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MIGUEL LORENCI
Jueves, 2 de marzo 2017, 00:12
Madrid. El estudio RCR, creado hace casi tres décadas por los arquitectos catalanes Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta, mereció ayer el Premio Pritzker 2017, el Nobel de la arquitectura. Un galardón que hasta ahora solo había recaído en otro arquitecto español, Rafael Moneo, que lo obtuvo en 1996. Según el jurado, los arquitectos catalanes establecen en su trabajo «conexiones entre el exterior y el interior» que dan como resultado «una arquitectura emocional y vivencial» en la que conviven «lo local y lo universal». El fallo justificó el premio al equipo español «por su compromiso inflexible con el lugar» y la creación de «espacios que están en relación con sus respectivos contextos». «Es una gran alegría y una enorme responsabilidad recibir el Pritzker. Nos entusiasma que tres profesionales que trabajamos muy estrechamente en todo lo que hacemos seamos reconocidos este año», celebró el trío la obtención del prestigioso premio en un comunicado. El estudio español toma el relevo del chileno Alejandro Aravena, premiado en 2016 por el diseño de viviendas sociales.
Los gerundenses Aranda, Pigem y Vilalta crearon su estudio en 1988 en Olot, su ciudad natal, y lo bautizaron recurriendo a las iniciales de sus nombres. Ramón Vilalta (1960) y su esposa Carme Pigem (1962) llevan casi tres décadas de andadura profesional junto a Rafael Aranda (1961). Con una treintena de empleados, el estudio ha protagonizado una trayectoria marcada, según el jurado, «por su respeto a lo existente y la proyección de futuro» y «por la convivencia entre lo local y lo universal». Recibirán el galardón, que nunca antes había recaído en un trío, el próximo 20 de mayo en el Palacio Akasaka de Tokio. Glenn Murcutt, presidente del jurado y Pritzker en 2002, destacó cómo su manejo de los materiales genera «edificios de increíble fuerza y sencillez», dotados de una «cualidad atemporal» que evidencia «un gran respeto por el pasado, a la vez que proyectan una claridad que pertenece al presente y el futuro». Murcutt calificó como «poética» la arquitectura de los catalanes y destacó su «profunda integridad».
Los ahora premiados forman equipo desde que se conocieron en la Escola Tècnica Superior d'Arquitectura del Vallès, en Barcelona. Optaron enseguida por una arquitectura apegada a la tierra, con diseños enraizados en el entorno y en la que lo artesanal prima sobre lo industrial. Tras un corto periodo de formación en Japón, se radicaron en su Olot natal, ciudad de unos 35.000 habitantes situada en la comarca de la Garrocha y cuyo paisaje volcánico ha influido decisivamente en su obra.
Preocupación por el paisaje
El paisaje ha sido siempre una preocupación primordial de este trío, como evidencia una de sus primeras obras, el Estadio Tussols-Basil de Olot, una pista de atletismo singularmente respetuosa con el entorno y la vegetación diseñada en el año 2000. Muy vinculada al entorno, su arquitectura se caracteriza por el respeto al lugar en el que se alza. No en vano el jurado destacó cómo «de manera bella y poética muestran que, al menos en arquitectura, es posible aspirar a mantener nuestros pies firmes en nuestro lugar y los brazos extendidos hacia el mundo».
Sus primeros proyectos fueron para profesionales y artesanos de su pueblo. Casas para un herrero, un carpintero o el local para una peluquería en la que la vanguardia no estaba reñida con la tradición y que fueron su verdadero laboratorio. El paradigma de su filosofía está en Espacio Barberí, donde se asienta desde 2007 su estudio. Es un viejo edificio que albergó una fundición de la que conservaron casi todo, y solo agregaron los elementos nuevos esenciales.
Reconocidos por el uso de materiales como el acero y el plástico reciclados, entre sus obras más reconocidas están la guardería El Petit Comte en Besalú, las escuelas de Font Romeu en Francia, las bodegas Bell Loc de Palamós, la plaza-puente-teatro de Ripoll, el Teatro Llira de Gerona, la Biblioteca Joan Oliver de Barcelona o la Casa Entremuros en Olot. De su estudio salió también el diseño del restaurante Enigma de Albert Adrià en Barcelona, o el de Les Cols, también en Olot, para la chef Fina Puigdevall. Fuera han firmado proyectos como el Centro de Arte La Cuisine en Nègrepelisse, el Museo Soulages en Rodez, la Waalse Krook Mediatheque en Gante y un edificio de apartamentos en Dubái.
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