El arte que viene: el CAC La Coracha da la alternativa a la creación emergente en Málaga
Carla Hayes, Juanma Cabrera, Natalia Cardoso y Stefano Regosini, antiguos alumnos de la Facultad de Bellas Artes, exponen proyectos cargados de reivindicación, poética e identidad
Cada uno habla un lenguaje absolutamente diferente, sus propuestas son radicalmente distintas, pero cuando toman la palabra los cuatro transmiten una misma sensación: están agradecidos ... por la ayuda y, sobre todo, por la oportunidad. Y esa expresión que no deja de ser protocolaria y de cortesía en cualquier evento, en ellos significa mucho más. Las salas del CAC Málaga-La Coracha se abren a la creación emergente de Carla Hayes, Juanma Cabrera, Natalia Cardoso y Stefano Regosini, cuatro artistas formados en Málaga que buscan su lugar en el competitivo y complejo mundo del arte. Ninguno supera los 30 años.
'Contingencias de lo tangible', comisariada por María del Mar Cabezas, reúne los proyectos de los cuatro artistas seleccionados para la residencia de posgrado que concede la Facultad de Bellas Artes, el Vicerrectorado de Innovación Social y Emprendimiento de la Universidad de Málaga y el Ayuntamiento. No hace mucho, Carla, Juanma, Natalia y Stefano aprendían en las aulas del Ejido. Ahora les toca demostrar de lo que son capaces tras un año becados con una cuantía económica (3.000 euros) y un estudio para desarrollar sus trabajos. Y el arte que viene, el que ellos representan, está cargado de poética, reivindicación y compromiso con el entorno y con sus propias identidades.

Nada más entrar a la inmensa sala de La Coracha, una decena de estructuras de cartón sorprenden al visitante. A modo de menhires contemporáneos, Stefano Regosini reconstruye la desembocadura del Guadalhorce con 50 metros de cartón intervenidos en los márgenes del río. Le atraía ese carácter limítrofe que tiene el lugar, un ambiente natural en la periferia de una metrópolis. «Resulta interesante para hablar de cómo nos podemos formular poéticas en la ciudad contemporánea». El joven italiano criado en Málaga recurre al lenguaje del 'land art', que crea piezas en la naturaleza y con ella, para componer un paisaje simbólico que remite a las primeras construcciones de la humanidad. 'Crómlech' es, de hecho, el título de la obra escultórica. El artista invita a tocar y mirar de cerca estas obras efímeras donde el cartón se mezcla con la tierra del Guadalhorce, con materiales vegetales y con reductos urbanos, como redes de pesca o plásticos.
Stefano Regosini abre un recorrido que Carla Hayes cierra en la tercera planta de la Coracha con 'Diferencias de referencia'. La malagueña, de padre ghanés y madre española, muestra parte de las obras que le abrieron las puertas el pasado mes de febrero del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Arte mestizo donde la ornamentación europea se combina con la estética africana, donde los elementos occidentales se fabrican en rafia. Un arte con el que, en definitiva, busca entender su propia identidad «diaspórica» como «mujer negra mestiza» en Málaga. Pero Hayes no solo habla de ella. En sus propuestas hay referencias al colonialismo español (como el mantón de manila que cuelga de una rama) e incluso a la esclavitud negra en el Barroco español (con un textil de mujer hecho en rafia donde se lee el cántico revolucionario de los derechos civiles estadounidenses de las esclavas americanas 'Am I not a woman and a sister?').

Hayes, que aquí dota de un nuevo contexto a creaciones que en el Thyssen iban acompañadas de obras de la colección, visibiliza sus contradicciones como negra hija de blanca en una bellísima pieza junto a su madre: una serie de fotos en la que su progenitora peina con delicadeza su pelo afro, un ritual laborioso que tuvo que aprender sin apenas referencias. Los sonidos de ese diálogo, el ruido que hace el contacto con las agujas y el peine mientras ella está al mismo tiempo tejiendo, se escuchan en un sillón intervenido por la artista, como símbolo del trono de ese ceremonial.

En 'Contingencias de lo tangible' la propia Coracha es protagonista de los procesos artísticos. Natalia Cardoso parte de este espacio extinto (como antigua comunidad) y de otro en peligro de extinción (el ecosistema del Guadalmedina) para componer su 'Metal y metáfora/Cómo abrazar a un cardo'. En su discurso plantea una «defensa naif, utópica» de estos lugares, un alegato que adquiere una estética militar. 'Campo de abrojos' extiende por el suelo decenas de estas armas punzantes fabricadas con cerámica. «Y a los cardos en los pueblos también se les llama abrojos», puntualiza la artista malagueña, que hace así también un guiño a su propia identidad, a su apellido Cardoso. La agresividad de las púas contrasta con la fragilidad del material. De fondo, un enorme panel recorre la pared repitiendo los patrones de la muralla andalusí de Carretería. Arriba, en la segunda planta, Cardoso desestructura una armadura, también de cerámica, y le añade una heráldica propia de los cardos y las garzas, un ave que alguna vez se ha dejado ver en la desembocadura del río.

En las tres plantas hay lienzos de Juanma Cabrera. Siempre con la misma orientación: en la pared de la sala que da al monte. Es su lugar natural. El joven artista cordobés se traslada a los recovecos de las antiguas casas de La Coracha. Supone que en ellas, como en muchos otros lugares de Andalucía, sus vecinos ganaron terreno a la montaña con habitaciones excavadas a modo de cuevas. Son espacios íntimos, pero también oscuros, asociados según la leyenda a ritos y espiritismo.
«Me imagino en esos espacios de la Coracha desaparecidos, qué cosas pueden salir de ahí cuando se derrumban las casas y se queda ese hueco en la montaña». Lo plasma en pinturas con guiños a la arquitectura interior de los bodegones y a las escenas costumbristas del Barroco holandés. Cuadros de colores difuminados que transportan a una atmósfera asfixiante y vaporosa, un ambiente que parece cargado de enfermedad, dolor y convalecencia. Muchos de los 14 lienzos de 'Gritos y voces de la Santa Aurora' tienen forma curva, imitando a las cuevas que pudieron existir tras esos mismos muros. La muestra podrá visitarse hasta el 8 de enero.
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