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María Adamuz ha sido uno de los grandes descubrimientos del Teatro del Soho Caixabank, aunque no es una recién llegada. Tras 'Company', protagoniza 'Tocando nuestra ... canción', el divertido musical dirigido por Antonio Banderas que se representa hasta el próximo 21 de julio. Lo paradójico es que, pese a encabezar en Madrid los carteles de 'La Bella y la Bestia' a 'Chicago', esta marbellí que canta, baila e tiene una vis cómica desternillante sea, como casi todos los actores de musical, una desconocida para el gran público. De eso habla Adamuz en esta entrevista. Del sentido del éxito, de vivir de su profesión y de la dificultad de entrar en las series para los que vienen de las tablas. Y también de algo de lo que se habla poco cuando se pone sobre la mesa la conciliación. De los horarios encontrados del actor con la crianza de los hijos. Un dibujo de colores firmado por 'Leo', de cinco años, y pegado en el espejo de su camerino le saca una sonrisa cada vez mira a la esquina derecha mientras hacemos la entrevista.
–Su biografía dice que es de Marbella, pero leo que su ciudad natal es Málaga. ¿Me lo aclara?
–Es que nací en Málaga, en la Clínica Gálvez, al lado de la catedral. Pero soy de Marbella. Allí nació mi hermano, pero mi madre tuvo una mala experiencia en el hospital, así que cuando iba a nacer yo mis padres tiraron para Málaga.
–¿Y cómo acabó en Madrid?
–Por casualidad. Me gustaba muchísimo el mundo artístico y estudié en el conservatorio de Marbella, pero nunca pensé dedicarme a esto. Me fui a Inglaterra a estudiar inglés y, en las fiestas, me ponía a cantar y hacer tonterías. Siempre he sido muy payasa. Me decían que me tenía que dedicar a esto y fue un amigo el que me buscó escuelas de teatro musical en Madrid y Barcelona y me dijo: «Vete para allá». Y le hice caso.
–¿Y qué tal ese momento de decir: 'Mamá, quiero ser artista'?
–Pues se lo tomaron superbién, porque ya me veían artista de pequeña. Así que cuando les dije que me iba a Madrid, me apoyaron. A lo mejor por dentro dirían 'vamos a ver esta niña', pero a mí no me lo mostraron y se lo tengo que agradecer muchísimo. Gracias a eso estoy aquí, porque nunca me dijeron que estudiara una carrera o me quedara en Málaga.
–Y no le fue mal porque antes de terminar los estudios ya estaba en el reparto de 'We Will Rock You', ¿Lo del musical lo eligió usted y fue al revés?
–El musical me eligió a mí. De hecho, el día del casting me había saltado las clases y los profesores me llamaron para decirme que en la escuela había una audición. Fui, me cogieron y el segundo año de formación ya empecé de protagonista con 22 años. Además allí coincidí con Mikel –Fernández, su coprotagonista en 'Tocando nuestra canción'–. Y hasta ahora he ido enlazando un musical tras otro. Ahora que te lo estoy contando, me doy cuenta de que toda mi vida ha sido fruto de casualidades.
–Bueno, algo también habrá de talento personal.
–Claro. El artista nace. Luego te vas haciendo y hay que estudiar y coger experiencia, pero yo creo que hay una cosa que se tiene dentro. Eso es indudable. Si uno decide que va a ser artista y se pone a estudiar en la mejor escuela del mundo, podrá aprender mucho, pero también tiene que tener esa cosa con la que se nace.
–Para el estreno de 'Tocando nuestra canción' hizo la alfombra roja de amarillo. Veo que no es supersticiosa.
–Ja, ja, no. De hecho lo comentamos porque me dijeron que Antonio (Banderas) sí que lo era. Así que lo llevé al camerino, se lo enseñé y me contó una historia: «En una obra de teatro, con dos cojones –esto no lo pongas– me puse una camisa amarilla y me salió una función de puta madre (esto no dice que no lo ponga). Y luego me cogió Almodóvar para una película. Así que ponte ese vestido». Y como tenía la bendición de Antonio, fui 'palante'.
–¿Qué ha supuesto que Banderas se cruce en su camino?
–Pues un sueño. Los malagueños siempre hemos visto a Antonio con un cariño especial. Y yo, como además era actriz, había pensando si algún día tendría oportunidad de conocerlo. Y mira, decidió hacer este maravilloso teatro y cuando me llamaron para audicionar con Antonio creo que no he pasado más nervios en mi vida. Así que cuando me dieron el papel de Abril, imagínate el subidón. Y que ahora Antonio me llamara y me dijera que quería que hiciera el personaje de Sonia, le estoy agradecida. Y ya hemos pasado de ser compañeros a tener una amistad, así que lo considero parte de mi vida. Y sé que será amigo para siempre.
–¿Y qué tal como director? Tiene pinta de perfeccionista.
–Lo es, pero de la mejor forma. Hay gente que es muy exigente y lo mezcla con dureza. Pero Antonio es capaz de conseguir lo que él quiere y ser puntilloso con una sonrisa. Nos reímos mucho en los ensayos. Y como nos conocemos, él sabe qué cosas decirme para sacar lo mejor de mí y es muy divertido. Nos lo pasamos muy bien trabajando.
–En 'Tocando nuestra canción' da vida a una letrista sin éxito. ¿Qué es para usted el éxito?
–El éxito es estar satisfecho con lo que uno está haciendo, ya sea laboral o emocionalmente. En mi caso, poder mantenerse en este trabajo que es tan tan difícil ya es todo un éxito. Me considero una afortunada ya que desde que empecé a trabajar con 22 años, me he podido mantener. Para otras personas será ser famoso, pero el éxito para mí es esto.
–De hecho, usted forma parte de una minoría, porque solo un 8% de los actores vive de su trabajo.
–¡Cuántos compañeros están de camarero, camarera o en otras historias hasta que les sale algo. Afortunadamente, gracias al teatro musical tengo mi sitio.
–¿Hay demasiados actores o falta trabajo?
–Pues creo que los dos. Ahora somos más y no solo en Madrid o Barcelona, sino que ya hay escuelas en todas partes. Y también hay más trabajo, pero en la ficción española solo se le da la oportunidad a muy pocas personas, a los que son conocidos. No se nos brinda la oportunidad a todos los actores y actrices, que somos muchos, porque, por ejemplo, no me puedo presentar a la próxima serie de una gran cadena. Y por eso reivindicamos que los directores de casting abran el campo para hacer pruebas a más actores y actrices, ya que somos un montón, no solo las mismas caras de siempre. Ves al mismo actor o actriz en tres series distintas. Esa espinita la tenemos los actores de teatro. ¡Chiquillo, abre el campo!
–¿Los repartos se están llenando de 'influencers' ?
–De eso hablábamos el otro día en una conversación de un grupo de actores. Ahora también están el mundo de 'influencers' que tienen los estrenos de sus documentales a lo grande en los cines y tenemos más competencia. Pero bueno habrá que vivir con ello y mientras tengamos un huequito en el teatro, aquí estaremos.
–En 'Tocando nuestra canción' vuelve a mostrar su vis cómica. Parece que le sale natural.
–Soy muy cómica. Desde pequeña. Mi padre cuenta que estaba viendo 'Gilda' cuando me planté en mitad de la tele a imitarla. No pudieron terminar de ver la película de la risa. Siempre he hecho mucha comedia y me gusta. Le he cogido el gustillo y el punto. Me gusta más que el drama. Antes de 'Tocando nuestra canción' estaba haciendo un drama, 'Roca negra', con Juanjo Puigcorbé, y al principio en los ensayos pensaba: ¡Ay, amigo, cómo hecho yo de menos mi comedia! Luego le coges el gustillo también al drama, pero es otra cosa.
–¿En el día a día, es de las que se ríe o se toma las cosas en serio?
–Cuando le cuento a mis amigos mis historias o mis penas, siempre se parte de la risa. Algún día tengo que montar un monólogo. El sentido del humor es necesario en mi vida. Tengo mis sombras también y, como todo artista, mi 'subibaja' de emociones, pero sé reírme de mí misma.
–¿Qué sombra le acompaña?
–Pues mira, a veces lo paso mal intentando compaginar mi vida de madre que está sola con la actriz que soy. Esa es mi sombra, el sentimiento de culpa cada vez que vengo a un trabajo que para mí es maravilloso y dejo a mi hijo solo. Tengo mis momentos de tristeza porque no lo veo y lo tengo que dejar con los abuelos. No tenerlo conmigo y verle llorar me parte el alma. Tengo un conflicto entre María mujer, actriz y artista, y María madre. Llevar eso no es fácil.
–¿La conciliación es más complicada en su profesión?
–Admiro mucho el movimiento Malasmadres. Cuando se le da voz a la conciliación siempre se focaliza en las madres trabajadoras en un horario normal, dicho entre comillas. Pero también hay que visibilizar a la madre artista, porque el horario que tenemos es el contrario de nuestros hijos ya que cuando ellos salen del colegio es cuando nosotras entramos a trabajar. Para venirme a Málaga saqué a mi hijo el último mes del colegio para traérmelo. Lo pude hacer porque tiene todavía cinco años. El año que viene ya no podré. O me gasto una pasta en niñera o lo tengo el pobrecito mío viajando de un lado a otro.
–¿Se plantea la renuncia?
–Muchas madres lo han hecho teniendo un trabajo normal. Imagínate yo. A veces pienso si me estaré equivocando y si tendría que renunciar. No sé cuánto tiempo voy a poder mantener esta situación, pero no quiero dejar mi vida, porque me muero. Soy egoísta porque lo quiero todo: estar con mi hijo y seguir siendo mujer y artista. No sé cómo lo voy a hacer, pero lo voy a seguir intentando.
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