Los currantes del Torremolinos, a dar la sorpresa ante el Sevilla

La gama de contrastes en los partidos de las primeras rondas de la Copa del Rey donde se enfrentan equipos con hasta seis categorías de por medio es impresionante. Es la gran esencia de la competición y el motor que la mueve antes de que entren en liza los peces gordos. Y en esa pecera sigue moviéndose, como un club modestísimo, el Torremolinos gracias a su histórico triunfo en la primera eliminatoria contra el Huesca. Fue una victoria trabajada y con oficio que se llevó en los penaltis, demostrando que pueden rendir más allá de lo que se espera de ellos, que son un recién ascendido a Segunda RFEF y su objetivo en la Liga es la permanencia.

Ahora quieren seguir desafiando a la gravedad con un rival más potente como es el Sevilla, que este curso ha venido a menos pero que aun así ha competido en Champions y tiene uno de los presupuestos más altos del fútbol español. Una mensualidad de uno de sus jugadores de nivel medio bien podría superar a la tesorería del Torremolinos, donde una parte del vestuario compagina el fútbol con otro trabajo. Currantes como el capitán, Javi Amaya, que es uno de los que más dificultad tiene siempre para cuadrar el calendario de partidos y entrenamientos con el de su empleo como operario en el aeropuerto de Málaga en los mostradores de facturación.

Pero son más los perfiles que encontramos en la plantilla torremolinense, donde hay un aprendiz de peluquero, un estudiante de Ciendas de la Actividad Física y el Deporte, un abogado, un opositor a policía y varios entrenadores de categorías inferiores. Por eso el entrenador, Ibón Arrieta, tiene que ser flexible para atender las necesidades de sus jugadores y hacer encaje de bolillos para mantener la armonía. Aunque en general todo esto se lleva con mucha naturalidad en un vestuario donde se mezcla un amplio grupo de jugadores jóvenes que están apostando por su carrera futbolística en exclusiva y otro sector de veteranos que ven cerca el ocaso y ya han empezado a planificar su vida de después de jugar al fútbol. A los que se dedican de forma exclusiva, los salarios no dan más que para lo básico y la ayuda familiar o los ahorros son clave.

El relato de Javi Amaya es uno de los más potentes: «Los turnos me los van dando semanalmente y cada lunes es una odisea para cambiar con los compañeros, que son muy solidarios y me hacen favores para que pueda entrenar todos los días. Y para los partidos llamo a la empresa con antelación y me respetan para poder ir con más facilidad. Supone mucho estrés llegar a cada inicio de semana con la incertidumbre de ver qué me encuentro. Hay días en que no puedo cambiarlo y entreno en otro momento o voy casi sin dormir. El entrenador tiene tacto para ayudarme a compaginarlo», explica.

«Imagino que cuando algunos de los jugadores del Sevilla se enteren de cómo es nuestra vida se impresionarán porque tenemos que andar con estos problemas. Pero al final es lo que consigue la Copa, que da visibilidad también a los que nos podemos dedicar en exclusiva a esto. Aunque yo me considero profesional como los de Primera porque le dedico todo el tiempo que puedo, y más muchas veces. Claro que hay diferencias y se notarán en el partido, pero lo supliremos con las ganas e ilusión que tenemos», expresa Amaya, el más arraigado al club, con ocho temporadas seguidas.

«Es un partido que para muchos de nosotros va a ser el de nuestras vidas porque no sé si alguna vez más nos enfrentaremos a un equipo como el Sevilla. Luego espero que lo compitamos al máximo hasta el punto de llegar bien a tener nuestras ocasiones y aprovecharlas, que seguro que las vamos a tener. El Pozuelo es un campo que se lo pondremos complicado», opina el '10' del conjunto verdiblanco.

El portero Amador es el estudiante de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte del equipo verdiblanco. Tras varios años centrado en el fútbol, recientemente se ha volcado en sacar su carrera universitaria adelante y es un ejemplo del estrés de compaginar ambas cosas. «Durante todo el año me organizo dejando las mañanas para el fútbol, para entrenar. Y luego desde primera hora de la tarde me pongo a estudiar, porque siempre tengo tareas que hacer. Pero esta última semana ha sido más intensa porque he tenido exámenes finales y he tenido que echar muchas más horas de estudio», explica en una conversación con SUR.

«El míster, Ibón, siempre ha sido muy flexible y se ha puesto en nuestra piel. Él ha vivido lo mismo que nosotros, ha vivido situaciones jodidas a la hora de compaginar, y empatiza con nosotros. Yo creo que incluso si estuviéramos en una Liga más arriba también sería igual. Entiende que nuestro contexto es diferente y que no es cuestión de que no queramos cumplir con el plan de trabajo del equipo, sólo que en muchos casos es imposible. Pero en general somos muy profesionales adaptándonos y dentro de las condiciones que tenemos», asegura Amador, que vivirá un partido especial.

«Es el partido más importante de mi carrera porque es la primera vez que me enfrento a un equipo de Primera División, pero además siempre es especial contra el Sevilla porque también fui canterano del Betis», detalla el paisano de Isco (que ayer rescindió contrato con el club sevillano). «Sí, los dos somos de Benalmádena y hemos jugado en el Benamiel, pero por edad no coincidimos mucho. Él conoce más a mi hermano. La camiseta que quiero es la de mi colega Dmitrović, que con él sí guardo una buena amistad del año que estuve en el Eibar. Estaba en el filial y entrené mucho con él. He ido a verle a Sevilla. Y va a ser bonito reecontrarme con él en este partido y enfrentarnos», cuenta con entusiasmo.

Miguelito aún sueña con elevar su techo en el fútbol, pero a la vez asume la realidad. «El mundo del fútbol es duro y si no das el salto a la élite hay que buscar alternativas. El contraste es brutal. Ellos viven exclusivamente para el fútbol, pero nosotros, al no ser profesionales, tenemos que tener otra actividad y en mi caso me decanté por la peluquería. Hacía varios años que quería formarme en esto y este año he podido ponerme con ello al venirme a jugar a Málaga de nuevo. Cuando me llamó el Torremolinos ni me lo pensé porque yo ya quería compaginar el fútbol con el trabajo», explica el malagueño.

«El único día que menos complicación tengo es el martes porque normalmente tenemos descanso. Pero el resto de días de la semana, de lunes a viernes, entreno desde las diez de la mañana hasta la una más o menos. Y luego el tiempo de ducharme y venir para la peluquería», recapitula mientras confiesa que «todavía no he pelado a ningún compañero del equipo, pero ya tengo cola de peticiones». concluye transmitiendo que el equipo «está en una nube» ante esta cita.

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