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Eduardo Bajo Ulloa recoge el galardón en 1992. :: e. c.
La Academia de Cine regulará la venta de los Goya tras el caso de Bajo Ulloa
Primera vez

La Academia de Cine regulará la venta de los Goya tras el caso de Bajo Ulloa

La institución investiga si el galardón empeñado en una tienda de segunda mano de Vitoria, que ya lo ha retirado de su escaparate, era el original

JORGE BARBÓ

Miércoles, 28 de diciembre 2016, 00:48

Ya no podrá convertirse en el original regalo de Reyes de algún excéntrico filántropo con posibles. El Goya que los hermanos Bajo Ulloa consiguieron en 1992 por la película 'Alas de mariposa' fue retirado ayer del escaparate de la tienda de segunda mano de Vitoria donde, tal y como adelantó EL CORREO, había sido empeñado. El caso, inédito en los 31 años en los que se viene concediendo el galardón, ha levantado un gran revuelo en el panorama cinematográfico patrio y ha obligado a que la Academia de las artes y las ciencias cinematográficas de España estudie cómo regular el asunto, que hasta ahora chapoteaba en las aguas de un vacío legal.

«¿Qué problema hay en que venda su premio?», se preguntaba ayer uno de los cientos de usuarios de Twitter que han comentado sobre el caso de los Ulloa. En realidad, ninguno. «El trofeo es propiedad del que lo recibe, puede hacer con él lo que quiera, no hay ninguna norma que diga lo contrario», reconocen portavoces de la Academia contactados por este diario, que no ocultaron su desconcierto: «En 31 años no había ocurrido algo así». Efectivamente, la normativa interna del organismo no hace referencia alguna a la posible cesión del premio.

Pero una vez que el intento de la venta frustrada del 'cabezón' ha sentado precedente, es el momento de acabar con el vacío legal y poner el asunto en negro sobre blanco. «A raíz de esta situación se planteará cómo regular la forma de transmitir a un tercero el premio», avanzan portavoces de la institución cinematográfica que dirige Yvonne Blake. En este sentido, apuntan hacia la posible modificación de los actuales estatutos que regulan los galardones: «Habría que estudiar si se hace con el modelo de los Oscar o cómo se concreta».

En el caso de la Academy of Motion Picture Arts and Science norteamericana, la compraventa de sus galardones -muy codiciados- se reguló en 1950. Desde entonces, todos los premiados firman un contrato por el que tanto ellos como sus herederos se comprometen a ofrecer la estatuilla a la propia institución hollywoodiense antes que a nadie por el precio simbólico de un dolar. Es decir, la organizadora de los Oscar se reserva una suerte de derecho de compra preferente que, en la práctica, impide que alguien pueda lucrarse con el galardón; una opción que la Academia española no ve con malos ojos. «Habrá que estudiarlo», insisten.

Algunas estatuillas doradas de antes de los 50 han salido al mercado, donde han alcanzado cifras astronómicas, dejando en calderilla los 4.999 que Eduardo Bajo Ulloa pedía por su 'cabezón'. Se sabe que Michael Jackson pagó más de 1,5 millones de dólares por el galardón a la mejor película que consiguió 'Lo que el viento se llevó' en 1940. Y Steven Spielberg se rascó el bolsillo para conseguir los oscars de Clark Gabble y Bette Davies que habían salido a subasta. Y no es que el director de 'Parque Jurásico', que ya cuenta con cuatro estatuillas, quisiera montarse un ejército de soldaditos áureos en casa. En un alarde de generosidad, Spielberg los donó a la Academia.

Entre bisutería variada

El empeño 'interruptus' del Goya -que recuerda a las ventas de objetos estrafalarios que trataban de hacer los desopilantes protagonistas de la novela 'El prestamista' de Edward Lewis Wallant- ha empujado a la organización a abrir una investigación sobre la autenticidad del galardón que durante casi dos semanas brilló en los escaparates de la tienda vitoriana, entre instrumentos musicales usados, tecnología de segunda mano y bisutería variada. Según ha podido confirmar este diario, poco después de que trascendiera el asunto, responsables de la Academia se pusieron en contacto con los dependientes comercio para interesarse por el caso y comprobar que, en efecto, se estaba poniendo a la venta una estatuilla original y no una falsificación, lo que podría llegar a poner en aprietos tanto al comercio como al propio guionista que habría empeñado el premio. «La Academia es la titular de los derechos de reproducción de la estatuilla, que no se puede reproducir sin su consentimiento». Si es falso, «emprenderíamos las acciones oportunas».

Penosas condiciones

Con el mismo fin y para tratar de confirmar que el Goya empeñado no se trataba de una burda copia -«aunque a simple vista, nada hace dudar que lo sea», precisan-, fuentes de la Academia trataron de ponerse en contacto, sin éxito, con los Bajo Ulloa. «Hace años que (Eduardo) no es académico ni está vinculado a esta casa», aseguraron. Tampoco lograron hablar con su hermano, el director Juanma Bajo Ulloa. «Pero sobre todo queríamos aclararlo con él, que, al final fue quien recogió el premio», destacaron. En efecto, fue Eduardo, que durante los últimos tiempos ha trabajado como camarero en diversos bares de la capital vasca, quien subió al escenario para recibir el galardón de manos de los actores Verónica Forqué y Eduardo Puigcorbé durante la gran fiesta del cine español del 7 de marzo de 1992.

El caso no ha pasado inadvertido en la escena cinematográfica española. Hay quien ve en el asunto un reflejo de las penosas condiciones en las que trabajan los profesionales a los que los focos se olvidan de alumbrar. Con todo, en privado, personas próximas a la organización de los Goya no ocultan su malestar por lo sucedido. «Es completamente surrealista». «Cada uno puede hacer lo que quiera con su premio, pero ponerlo a la venta en una tienda de segunda mano, me parece, cuanto menos, cutre», se despacha una premiada. «Si tienes una verdadera necesidad, eliges otra forma de hacer las cosas».

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