Rafael Doménech: «No hay que ser apocalíptico: nuestro sistema es viable»
El responsable de análisis macroeconómico de BBVA Research lleva años estudiando los efectos del aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población sobre el sistema público de pensiones
Nuria Triguero
Domingo, 4 de diciembre 2016, 01:21
Rafael Domenech es catedrático de la Universidad de Valencia y responsable de análisis macroeconómico del instituto de estudios de BBVA. Lleva años estudiando los efectos del aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población sobre el sistema público de pensiones. Por eso estuvo en el Comité de Expertos sobre el Factor de Sostenibilidad del Sistema Público de Pensiones, que ayudó al Gobierno a diseñar la reforma de 2013.
Últimamente hay mucho ruido alrededor de las pensiones y se escuchan mensajes apocalípticos sobre el agotamiento del Fondo de Reserva e incluso sobre la posible quiebra del sistema... ¿Cree que en España los ciudadanos tenemos un conocimiento real de cómo funciona nuestro sistema de pensiones?
Una encuesta que acaba de realizar el Instituto BBVA de Pensiones revela precisamente que un 71% de los españoles se considera poco o nada informados sobre la jubilación. Este es uno de los mayores retos que tenemos por delante para afrontar el envejecimiento de la población, el aumento de la esperanza de vida y los cambios demográficos que se van a producir con la jubilación de la generación del baby boom. Con las medidas apropiadas y mejor información, la sociedad vería que el sistema es viable. No hay que ser apocalípticos ni generar alarmas innecesarias.
¿Cómo le explicaría a un ciudadano de a pie qué es lo que pasa con la famosa hucha de las pensiones?
El sistema de pensiones ingresa menos de lo que gasta, lo que da lugar a un déficit. En los últimos años ese déficit se ha financiado vendiendo activos del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que popularmente se llama hucha de las pensiones. Las previsiones apuntan a que en 2017 el Fondo se agotará, pero sin que ello tenga efecto alguno sobre el pago de las pensiones: en lugar de financiar el déficit con el Fondo de Reserva lo haremos emitiendo más deuda pública. Lo que debe preocuparnos son las medidas que tenemos que implantar para reducir ese déficit entre ingresos y gasto en pensiones.
¿Es nuestro sistema de pensiones sostenible? ¿Y qué margen tenemos para reformarlo?
Nuestro sistema es perfectamente sostenible y viable, pero necesitamos introducir muchas mejoras para afrontar el envejecimiento de la población, como ya han hecho países del norte de Europa que son paradigmas del Estado del bienestar. Esas mejoras no solo fortalecen la sostenibilidad; también aumentan la eficiencia y transparencia del sistema, la equidad entre generaciones y personas de la misma generación y aseguran pensiones suficientes que eviten riesgos de exclusión social. Ahora tenemos margen para reformar el sistema, y cuanto antes lo hagamos más graduales podrán ser las medidas.
Al final, ¿se tendrán que financiar las pensiones vía impuestos y no sólo con cotizaciones?
Al final tendremos que converger a un sistema en el que las pensiones mínimas se financian con impuestos distintos a las cotizaciones, que hoy ya son más elevadas que en otros países europeos, y en el que la pensión media crezca menos que el salario medio, pues la proporción actual no es sostenible. Hay que entender que con lo cotizado durante unos 36 años de trabajo solo tendríamos para recibir una pensión que representase la mitad del último salario cotizado durante 20 años. Con datos de 2014, la esperanza de vida a los 65 años era de 19,3 años para los hombres y 23,5 años para las mujeres, pero esta esperanza de vida aumenta 16 meses cada década. Si vivimos más tiempo también tendremos que trabajar mas años.
¿Cuáles son las medidas que introduciría usted para reformar el sistema público de pensiones?
Hay que evitar parches que no resuelven el problema sino que lo mueven de sitio, como sacar las pensiones de viudedad y orfandad de la Seguridad Social a los presupuestos generales, o destopar las bases de cotización sin aumentar las pensiones máximas. Los cambios deben ser graduales y responder a una estrategia integral. Primero, con una tasa del desempleo de casi un 19%, la mejor forma de aumentar los ingresos de la Seguridad Social es reduciendo el desempleo. Segundo, no debemos revertir las reformas de 2011 y 2013. Tercero, hay que mantener y mejorar, cuando sea posible, la capacidad adquisitiva de las pensiones mínimas con impuestos distintos a cotizaciones. Cuarto, la pensión media tendrá que crecer menos que el salario medio. Quinto, tenemos que mejorar la eficiencia del sistema con medidas que permitan aumentar ingresos y reducir gastos. Sexto, hay que introducir medidas que incentiven el ahorro para la jubilación. Séptimo, debemos converger cuanto antes a un sistema de cuentas nocionales o individuales. Y ésta es la reforma más importante y urgente.
¿Debemos asumir que quienes se jubilen dentro de 20 años tendrán que complementar necesariamente la pensión pública con algún sistema de ahorro privado?
Sin duda, y hay muchas vías para ello. Necesitamos crear cuentas individuales de adhesión automática, con aportaciones tanto del trabajador como de las empresas en las que vaya trabajando a lo largo de su carrera laboral, independientemente de que la gestión de esas cuentas sea pública o privada. Muchas personas se sorprenderían del capital acumulado que podrían encontrarse en el momento de la jubilación si a los 25 años empezasen a ahorrar dos euros diarios.
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