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La realidad no es que el pádel esté de moda, es que ha pasado de verse como una mera afición a entenderse como un modelo ... de negocio que está atravesando fronteras. Se sabe que España es el mayor exponente mundial de este deporte, sede principal del World Padel Tour y cuna de los mejores jugadores del mundo. Es un deporte apto para todo tipo de públicos y que cada vez capta más adeptos fuera del país, buscando algún día alcanzar el nivel que se ha conseguido y se sigue gestando aquí. Y uno de los grandes focos de atracción en el continente son los países nórdicos: Noruega, Dinamarca y Suecia.
En busca de otro estilo de vida, aunque ligado a este deporte, se trasladó allí una de las grandes promesas malagueñas del pádel, todo un talento que deslumbró en las categorías inferiores con dos títulos de campeón de España, dos de subcampeón del mundo y un flamante título mundial sub-18 junto al ahora asentado en la élite Momo González. Se trata de su compañero de generación José Carlos Gaspar. «Separamos nuestros caminos hace algo más de cuatro años y a él le fue mejor que a mí», cuenta en tono jocoso. El malagueño de 24 años es sincero. A veces mira a sus compañeros de generación como Coki Nieto, Javi Garrido, Momo González o el propio Ale Galán (número uno del mundo) con cierto recelo. «A Galán le ganábamos siempre. No nos ganó un partido en toda la época de menores y ahora míralo». Es complicado aceptar que sus caminos se hayan tornado tan diferentes. «Al principio duele, porque hace unos años estábamos todos los de la misma generación más o menos nivelados y, a ver, por el ego claro que duele. Te pones a pensar: 'Yo he estado al mismo nivel que este tío. ¿Por qué el sí llega (a la élite) y yo no?'. Luego hay muchas presiones y es complicado de llevar… Pero no todos pueden ser los mejores, hay gente con más talento y ya está. Yo intentaré llegar lo más alto que pueda», valora.
Gaspar ha llegado a ser el número 72 del World Padel Tour. De hecho, esta misma campaña estuvo en el puesto 77.º, aunque tras unos torneos en el dique sequo, mientras se recupera de una lesión de rodilla, ha bajado hasta el 94.º. «Por mi posición en el ránking, no podía vivir de esto en España. Tenía que buscarme otra forma de ingresos o dar clases o algo, pero yo quería competir, no dedicarme a dar clases, así que a través de un amigo me vine a Suecia a principios de este año». ¿Y por qué este cambio a pesar de que el joven deportista adora su tierra. ¿Sencillamente para darse una oportunidad profesional diferente?. Actualmente, Gaspar, graduado en Administración y Dirección de Empresas y con un Máster en Bolsa y Mercados Financieros, ha conseguido que un selecto club de Estocolmo lo 'fiche' como imagen corporativa del Ascaro, un centro de ocio y pádel 'indoor' situado en la azotea de un centro empresarial y comercial, con un escaso año de existencia. «En Suecia hay una burbuja brutal con el pádel y pasa una cosa curiosa. Conocen a los 'top' mundiales, como Lebrón y Galán, pero luego el público sueco conoce más a los jugadores que venimos al país que a otros grandes del ránking mundial. Si te haces un nombre aquí, te puede ir bastante bien», asegura.
Gaspar continúa relatando algunos aspectos de la evolución de este deporte en el país: «Los clubes 'indoor' son de 15 o 20 pistas y están llenos desde las siete de la mañana. Están haciendo clubes 'a punta pala', están con el pádel encantados». En este sentido asegura: «Ahora mismo, soy el mejor jugador del World Padel Tour viviendo en Suecia. Entonces intento mantener una imagen y no impartir tantas clases y eso, sino labrarme una imagen personal». Más allá de eso, se entrena a diario, compite en el circuito nacional sueco, en torneos de exhibición, clínics y también en las fases previas del World Padel Tour, cuando su estado físico lo permite. «A mí todavía me falta un poco de tiempo para conseguir todo lo que quiero aquí, pero me va muy bien».
Además, tiene proyectos de futuro en Suecia. Y es que en este tiempo se ha percatado de que, pese a la afición que se está generando y la inversión que están dispuestos a realizar los suecos, el pádel no está profesionalizado allí en cuanto al alto nivel de competición se refiere. El joven malagueño ansía con emprender en este aspecto, aprovechando sus conocimientos deportivos y también financieros y empresariales: «Para el año que viene, me gustaría ayudar a crear un Centro de Alto Rendimiento de pádel. En España siempre se busca lo más barato. Aquí cada dos meses están comprándose las mejores palas, las clases particulares te valen 100 euros… ¡Una barbaridad». Y continúa enumerando proyectos: «Además, también me gustaría llevar a suecos a España, a Málaga y a Marbella, a aprender pádel. A ellos les encanta y además les parece todo más barato. El nivel de vida no tiene nada que ver en un sitio y otro». No es el primero ni será el único español o malagueño en explorar este modo de vida, un negocio con presente y cada vez con más futuro a nivel internacional.
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