Un chico entre las estanterías de la Biblioteca Provincial de Málaga. Ñito Salas

Las bibliotecas se reinventan y compensan la caída de usuarios con más actividades

Estos centros culturales celebran el Día del Libro con más eventos y digitalización que contrarrestan la reducción de visitantes y préstamos

Miércoles, 23 de abril 2025, 00:17

Algunas personas van a diario a leer el periódico o a estudiar, sobre todo en época de exámenes, pero también disciplinada y cotidianamente si hay ... oposiciones que preparar en el horizonte; y, por supuesto, a tomar en préstamo libros, tanto las rabiosas novedades como los apacibles clásicos. Los viernes por la tarde y los sábados por la mañana se llenan de familias con niños, porque siguen siendo lugares a los que se peregrina los fines de semana y donde continúan naciendo lectores. La mayoría bulle todas las tardes con presentaciones de libros, coloquios, recitales poéticos y clubes de lectura. Hablamos de las bibliotecas públicas, lugares muy físicos, donde tocar, manosear y ojear esos preciados objetos de papel continúa siendo tan importante, donde se suele respetar el silencio o se habla bajito, y que conservan ese aura especial incluso en estos tiempos tan digitales, ahora además como lugares de encuentro, como los nuevos verdaderos centros culturales cada vez más abiertos a los barrios y que buscan implicar a los vecinos en el amor a las letras y a quienes juegan con ellas haciendo arte.

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Si tengo una biblioteca y un jardín, nada me falta, dice la ya muy manoseada frase de Cicerón. Pero algunas estadísticas no son del todo favorables para estos espacios. Ni en número, ni en visitantes, ni en préstamos de volúmenes, los datos son halagüeños, aunque sí lo son en la cantidad de actividades organizadas, que no dejan de crecer -lo que da fe de la reinvención de estos espacios en espacios culturales-, así como en número de asociados.

La cifra de bibliotecas en la provincia ha retrocedido un 11% en la última década: en 2013 eran 153 y en 2023, último año del que hay datos, eran 136 -número que por otra parte convierte a Málaga en la provincia andaluza con mayor número de ellas, por encima de Sevilla, donde se cuentan en 119-. En Andalucía la caída es del 9% desde las 818 de 2013 hasta las 745 de 2023. Dentro de la región, únicamente Granada se libra del recorte: en esta provincia en estos diez años el inventario de bibliotecas públicas se ha incrementado en una, hasta las 102. Pero el volumen de visitantes -o, mejor, número de visitas- a las bibliotecas ha caído todavía más: un 26% en Andalucía, desde los 13,6 millones de 2013 a los 10,06 millones de 2023. En Málaga el descenso ha estado en línea con el registrado en el conjunto de la comunidad (-27%, hasta los 2,045 millones), con únicamente Sevilla por delante (2,658 millones).

Menos visitantes para usar los ordenadores

Loli Díaz, responsable de las bibliotecas municipales de la capital malagueña, aporta una razón a esta caída: ha observado que han bajado los visitantes que las necesitan para usar los ordenadores y consultar internet, porque ahora la mayoría de la población lleva en la mano un móvil con conexión a la red. José Antonio Mesa Toré, director del Centro Cultural Generación del 27, añade otro factor relacionado con ello: la generalización de las nuevas tecnologías ya no requiere la presencialidad en las bibliotecas -ya no es necesario ir a consultar enciclopedias y otros volúmenes para preparar trabajos para el colegio o la universidad-, además de que los cambios aplicados en el mundo educativo, se queja, ya no incentivan la lectura.

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Ante ello, afirma Loli Díaz, ahora se procura que las bibliotecas sean unos espacios muy vivos, con numerosas actividades que se busca que sean familiares para cultivar la afición literaria en los hogares y que así germine, fructifique y se perpetúe durante toda la vida en forma de hábito, no como actividad esporádica. A su vez, Mesa Toré, también poeta, incide en eso mismo, en la viveza que observa cada vez que acude a una biblioteca y no sólo de la capital, también de la provincia, y menciona el dinamismo y la afluencia de público a la rica programación de los centros de Fuengirola, Arroyo de la Miel, Alhaurín de la Torre o Pizarra. Ésta es la experiencia que también comparte la poeta Aurora Luque, que considera que «no hay falta de ganas de leer y de estar en contacto con los libros»; de hecho, dice, «eso ha subido, incluso entre los jóvenes, como forma de resistencia ante las pantallas». «Algunos datos dejan un regusto amargo, pero yo sí veo deseo y valoración del libro en papel», agrega. Aunque Luque es crítica con el modo de entender la cultura por parte del gobierno de la ciudad: «No hay atención pública suficiente al libro (feria del libro siempre anémica, escasez de editoriales...), todo se subordina al turismo. Creo que hay que desvincular el turismo de la cultura, porque eso la gangrena y debilita sobre todo en el centro de la ciudad», reivindica, y añade, aludiendo a los problemas de movilidad que observa en el corazón de Málaga: «Entiendo que sea heroico no sólo poner una librería en el centro de la ciudad, también ir a una biblioteca».

«No hay atención pública suficiente al libro (feria del libro siempre anémica, escasez de editoriales...), todo se subordina al turismo. Creo que hay que desvincular el turismo de la cultura, porque eso la gangrena»

Aurora Luque

Poeta

«Con la eclosión de lo digital, nos abrimos a ello con una plataforma de préstamo de libros en formato electrónico, pero también quisimos recuperar nuestro papel como lugar de encuentro»

Maite Ortigosa

Bibliotecaria en Benalmádena

Las sensaciones que transmiten Luque y Mesa Toré respecto a lo vibrante de las bibliotecas también encuentran su aval en los datos, porque la cifra de actividades culturales que se celebran en estos espacios se ha incrementado un 34% en la provincia de Málaga, por encima del aumento registrado en el conjunto de Andalucía (12,3%). Ahí se incluyen las visitas, lecturas, cursos o conferencias, tanto las organizadas por las propias bibliotecas como por terceros y que se celebran en esos espacios. Para comprobarlo, no hay más que pasearse por las bibliotecas y echar un ojo a los carteles en que se anuncia su programación, en los que muchas veces aparecen autores de primera fila con quienes los vecinos de los barrios pueden tener un contacto directo, de primera mano. Pero es que algo así ha sucedido también en las librerías. Lo explica Jesús Otaola, de Proteo: «Una biblioteca o una librería no atraen público por sí solas, se tienen que convertir en puntos de encuentro, así que por ejemplo nosotros procuramos tener un programa de actividades bien hecho, con una persona que lo lleve… Las librerías y las bibliotecas tienen que formar parte del entramado del barrio», defiende, para dejar claro: «No despachamos libros». En ello incide Maite Ortigosa, bibliotecaria en Benalmádena: «La extensión cultural es una función de las bibliotecas con el fin de potenciar la lectura. Con la eclosión de lo digital, nos abrimos a ello, con una plataforma de préstamo de libros en formato electrónico, pero también quisimos recuperar nuestro papel como lugar de encuentro físico entre personas. Somos facilitadores de espacios para que sucedan cosas. En las bibliotecas siempre están pasando cosas».

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«Una biblioteca o una librería no atraen público por sí solas, se tienen que convertir en puntos de encuentro»

Jesús Otaola

Librería Proteo

Siempre se reivindica el valor del buen librero y del buen bibliotecario. Son casi figuras míticas, muy literarias en sí mismas, con aura. Marcan la diferencia. Ponen su impronta. Aunque como señala Loli Díaz, también los usuarios le van marcando si prefieren más la novela o el ensayo, si se le da más presencia al cómic… Eso tiene su repercusión en los fondos que tiene cada biblioteca. «La tendencia es a tener de todo, pero influye si hay un instituto cercano o asociaciones de según qué tipo. Las bibliotecas están integradas en la sociedad», afirma.

«Han bajado las visitas, pero hay que tener en cuenta que por medio hemos tenido una pandemia, que en 2020 las bibliotecas estuvieron cerradas meses, y que en 2021 y 2022, no se recuperaron. Está costando volver»

Unidad Estadística de la Consejería de Cultura

La huella de la pandemia

En todo caso, fuentes de la Unidad Estadística de la Consejería de Cultura dan más detalles de la evolución de la afluencia a las bibliotecas: «Han bajado las visitas, pero hay que tener en cuenta que por medio hemos tenido una pandemia, que en 2020 las bibliotecas estuvieron cerradas meses, y que en 2021 y 2022, no se recuperaron. Está costando volver. La gente se ha podido habituar a otras cosas», comentan. Que el número de inscritos, es decir, de la gente con carné, haya crecido cerca de un 50% en la provincia hasta rozar los 525.000 no ha de llevar a engaño, sugieren: ésta es una cifra que naturalmente tiende a aumentar -y en mayor medida en los territorios que reciben población de otras provincias o países-, porque es muy raro que alguien se dé de baja en la biblioteca. Y proporcionan otra clave: durante un tiempo recogieron datos sobre los préstamos de libros en formato digital, porque en los meses de confinamiento estricto sus servicios al público estaban restringidos a eso, y se vio un fuerte incremento. Ahora ya no publican esa información, así que con esta fuente se desconoce en qué medida la caída de los préstamos de libros físicos se está compensando con el incremento de los volúmenes electrónicos. Maite Ortigosa, bibliotecaria en Benalmádena, señala que su experiencia y también los datos de eBiblio sugieren que los préstamos digitales contrarrestan la caída sufrida por los de papel.

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Ñito Salas

En 2023 los libros en papel prestados en las bibliotecas de Málaga no llegaron a los 648.000 y fueron un 12,5% menos que los registrados diez años antes. En su conjunto, en Andalucía las bibliotecas prestaron 2,57 millones de libros en 2023, cuando una década atrás superaban los 3,1 millones. Pero los préstamos de música y películas, objetos con los que diversificaron su oferta las bibliotecas hace ya décadas, han sido los que han empujado aún más a la baja el conjunto de préstamos que efectúan (en total, en Málaga, en la última década han bajado más de un 30%, más del doble que el de libros).

Desde la librería Luces, José Antonio Ruiz de la Torre explica que tiene la sensación de que la pandemia ha dejado su impronta en las bibliotecas: «Me dicen que los libros nuevos vuelan, pero que el préstamo del resto de los fondos sí se ha resentido. Quizás ese reparo es un ingrediente de la caída de visitas y préstamos de los últimos en las bibliotecas», afirma. Además, ofrece otra nota de contexto: si ahora la gente lee un poquito más, si las ventas de libros han crecido en el último año a ritmos de dos dígitos, en las librerías el ascenso es de entre un 2% y un 3%; la librería como canal de venta sufre por la eclosión de las plataformas. Se compran más libros, se toman menos prestados, quizás porque la gente no sólo quiere vivir la experiencia literaria, sino conservar el objeto-libro, y acumularlo. Porque existe una cierta erótica del tener estanterías llenas de volúmenes en casa. Aunque, como apunta Noelia Clavero, de la librería Rayuela, hay mucha gente que alterna la compra con el préstamo; por ejemplo, las familias con hijos, para renovar los cuentos que cuentan a sus hijos con una factura razonable para el bolsillo. Clavero, además, defiende la tradición literaria de Málaga: «Hay mucha gente bastante lectora. Además, ahora hay un verdadero boom de festivales literarios y la programación de la Malagueta, Escribidores… se llena siempre, como todas las actividades alrededor del libro que se organizan». También los eventos que acogen las bibliotecas. Así que corran a los de este 23 de abril, Día del Libro.

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