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Lunes, 16 de enero 2017, 11:08
La sorpresa fue mayúscula, gigante. Muchos dicen que le salió el tiro por la culata. La historia de Sandrine Devillard, una agente parisina inmobiliaria que se casó con un millonario ermitaño francés de un pueblo de los Alpes, Marcel Amphoux, es rocambolesca. El desdentado hombre, según publica el diario británico 'The Telegragh', vivía por decisión propia como un ermitaño, sin lujos y solo, aunque tenía una amplia fortuna. Se conocieron precisamente cuando ella se acercó al hombre para comprar sus propiedades situadas en los alpes suizos. El hombre se negó a cerra la operación pero, al parecer, iniciaron una relación que acabó, al poco tiempo en campanas de boda. Muchos dudaron entonces de las intenciones de la refinada mujer.
Sin embargo, tras la muerte de su marido en un accidente de tráfico en 2012, Sandrine Devillard se llevó un jarro de agua fría al comprobar que el hombre no le había dejado nada. Absolutamente nada en herencia. Marcel dejó cinco cabañas a sus vecinos y, el resto de sus posesiones a una prima. A su mujer la había desheredado. Por ello Sandrine decidó llevar a los tribunales el testamento de su marido pero ahora un tribunal francés ha dictaminado que el testamento es "genuino", según informan medios franceses.
Marcel tenía un aspecto descuidado (incluso le faltaban algunos dientes) y vívía sin luz ni comodidades mientras que ella era refinada y elegante. Por ello los vecinos dudaron de sus intenciones desde el principio. Antes del fatal accidente de su marido y para dejar atrás los rumores, Sandrine Devillard incluso grabó un vídeoclip para airear su amor a los cuatro vientos por el ermitaño.
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