Amorós tras la entrevista con SUR antes de leer su discurso de ingreso Migue Fernández

La plaza de toros que diseñó Picasso

En su toma de posesión como académico de San Telmo en Málaga, Andrés Amorós desvela algunos detalles del «moderno» coso proyectado por el pintor con el torero Luis Miguel Dominguín

Jueves, 2 de marzo 2023, 00:19

Es bastante conocido que el toro juega un papel predominante en la amplia obra de Picasso en el campo de la pintura, el dibujo, el ... grabado o la escultura. Sin embargo, es más desconocido que el universal pintor malagueño hizo su incursión en el ámbito de la arquitectura con el diseño, junto a su amigo el torero Luis Miguel Dominguín y el arquitecto catalán Bonet i Castellano, de una plaza de toros. Un proyecto que finalmente no vio la luz pero cuyos detalles ofreció este miércoles el catedrático de Literatura Andrés Amorós durante la lectura de su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de Málaga bajo el título 'Picasso y los toros'.

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La amistad entre Picasso y Dominguín, según relató Amorós tanto en su discurso como en una entrevista previa con SUR, dio como fruto tres obras: la edición del libro 'Toros y toreros' con dibujos del pintor y textos del diestro; la película documental 'Le mystére Picasso', bajo la dirección de Henri-Georges Clouzot; y el diseño de una plaza de toros, cuyos planos se encuentran en el Colegio de Arquitectos de Cataluña para lo que contaron con el asesoramiento técnico de Bonet.

«La idea surge de Luis Miguel Dominguín, que era una persona muy inquieta y buscaba internacionalizar los toros, y le contó la propuesta a Picasso. Y las conclusiones a las que llegaron fue que debía ser una plaza moderna, del siglo XX, alejada de los estilos mozárabe, mudéjar o árabe, y a su vez inspirada en los anfiteatros romanos ya que a Picasso le gustaba mucho ir a los toros en Arles y Nimes; que debía hacerse no en el centro de una ciudad sino en los exteriores, barajándose hacerlo en la Feria de Campo, en la Casa de Campo de Madrid; tendría una planta circular con una parte subterránea. Además, tendría calefacción en los ladrillos, una cubierta móvil y una decoración en el contorno superior, visible desde el exterior, con grandes relieves cerámicos donde aparecerían, sobre un fondo rojo, los más importantes toreros de la historia», explicó Amorós.

Sin embargo, el proyecto nunca vio la luz. Sobre las causas, el académico aludió a que quizás no se encontró la financiación necesaria, aunque apuntó que lo más probable es que fuera porque la iniciativa necesitaba la presencia en Madrid de Picasso, exiliado en Francia por sus ideas. En este sentido, Andrés Amorós relató: «Luis Miguel Dominguín habló con Franco, con quien tenía amistad, y le intentó convencer con el argumento de que con los años la gente se acordaría de Picasso y no de Franco ni de Luis Miguel Dominguín y que era absurdo que Picasso no volviera a España. Franco le dijo que no le podía dar un pasaporte español a Picasso pero sí podía dictar una orden para que la persona que viniera con Dominguín pudiera cruzar la frontera sin problema. Tras decírselo Luis Miguel a Picasso, éste no se atrevió. ¿Por qué? Hay una razón que es que podía tener miedo a una represalia política. Mi opinión es que Picasso a lo que le tenía miedo es al que dirían el Partido Comunista de Francia y de España por venir a la España de Franco». En este sentido, cabe recordar que en 2006 Lucía Bosé, esposa de Dominguín, hizo unas declaraciones donde manifestó su voluntad de construir esta plaza en Málaga.

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El académico, en un momento de la entrevista. migue fernández

Una ciudad donde, como recordó Andrés Amorós en su intervención, Pablo Ruiz Picasso se aficionó a los toros. «A la plaza lo llevaba su tío, quien le decía al pintor que para llevarlo a los toros tenía que ir a misa y comulgar, a lo que Picasso le respondía que habría comulgado cien veces para ir a los toros», contó el ponente, quien recordó que en todas las etapas artísticas del pintor estuvo presente el toro y que su afición se acrecentó en la vejez, cuando vivía en la Costa Azul francesa.

«Para Picasso, la afición a los toros iba unida a la nostalgia y el vínculo sentimental con España»,

Andrés Amorós

«Para Picasso la afición a los toros iba unida a la nostalgia de España y al vínculo sentimental con España. Cuando Goya estuvo en el exilio en Burdeos por su oposición al absolutista Fernando VII pintó una serie de grabados como vínculo personal con la España verdadera y auténtica que no era la de Fernando VII; exactamente igual hace Picasso, para quien los toros es la España de verdad, no la de Franco ni de cualquier otro político», afirmó Andrés Amorós, quien hizo hincapié en que al pintor malagueño, que «no era un técnico» en el conocimiento de los toros y a él no le interesa el costumbrismo taurino, sino el simbolismo de la fiesta. De ahí la importancia en su obra de la figura del Minotauro (mitad hombre, mitad toro) con la que «se identifica absolutamente y le lleva a afirmar: 'el toro soy yo'».

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Para Amorós, amigo de Luis Miguel Dominguín y que ha investigado sobre el pintor malagueño, Picasso era «un torero, un picador frustrado» y sobre sus gustos taurinos añadió que antes de conocer al pequeño de los 'dominguines' le atraían toreros que «hoy consideraríamos tremendistas como Chicuelo II o Miguelín».

Aniversario

Respecto al aniversario que se conmemora este 2023, medio siglo del fallecimiento de Pablo Ruiz Picasso, Amorós consideró que los españoles no valoran del todo la importancia de la figura de Picasso y lo achacó a que tardó en conocerse su obra «por motivos políticos». «Picasso es el gran revolucionario del arte del siglo XX, una persona orgullosa pero volcada en su obra. Ahora hay una polémica necia e inculta relacionada con el hecho de que trató mal a las mujeres. Ese puritanismo no tiene sentido, lo que nos importa de Picasso es su obra», sostuvo.

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El de Picasso es uno de los nombres que junto a otros artistas aficionados a los toros como Lorca o Goya se mencionan a la hora de defender la tauromaquia de los ataques que recibe. A este respecto, Andrés Amorós también lo hizo y aludió a sus valores económicos y ecológicos pero destacó que ante todo los toros «forman parte de la cultura y así está recogido por la ley, que obliga a los poderes públicos a respetarla y fomentarla».

En esta línea y sobre el futuro de la fiesta nacional , Amorós expuso: «La fiesta de los toros morirá cuando los españoles dejen de ir a una plaza de toros. No es algo que es pueda imponer. Ramón Pérez de Ayala, que era embajador de la República en Londres, escribió que los toros no morirían porque si lo hacían moriría España».

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