su hijo en la cabeza. La huella visible de la operación a la que se había sometido el menor. No sólo se trataba de apoyar a su retoño, sino de que recuperara la confianza en si mismo tras un duro postoperatorio ya que se veía «como un monstruo».

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