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Tras el pitido final en la victoria de España sobre República Checa en La Rosaleda surgió un intrépido protagonista que se convirtió en una de ... los muchos momentos de la noche. Un niño saltó al césped en busca de abrazos y autógrafos de sus ídolos de la selección y lo consiguió gracias a la reacción de los futbolistas de La Roja, que impidieron que el personal de seguridad lo evacuara del terreno de juego cuando ya había conseguido ponerse a pocos metros de ellos.
El joven espontáneo afortunado se llama Juanjo. Tiene diez años y es de Torremolinos. Juega de portero en categoría alevín y el fútbol es su pasión. Dejó claro que no está dispuesto a dejar pasar las oportunidades que se le presenten para hacer realidad sus ilusiones. Y esta vez el objetivo era poder saludar a Unai Simón y conseguir algo suyo. Al final logró un abrazo, una pequeña conversación y su firma en uno de sus guantes que se llevó de casa.
«Dice que ahora necesita otros guantes para jugar porque estos ya no los puede usar y me ha pedido una vitrina donde ponerlos en su cuarto», relata a SUR Juanjo Moreno, el padre del protagonista. «Cuando me quise dar cuenta ya estaba en el centro del campo; durante la semana me dijo que quería saltar al campo, pero no pensaba que fuera verdad. Cuando se propone algo hace lo posible para conseguirlo», explica sobre la jugada de su hijo.
«No podía dormir de la emoción y por las ganas de ir al día siguiente al colegio para enseñarle el guante y la camiseta firmada a sus amigos. Estaba súper emocionado», relata Juanjo Moreno, quien agradece el trato de los jugadores. Contra pronóstico, dentro de la máxima alegría por vivir un momento inolvidable, el padre añade que el niño es inconformista y también se quedó con la pena de no haberle pedidos los guantes a Unai Simón y que le gustaría pedírselos para otra ocasión. Aunque ya sin tener que saltar al campo. «En el coche nos dijo que estaba un poco triste por todo lo que podía haberle dicho a los jugadores y no les dijo en el momento», comenta el padre.
Juanjo agradece especialmente a Sarabia, que fue el jugador de la selección que se interesó por pedirles a los encargados de seguridad que dejasen al joven aficionado saludar al equipo nacional en el centro del campo. Gracias a eso se convirtió en el invitado especial del final del partido. «No paraba de repetir que que buena gente es Sarabia», destaca Juanjo padre, quien ya es consciente de que la locura por el fútbol de su hijo va a crecer mucho más tras este episodio.
«Está todo el día pensando en fútbol y con una pelota; este año ha estado jugando en las escuelas municipales porque no hemos tenido mucho tiempo para llevar a entrenar y que compitiese como federado, pero después de este verano ya no nos quedará otra que llevarse a hacer las pruebas para entrar en el club de Torremolinos. La verdad es que es un gato de portero», concluye reconociendo que también se siente un poco abrumado por la repercusión que ha visto sobre este momento de su hijo.
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