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Los resultados definitivos de las elecciones andaluzas han dejado una pregunta flotando en el aire de las calles malagueñas. «¿Quién ha votado a Vox?». La formación de derecha radical ha irrumpido con fuerza en el parlamento de la región con unos sorprendentes doce representantes, dos de ellos provenientes de las listas de Málaga. En la calle, en los barrios, cuesta encontrar a aquellos que metieron la papeleta en el sobre, pero están ahí, sin un perfil concreto y un factor común: un desencanto extremo con el sistema político y los partidos tradicionales que ha desencadenado en una voluntad de cambio que va más allá de ideologías y colores.
Francisco Domínguez, jubilado
En el mercado de Huelin, Francisco Domínguez apura la hora de cierre para las últimas compras del día. Vive en Nueva Málaga, lleva varios años jubilado tras toda una vida «en la clase media-baja» trabajando en el sector inmobiliario. «Veo en Vox la solución a muchas de mis preocupaciones y hablan de los problemas reales de la gente», como la inmigración sin control o la centralización de algunos asuntos que han quedado en manos de las autonomías, como la sanidad y la educación, donde «se han perdido los papeles». A sus 65 años, ha votado al Partido Popular –»que me ha decepcionado»– y del PSOE (con mismo resultado), y lo que le ha llamado la atención de la nueva formación es la reivindicación de valores y principios «que se han perdido en España»: «He votado a Vox para que no se pierda la esencia de España, y yo me siento andaluz y malagueño al 100%».
En cuanto al término 'extrema derecha', asegura que se utiliza de forma indiscriminada e injusta. «Dicen que ha ganado la derecha radical, pero cuando gana la izquierda el ciudadano ha votado, pero mi voto lo rechazan», apunta. «Tengo ya una edad y he vivido todos los regímenes posibles, he sido progresista y no creo que esta gente sea extrema derecha».
En el apartado de la inmigración, Domínguez asegura que las propuestas de Vox no deben ser tachadas como fascistas, ya que hace falta que quienes llegan a España lo hagan «de forma ordenada», sin he haya que renunciar a la solidaridad.
El resultado de la derecha en Andalucía le ha pillado «por sorpresa» ya que nunca había imaginado que el PSOE fuese destronado tras 36 años de gobierno: «Creo que ya era hora de un cambio, era una red, quiero que un funcionario lo sea porque se lo ha ganado en unos exámenes, no las empresas puestas a dedo, ya veremos todos los directores saliendo de sus puestos». Asegura que su voto no es incondicional: «Si esta gente no hace lo que ha prometido, volveré a votar en blanco, como he hecho las tres últimas elecciones».
Juan Ibáñez, jubilado
Con varias bolsas en la mano, Juan Ibáñez está a punto de salir del mercado de Huelin. Lleva toda la vida apoyando al Partido Popular, pero en estos últimos comicios ha cambiado de parecer. «He votado a Vox para ver el cambio, a ver qué solución plantean para el país». Confía en que la nueva formación erradique la «pobreza y la miseria» de Andalucía. Lleva varios años jubilado tras haber dedicado casi toda su etapa profesional a trabajar en una fábrica textil de Intelhorce, pero no cree que sea extrema derecha.
«Tal y como está la cosa hace falta cambiar, me habría dado lo mismo votar al PP que a Vox, porque los veo de ideología parecida». Cree que habrá un cambio real gracias a la mayoría que suman los tres partidos de derecha frente a la izquierda y se confiesa «ilusionado» por las puertas que se abren en el nuevo escenario político, pero prefiere no entrar a valorar los matices de la formación a la que ha dado su apoyo: «Yo solo quiero un cambio, es lo único que quería cuando fui a votar».
Administrativa, polígono Guadalhorce
Una trabajadora de 35 años del polígono Guadalhorce (que prefiere no revelar su identidad), explica que se decidió por Vox en el último segundo. Antes de estas elecciones era votante asidua del Partido Popular, pero ya había descartado a su antiguo partido por la corrupción, al igual que al PSOE. «Iba a votar a Ciudadanos pero de buenas a primera elegí a Vox porque Ciudadanos ya no me convence», explica.
Natural de Río Gordo y administrativa en una empresa del parque, cree que el resultado que ha conseguido la nueva formación en el parlamento andaluz será suficiente. «Por lo menos que haya alguien metiendo caña», apunta. Preguntada por el ideario del partido, admite que apenas se ha leído sus propuestas. «Ha sido un voto por el cambio y por dar por saco, pero no creo que sean tan ultras como dicen». El apartado de la erradicación de la ley de violencia de género la sorprende en mitad de la conversación. «No creo que en la época en la que estamos y con todo lo que hemos conseguido esta gente venga ahora a ir marcha atrás», dice, sin saber que forma parte del ideario general de Vox. Suspira, y repite: «No me va mucho la política, así que no me leí muy bien los programas».
Benito Cabanillas, propietario de un taller
«Me había decidido por Vox pero vi la papeleta del Partido Popular y cambié de opinión». Benito Cabanillas, propietario de un taller con 77 años, acaba de terminar de comer en el polígono Guadalhorce. Se había decidido por el nuevo partido por una sencilla razón: «Son de los míos, de los antiguos», apunta, y advierte que de cara a los próximos comicios no cambiará de idea en favor del nuevo partido. «Fue cuestión de la primera papeleta que vi».
«Yo juré la bandera de Franco y no me arrepiento, sigo con mi idea, hay que cambiar algunas cosas», argumenta antes de marcharse. Tras el, otro trabajador de la zona explica que sí, que ha votado a Vox, pero que prefiere no compartir sus argumentos.
Ricardo Sánchez, director financiero
«Quiero que Vox cumpla lo que dice en su ideario, entre lo que está pelear contra las comunidades autónomas, con lo que estoy muy de acuerdo, es un foco de corrupción». A sus 49 años, Ricardo Sánchez, director financiero de una empresa del polígono Guadalhorce, se ha leído concienzudamente los programas electorales. «Veo muy bien que se regule la inmigración ilegal, es necesario», añade. En cuanto al término 'radical', se desmarca: «En absoluto me identifico con eso, hay una perversión del lenguaje muy fuerte».
Antes de votar a Vox era afín al PP, pero ha decidido dar un «castigo» por la corrupción a nivel nacional. Confía en que haya un pacto de derechas en Andalucía: «Si miras el programa de Vox, no hay nada tan extremo». Asegura que hay «ciertos derechos sociales» que aunque promuevan su cambio «no lo conseguirán». Se refiere al colectivo LGTBI y a las mujeres, que no perderán lo que han conseguido. «Lo sensible está en los focos de corrupción que son las autonomías y la falta de voluntad clara a la hora de controlar a los inmigrantes ilegales».
Vecina de la Malagueta
Una vecina de la Malagueta, que muestra su rostro pero prefiere utilizar María como nombre ficticio para este reportaje, asegura que Vox es «el único partido que está defendiendo España». Considera que si Ciudadanos y PSOE tratan de constituir un gobierno dejando de lado a PP y a la nueva formación, serán «unos impresentables y deberían echarlos de España». «Yo no era de Franco ni de nada, pero esta gente dice las cosas claras porque esto se está yendo de madre», afirma tras tachar a Rajoy de «traidor» por cómo se apartó el día de la moción de censura. «Nos ha traicionado a los votantes del PP y a toda España». Además de «haber robado», ha conseguido que ella y «muchos otros votantes», queden desencantados con el partido y nunca más vuelvan a votarles.
En cuanto a la definición de Vox como extrema derecha, cree que no hay que tenerle miedo, al igual que nadie reacciona ante la extrema izquierda. «Pedro Sánchez ha dado un golpe de estado pactando con los radicales y está haciendo lo que le da la gana».
María García, ama de casa
El caso de María García, que acaba de comprar en uno de los puestos del mercado de Huelin, es peculiar. Es ama de casa, natural de Etxebarría de Huelin: «Me gustaría haber votado a Vox, pero finalmente me decidí por Ciudadanos». En el momento decisivo se decantó por su antigua formación naranja, pero admite que se arrepiente. «Vox me gusta mucho, pero lo que no me gusta es lo que dicen sobre las mujeres y la pérdida de derechos en los casos de maltrato».
Por lo demás, «de corazón», comulga con el resto del ideario. «Lo siento en el alma, pero los inmigrantes ilegales no pueden tener los mismos derechos que nosotros». Aunque ha votado a Ciudadanos, además del PP y PSOE, pero la corrupción ha terminado de apartarla de los partidos convencionales. Por elll, aunque el domingo se arrepintió en el úñtimo momento, García lo tiene más que claro, en las próximas elecciones no le temblará el pulso y apoyará al partido de extrema derecha.
Los doce parlamentarios de Vox le animan a pensar que habrá un cambio real: «Hay que frenar la inmigración, hay que controlarla de verdad». Tras explicar su postura recuerda un incidente reciente con «un negro» que presuntamente la avasalló en plena calle sin motivos.
Carlos Robles, comercial
A las puertas de un restaurante del polígono Guadalhorce, Carlos Robles revela su voto: «He apoyado al PP, pero muchos de mi entorno se han ido a Vox». Exempresario y comercial, de 52 años, no se ha mudado de siglas porque se considera «más conservador»: «Tengo mi línea, pienso que aquí tendemos a la moderación y que este partido es una cosa puntual, que no va a durar».
En cuanto a la gente de su círculo que ha votado al partido de extrema derecha, cree que está justificado en el actual Gobierno central. «Se han volcado con la extrema izquierda y ha despertado demonios que estaban enterrados; ¿a quién le interesaba mover a Franco? eso ha despertado a la extrema derecha que estaba ahí, tranquila». Aun así le parecería bien que que el PP pactase con Vox en aras de expulsar al PSOE del poder en Andalucía, ya que la mayor parte del programa sería moderado aunque tuviese comas y puntos de Vox».
Considera que el ideario de la nueva formación «no se aleja demasiado de lo que se vive en la calle». A su parecer, la gente está «muy quemada con la inmigración, con que se cuele aquí todo el mundo, con las pagas que tienen los inmigrantes frente a los malagueños que no tienen para comer». Asegura, además, que no cree que sea justo llamar a Vox extrema derecha cuando a Podemos nadie lo tacha de radical en el lado contrario.
Mamen López
Con una pulsera del PSOE en la muñeca, Mamen López y sus hijas se disponen a comer en el polígono Guadalhorce. «Cómo hemos permitido que en Andalucía haya llegado la extrema derecha?, si somos una comunidad olvidada por Madrid, somos el culo del mundo, avanza todo menos nosotros, y ahora nos vamos a los tiempos de antes… no tenemos luces».
Considera que ha sido «un escarmiento» a los partidos actuales, algo que no habría sido necesario si se hubiese trabajado «con una buena unión». «El fundamento del socialista está encaminado a los trabajadores, la derecha va a defender lo suyo; el empresario va a pagarnos menos de lo que nos paga, no hay derecho». Aun así los respeta y confía en que lo hagan bien, o irá «de culo».
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