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Emmanuel Lafont: luz en la oscuridad
El artista afincado en Málaga firma en Yusto/Giner una imponente exposición basada dibujos de gran formato
Dice la ciencia óptica que el negro es la ausencia de color, ¿pero quién necesita el color cuando tiene la vida palpitando en la punta del lápiz, la carne viva latiendo en el filo del carboncillo? Quien quiere color, al cabo, si guarda la luz en la palma de la mano y, de ahí, la lleva a un lienzo enorme o a un pequeño papel con la misma pasión, la misma verdad de quien nada teme porque nada debe. «El negro siempre ha estado ahí», confiesa Emmanuel Lafont como quien admite una pasión irremediable. La suya tiene que ver con su propia ley, la que dicta una sentencia ajena a la biología y a la moda, fiel a su conmovedora escala de grises, al negro profundo, casi dulce, del que sale el cuerpo de una bailarina como suspendido en el tiempo y el espacio, sostenido apenas por su propia belleza.
Y es justo eso, la belleza, el extraordinario domino de la técnica del dibujo y la sensibilidad desnuda de artificio lo que reina ante las obras de 'La gran luz', la imponente exposición que Emmanuel Lafont inauguraba este viernes en la Galería Yusto/Giner de Marbella. Una cadencia de dibujos de gran formato como campanadas a media noche. Una cita con el arte a pecho descubierto, sin medias tintas, porque aquí sólo hay carbón y papel y talento.
«Ha sido todo muy intuitivo. Creo que es la primera vez que trabajo así. Generalmente, tengo una idea y la desarrollo hasta plasmar lo que tengo en la cabeza. Esta vez ha sido todo un dejarme llevar. Quizá tiene que ver con el estado personal en el que me encuentro«, desliza Lafont (Buenos Aires, Argentina, 1980), recién mudado, recién casado, recién serenado, quizá.
Porque la obra de Lafont, afincado en Málaga desde hace años, ha ido despojándose de accesorios como en un 'strip-tease' meditado y convencido. Las escenas se han ido quedando en el tuétano, los asuntos han viajado de la suma a la resta, del trazo negro sobre blanco a la figura blanca sobre fondo negro. Negrísimo.
«Quizá ahora ha sido una cuestión de rebeldía. A menudo me preguntan por qué trabajo siempre el blanco y negro, por qué no uso más el color. Me estuve obsesionando con eso durante mucho tiempo, hasta el punto de que hice aquella pieza para Casa Sostoa que era toda con color, de alguna manera por responder a todo aquello«, brinda Lafont.
«Pero después de eso –sigue– y de seguir trabajando con color para otros proyectos... (Resopla) Es que no me gusta. Es que me toca mucho las narices trabajar con color, así que me dije '¿Sabes qué? Negro. Profundo. Ahí'. De hecho, me he recreado hasta el punto de que muchas de las composiciones tienen más negro que figura«.
Sillas y danza
La figura de la bailarina Rebeca Carrera, saliendo del fundido en negro como una loba del corazón de un bosque. «Todo empezó en México. Estuve trabajando en unas piezas sobre la danza y la performance y encontré un tema que me gustaba mucho, que quería seguir investigando, pero no me quería quedar solamente en la cuestión estética de la danza«, recuerda Lafont.
Entonces habló con Rebeca, se fueron juntos a la sede de colectivo cultural La Caverna de Amores, ella empezó a improvisar, él registraba lo que veía, pedía, sugería, compartía. «Estuvimos los dos durante horas allí, trabajando, jugando«, recuerda Lafont. Y de aquella experiencia, estos impresionantes dibujos reunidos hasta el 29 de febrero en Yusto/Giner.
Pero 'La gran luz' ofrece otra clave sugerente y crucial. Hasta ahora, Lafont solía acompañar sus dibujos con textos, a modo de diario plástico y emocional. Ahora no. Ahora lo personal asoma de otro modo, en la serie que acompaña a los retratos de Rebeca y que inmortaliza las sillas que Lafont encontró en su nueva casa: «He llegado a la conclusión de que la serie de las sillas de alguna forma reemplaza al texto, porque es una escena de mi casa que habla de esta nueva etapa en mi vida. Me parecía que planteaba un juego sugerente entre esas dos narrativas«.
Y así, de a poco, Lafont brinda una obra más recia y pictórica, aunque no sea su intención consciente: «Antes trabajaba por capas, apilando cosas y ordenándolas para que significaran algo y esta vez lo que he hecho es ir arañando la oscuridad hasta que apareciese algo».
Y aparece algo. La luz, la vida, la pura belleza. Porque con Lafont no hay color. Ni falta que le hace.
'La gran luz'
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Artista. Emmanuel Lafont (Buenos Aires, Argentina, 1980).
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