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Se me abren las carnes (viejo dicho popular) cada vez que me paro a pensar en el Málaga. El 'milagro' de Tarragona me hizo creer ... en su momento que el equipo y todos los componentes del club habían tomado buena nota de ese infierno que es la antigua Segunda B, ahora casi sin nombre aunque responde al de RFEF, las siglas de sus responsables. Otros clubes que vivieron este calvario la temporada pasada, como Deportivo, Castellón y Córdoba, ahí están sacando pecho con más o menos fortuna, pero dando la sensación de equipos compactos que saben lo que quieren y, sobre todo, de lo que huyen. Es probable que el Málaga piense igual, pero no lo parece. El partido de hace dos lunes en Huesca fue casi definitivo para que se pongan en marcha todos los puntos sensoriales de nuestro organismo que avisan ya de que el peligro es inminente. Por si no fuera suficiente, equipos que rivalizan con el Málaga en la 'Operación Salvamento' huyen despavoridos de la quema, cada vez más cerca: el Castellón se permite el lujo de marcarle cuatro goles al Almería, y el Sporting gana con claridad a otro favorito, el Mirandés, en tanto que el Málaga sigue sin sin ganar dando la sensación de que los jugadores están 'fríos' ante el panorama por delante. Falta saber qué grado de culpa es aplicable al entrenador.
El pasado encuentro contra el Eibar fue otra ilusión rota cuando ya celebrábamos el ansiado triunfo. Lo peor fue que otro autogol hizo perder dos puntos, de platino en las circunstancias actuales. Hay que reconocer, sin embargo, que al equipo se le notó una mejor actitud. Seguiremos esperando contrarreloj.
Salvando las distancias (infinitas, millonarias) el caso se repite en el Málaga y el Real Madrid; o sea, en Sergio Pellicer y Carlo Ancelotti, dos técnicos de reconocida valía y experiencia que no saben ya qué tuerca tocar en la maquinaria de sus equipos para traducir en goles lo bonito que a veces juegan. Los madridistas estuvieron a punto de decir adiós también a la Liga, pero el gol de Valverde lo dejó para otro momento. En Málaga seguimos a la espera.
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