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El abogado y editor Carlos Font posa en su despacho profesional, con su libro cinéfilo. :: ÑITO SALAS
Carlos Font convierte en un libro su diario cinéfilo de Instagram

Carlos Font convierte en un libro su diario cinéfilo de Instagram

El editor y abogado presenta este jueves 'Tres o cuatro cosas que sé de cine', un particular dietario fílmico surgido de las redes sociales en el invoca a John Ford y Truffaut o reniega de 'La guerra de las galaxias'

Jueves, 28 de noviembre 2019, 13:49

Podría ponerse exquisito y contar que este libro es el empeño de un cinéfilo. Y lo es, pero su origen está en un universo paralelo, virtual y más mundano como es Instagram. Allí llegó el abogado y editor Carlos Font cuando sus hijos adolescentes le pidieron permiso para crear una cuenta. Dijo que sí con la condición de que lo aceptasen como amigo. Y ya que debutaba en el escaparate fotero de las redes sociales, se puso a colgar carteles y fotogramas de películas que le interesaban o gustaban con un comentario que fue creciendo y creciendo. Lo mismo subía al muro 'Los 39 escalones' de Hitchcock que confesaba su desinterés hereje por la religión de 'La guerra de las galaxias'. «Instagram ha sido la inspiración», reconoce el fundador de Zut Ediciones que, cuando un día le dio al 'scroll' del ratón, se dio cuenta que allí había material para un volumen. Para uno muy particular, a medio camino entre «el libro de cine y el diario», confiesa a SUR el autor, que este jueves presenta en Apertura (calle Victoria,16, a las 19,30 horas) 'Tres o cuatro cosas que sé de cine'.

Su lectura deja claro que a Carlos Font le bullían en la pantalla más de tres o cuatro ideas. Desde esa declaración de intenciones que supone el primer capítulo dedicado a John Ford y 'El hombre tranquilo' -«Hasta fui a Irlanda a visitar el pueblo del rodaje, Cong», expone para fortalecer su debilidad fordiana-, el libro construye un repaso desordenado y personal de películas, directores y repartos de otras épocas. Pero lo que pudiera parecer un viaje a la nostalgia y el romanticismo esquiva la tentación melancólica de que cualquier tiempo pasado fue mejor con humor, ironía y hasta socarronería.

«Es que no es un libro sobre lo que me gusta, sino que lo que determina la selección son las imágenes, muchas de ellas impactantes», explica Font, que pone como ejemplo el capítulo a la olvidada Marisa Berenson, que le dejó huella en la «buenísima» 'Barry Lyndon'. Más que a la crítica cinematográfica, este especialista en derecho mercantil y penal se lleva sus textos a la reflexión, la memoria y la experiencia, lo que da al volumen un acento único y personal que le permite sentenciar con ánimo de fiscal más que de abogado que el mítico director Edgar Neville está por encima de su obra ya que si «hubiera puesto su talento a trabajar le habrían salido más de dos películas buenas» ('La torre de los siete jorobados' y 'La vida en un hilo').

La resistencia del cine de Francois Truffaut y el 'noir' Jean Pierre Melville tampoco faltan en la (nueva) ola que dibujan las páginas al pasar de una a otra como si fuera una película que hemos visto, pero con escenas en las que no habíamos reparado. Como su acierto a la hora de reclamar el denostado cine del 'boom' turístico nacido al calor bronceado del litoral malagueño y que, con motivo del cartel de 'El abominable hombre de la Costa del Sol', define como «obras maestras de la maldita y maravillosa vulgaridad». «Lo reivindico no solo por mi condición de malagueño, sino porque ese cine que no es bueno pero se deja ver mostraba que aquí vivíamos en un mundo aparte dentro de una dictadura», señala.

Entre anécdotas y reflexiones profundas, este libro con espíritu de instagramer concede, paradójicamente, el protagonismo al lenguaje escrito. «La gente joven ahora no lee, pero todo vuelve y se volverá a la palabra», augura el editor que, con excepciones, reniega del cine de ciencia ficción y particularmente de la «patochada» de 'La guerra de las galaxias'. Y lo justifica antes de que lo despedacen con espadas láser: «La saga son películas correctamente realizadas, pero no me interesan nada porque manda la decoración más que el sentimiento». Justo lo contrario de este libro plagado de decorativas imágenes, pero en la que reina la palabra.

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