Atalaya se corona con su 'Rey Lear'
La compañía sevillana atrapa la esencia de Shakespeare en el Cervantes con una potente estética contemporánea
Así que pasen cuatro siglos, Shakespeare sigue vigente. La ceguera del poder, la ambición, los dirigentes corruptos y la diferencia de clases son males ... de entonces y también de ahora. Lo difícil es contarlo hoy con un lenguaje y una estética que calen en una audiencia habituada a todo tipo de estímulos visuales, a la acción y al mensaje directo. Una empresa en la que unos fracasan y otros ni se embarcan. Demasiados riesgos. Pero Atalaya Teatro, a estas alturas de la historia, no se amilana ante los desafíos. La compañía sevillana se corona en el 36 Festival de Teatro de Málaga con un 'Rey Lear' contemporáneo que impresiona, conmueve y atrapa sin perder nunca de vista al clásico.
Atalaya reduce a prácticamente la mitad –a una hora y 45 minutos– una de las principales tragedias de la literatura de todos los tiempos, su segundo 'shakespeare' en 35 años de escena. Lo hace concentrando la atención en la condición humana, en los impulsos que mueven a los individuos a actuar. La dirección y dramaturgia de Ricardo Iniesta deja al descubierto las debilidades, las bajezas y también las grandezas del hombre. Desnuda las pasiones en una escenografía despojada también de todo lo superfluo. Una docena de paneles movidos por los propios actores construyen la escena en vivo y en directo, una coreografía milimétricamente estudiada que crea imágenes expresionistas de gran belleza. En ocasiones, parecen danzar y con frecuencia incluso cantan. Los coros ganan peso aportando dramatismo al momento y dando sentido escénico a las transiciones. La música (compuesta por Luis Navarro), la luz y las sombras, el rugido de la naturaleza, la declamación de los actores, la importancia del gesto... Todo forma parte de la manera de hacer de Atalaya y todo suma. Con estos mimbres, este 'Rey Lear' mantiene el ritmo, no permitiendo que el espectador desconecte de la acción. Va como un tiro.
Así se cuenta una historia de amor y odio filial, de traición y de decisiones cegadas por la rabia. Y así se puede recrear desde una noche de tormenta hasta un campo de batalla. Sin efectos especiales, únicamente con una acertada puesta en escena y un magistral trabajo actoral. A la cabeza, ella, Carmen Gallardo, que sigue los pasos de Nuria Espert y Glenda Jackson entrando en la piel del Rey Lear. Consigue desdibujar cualquier rastro de género: a quien se ve en escena es a ese desdichado y loco monarca que comete el error de su vida al repartir las tierras entre sus hijas. Destacable también las intervenciones de Lidia Maudit, el bufón que dice las verdades a la cara.
Con 'Rey Lear' Atalaya celebra también los diez años de la concesión del Premio Nacional de Teatro. Una obra de plena madurez con la que la compañía sevillana demuestra el valor de la investigación teatral y sube el listón de las artes escénicas andaluzas. El Cervantes les despidió en pie con varios minutos de aplausos. Con propuestas como esta, así que pasen 4.000 años, Shakespeare sigue vigente.
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