Marta Izquierdo: «No podemos dejar de estar locos, es la filosofía del MIMMA y de Miguel Ángel»

Siempre en un discreto segundo plano, la gestora y empresaria salmantina da un paso al frente para liderar un proyecto en el que está involucrada desde sus inicios, en 2002, cuando Piédrola la contrató para el primer montaje de la colección de instrumentos en el aparcamiento de La Marina. Ahora les corresponde a ella y a Piédrola padre asumir los nuevos retos del MIMMA. El más inmediato, la reapertura la semana que viene del laboratorio musical con experimentos de física del sonido. Para el futuro, la conversión en fundación para consolidar su lugar en Málaga. Y entre medias, exposiciones y proyectos innovadores que mantienen vivo el espíritu de su creador.

–Ahora da un paso al frente, pero está en este proyecto desde los inicios.

–En Málaga desde el principio. Cuando llegué no había nada, solo instrumentos. Miguel Ángel tenía la idea del proyecto y de cómo lo quería. Quería que fuera interactivo, que no pusiera tanto el foco en la colección sino en la música, en la experiencia.

–Le parecería un soñador...

–Pero te convencía completamente. Era genial para eso. Te implicaba en algo y ya lo hacías tuyo.

–El año que viene se cumplen diez años desde que se mudaron de La Marina al Palacio del Conde de las Navas en calle Beatas. ¿Hay previsto algún acto?

–Algo se tiene que hacer... (se hace un silencio, respira y continúa) Estamos demorando todas esas cosas que aún nos cuestan. Tengo que seguir hacia adelante, porque tengo tres niños y el cuarto que es este. Tienes que hacerlo porque hay mucha gente que depende de ti. Me acuerdo de él todo el rato, pero intentamos mirar hacia adelante. Cuando pasó, nunca me planteé la posibilidad de no venir a trabajar. Era mi obligación. Me lo planteaba cuando la gente me decía 'ah, pero ¿ya estás trabajando?'. Y yo pensaba, ¿es que había otra opción? ¡Cómo voy a dejar que esto se hunda!

–Debe reconfortar y ser satisfactorio continuar con un proyecto que para él significó tanto.

–En algún momento, me dará satisfacción. Aún no estoy en ese punto de poder sentarme tranquilamente y valorar esas cosas, todavía me duele demasiado. Son solo siete meses. Pero pienso que es mucho para que a mí me parezca que fue ayer. Sigo sin creérmelo...

–Miremos hacia adelante. El MIMMA continúa.

–Sí, y hemos hecho muchísimas cosas en estos siete meses. No hemos llegado aún a números de 2019, que fue un año de cifras récord, pero hay que tener en cuenta que a principios de este año ha habido aún varias olas de coronavirus y seguían algunas restricciones. En este primer semestre, las visitas han aumentado un 91% respecto al mismo periodo de 2021. Y estamos a un 24% de lograr lo que conseguimos en 2019.

–¿Qué retos tienen por delante?

–Nuestro gran proyecto será una exposición en torno a la música del cine en un nuevo espacio del museo, el que antes ocupaba la tienda, al final del recorrido. Siempre le hemos dedicado un rinconcito porque nos parece un tema muy importante, pero ahora queremos destacarlo más. Por otro lado, en el Living Lab queremos crear una especie de escenografía de estudio de grabación, que se pueda interactuar con ella, que la gente que venga pueda sentir que está en un estudio. Y, además, en 2023 vamos a recuperar los MIMMA Lab Sessions (grabaciones en 'streaming'), que empezaron en la pandemia y fueron un éxito. Los lunes por la tarde será el día de estudio de grabación, con el museo cerrado al público. Además, hemos renovado el programa educativo con nuevos talleres y nuevas modalidades de visitas, colaboraremos en el aniversario de la muerte de Picasso con la Casa Natal y hemos presentado a la Caixa un proyecto de una escuela de rock para la tercera edad.

–El MIMMA era un proyecto muy personal de Miguel Ángel Piédrola. ¿Cómo se suple eso?

–No se suple. El equipo lleva mucho tiempo. A todos nos metió en el proyecto, nos convenció y todos hemos aportado siempre. El enfoque lo tenemos claro, son 20 años y siempre ha sido el mismo. Cómo llegar, se puede hacer de muchas formas y no lo haremos igual que él, porque no somos él. Pero no perdemos el enfoque y se está haciendo bien. En muchos casos será como él quería y habrá veces que lo haremos de otra forma. Yo tengo mi forma de hacer. Al principio quería hacerlo todo exactamente igual que lo hacía él, pero es que yo no voy a ser buena si lo quiero hacer como lo hacía él, yo tengo mis habilidades, que son otras. Lo haré, con mis capacidades.

–La innovación era una de las obsesiones de Miguel Ángel Piédrola. ¿El MIMMA seguirá por ahí?

–Continúa. Este año hemos intentado estabilizar el barco, pero se siguen presentando proyectos. Son proyectos locos que seguimos con ellos, pero no se dicen por si acaso. No podemos dejar de estar locos. Si no nos reinventamos, esto se muere. Es la filosofía del MIMMA y de Miguel Ángel. Tenemos que atrevernos y arriesgarnos, pero con todo bajo control. Buscamos cómo hacerlo con poco presupuesto por si lo tenemos que hacer solos, y tiramos de imaginación. Al final saldrán cosas porque tenemos puestas semillitas que yo creo que germinarán.

–¿En qué punto está la relación con el Ayuntamiento (propietario del edificio y colaborador del museo con una aportación anual que ronda los 240.000 euros)?

–Estamos esperando la renovación del contrato con el Ayuntamiento. Queda una última renovación hasta 2034 y en este tiempo nos haremos fundación. Para consolidar el museo en la ciudad, lo más fácil es a través de una fundación con los fondos del museo.

–¿Ve a sus hijos continuando con el legado de su padre?

–Los dos mayores tienen perfil empresarial. Sí, les veo. Sería fenomenal, al final es el proyecto de su padre y están súper orgullosos de él.