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Alicia Casado, estudiante de tercer curso del doble grado de Educación Primaria y Estudios Ingleses, en el banco e nfrente de su facultad. Crónica

La soledad no deseada, el desafío al que se enfrentan los universitarios

Sara Berrocal, psicóloga especialista en ansiedad: «Este concepto está en pleno auge, sobre todo en jóvenes del rango de 20 a 30 años»

Irene Manzano

Martes, 2 de abril 2024, 09:47

En un escenario donde la virtualidad y la tecnología reinan, las relaciones cara a cara parecen desvanecerse, dejando a los jóvenes en un estado de desconcierto emocional. La presión por destacar en redes sociales, la comparación y la falta de espacios para compartir experiencias genuinas contribuyen a este sentimiento de aislamiento. En un mundo que nunca duerme, la soledad se vuelve una constante, un eco en las mentes jóvenes que claman por conexiones reales en un entorno cada vez más artificial.

Sara Berrocal (Málaga, 1992) es una psicóloga con una trayectoria de más de nueve años de experiencia. En los últimos tiempos de su carrera, el concepto de 'soledad no deseada' ha emergido con fuerza en sus consultas, especialmente en jóvenes: «La soledad no deseada está en pleno auge, estamos siendo muy conscientes o por lo menos eso es lo que yo estoy observando, sobre todo en jóvenes del rango de 20 a 30 años».

Un término desconocido y poco escuchado en la sociedad hasta para los propios jóvenes de la Universidad de Málaga, tal es el caso de Alicia Casado (Málaga, 2003), estudiante de tercer curso del doble grado de Estudios Ingleses y Educación Primaria: «Había oído hablar de la soledad como tal, pero no de la soledad no deseada, aunque pude intuir de qué se trataba, más o menos es el sentirte solo aunque estés rodeado de gente».

La definición que Casado ofrece es solo una aproximación de esta nueva realidad que la psicóloga Berrocal completa: «Grosso modo es una disonancia cognitiva, una sensación interna que puede ser objetiva, es decir, que una persona realmente mire su entorno y no tenga esa red en la que apoyarse; o puede ser un sentimiento de vacío que la persona pueda estar sintiendo pese a tener amigos y familia».

A menudo, se presupone que todo problema tiene una causa, sin embargo, según explica la especialista, en la salud mental nunca influye una única variable. José Martínez (Almería, 2002) estudiante de cuarto de Periodismo, asoció su sentimiento de soledad a la entrada en la UMA: «En mi caso, los primeros meses de casa fueron duros, es cierto que conocí a muchísimas personas, pero no me sentía lleno. La universidad influyó, porque conocí a mil personas y no terminé de conformar vínculos como los que tienes con gente de toda la vida».

Una historia similar a la que le ocurrió a Marem López (Málaga, 2002), estudiante de segundo de Diseño Gráfico, que confiesa que al llegar a la universidad no conocía a nadie de su grado e interactuar le resultó complicado al no poder salir porque estaban en plena pandemia.«El sentido común nos dice que cuántas más personas nos rodeen, más amistades crearemos, pero es todo lo contrario. La multitud favorece la creación de vínculos débiles y no profundos».

Una sensación interna que ocasiona una gran frustración a los que la padecen y que su entorno tampoco comprende. «Mis padres no entendían mis reacciones y en muchas ocasiones me decían egoísta, yo me iba a llorar y me encerraba en mi cuarto. No tenía ilusión por nada y siempre pensaba que le debía algo a alguien, que podía hacer más» relata la joven Alicia Casado. «Estas personas necesitan ser escuchadas y además, se deben analizar todas esas variables para poder ayudar realmente a que comprenda mejor qué es lo que le está pasando internamente», aconseja Sara Berrocal.

Generación de hierro

«El cristal es algo frágil y lo asocian a esta generación, dan a entender que es una generación frágil. Mientras que lo que encuentro, en la mayoría de casos, son personas que están continuamente luchando», manifiesta la psicóloga.

La gran parte de los jóvenes emplean su tiempo en el estudio sin tener claro cuál será la finalidad de su carrera. «Están estudiando, pero no saben qué va a pasar el día de mañana, porque lo que hay después pinta negrísimo, socialmente veo que no tienen ayuda, no hay mundo laboral», comenta Berrocal.

El futuro periodista, Martínez, piensa que la sociedad sí que espera algo de ellos, que tal vez no pueden dar porque tienen otros métodos de aprendizaje y la cultura del esfuerzo que sus padres enseñaron ha cambiado. «No estamos dispuestos a lo mismo y se nos critica por ello. Cada generación evoluciona a la anterior, todos nos enfrentamos a nuevos retos. No somos la generación de cristal, tenemos ganas y el énfasis que se necesita».

José Martínez, estudiante de cuarto curso de Periodismo, en la playa de Málaga. Crónica

Marem López suscribe las palabras del almeriense y añade: «Nuestra generación se tiene que enfrentar a retos filosóficos y moralmente bastante más difíciles. Estamos en una brecha tecnológica muy grande, un momento de globalización que es complejo de llevar a nivel social, que hay muchos cambios políticos, muchos cambios sociales, muchos cambios económicos… No se tiene suficiente empatía con los jóvenes».

Los estudiantes coinciden en que las generaciones pasadas tuvieron que vivir etapas muchísimo más duras de la historia, como el hambre o la guerra. «Claro que nuestros antepasados han sufrido situaciones duras, una cosa no quita la otra, el problema es que ellos se agarran a este argumento para explicar que nosotros no tenemos ningún problema», señala López.

La experta en salud mental incide en otro de los grandes problemas de la actualidad: «Tenemos el foco en la nota que es lo que me da valor. No, es el proceso, todo el aprendizaje que tienes, cómo lo utilizas, dónde lo quieres desempeñar y para qué. Cada uno tiene unas necesidades individuales, personales, específicas y eso forma más parte de la persona, del ser, que del tener cosas o tener títulos». «Existe un estigma real de cursar un grado o tener algún estudio, intentan procurar que las personas tengan un oficio, pero no todas pueden o quieren emprender el mismo camino», manifiesta la estudiante de Diseño Gráfico.

Los alumnos de la UMA afirman que ya no tienen la misma relevancia el ser graduado. En la época actual no triunfan los mismos empleos que lo hicieron antes, al igual que no es tan fácil acceder a una vivienda, formar una familia y compaginarla con la vida laboral.

Sara Berrocal destaca que detrás de estas vivencias se encuentra la autoestima y la autoexigencia. «Se están exigiendo llegar a puntos, a términos que no son de ahora. El mundo está llevándonos a competir continuamente y cada vez más personas tienen las mismas oportunidades y eso es genial, pero no nos están enseñando a saber movernos ahí».

Falta de recursos

Los universitarios y la propia psicóloga exigen más medios para afrontar los retos que se presentan a nivel personal y profesional. «Se necesitan más recursos de salud mental, de gestión emocional en esas etapas de la vida, tal y como tenemos el mundo ahora».

La profesional de la psicología critica que en los grados universitarios no enseñen a desarrollarse en el ámbito empresarial a los jóvenes ni fomenten su autonomía, al contrario, «estás solo». «En esos momentos, debes hacer muchos esfuerzos para conseguir las redes de recursos que necesitas para sentirte apoyada, y la cuestión es proporcionarlos para que no acabe en un desgaste físico y mental».

Sara Berrocal declara que tanto el equipo con el que trabaja como ella reciben a muchos pacientes jóvenes con síntomas de estrés, ansiedad, presión social… causados por la incertidumbre, el desconcierto junto con la desconfianza en uno mismo.

La estudiante de Diseño Gráfico Marem López propone aumentar el apoyo al alumnado para que se desarrolle de una forma más eficiente.«La educación debería ser más personalizada, porque es una etapa en la que tras el cambio del instituto a la universidad, te encuentras perdido y solo».

«Dentro de unos años habrá muchísimos arquitectos, ingenieros, psicólogos, periodistas, pero lo que va a marcar realmente la diferencia entre cada uno de ellos es ese valor diferencial que van a tener como personas», expresa Berrocal. Y anima a los futuros profesionales a «que se hagan muchísimas preguntas», porque «uno de los mayores errores está en creer sin hacerme preguntas todo lo que me dicen».

La psicóloga les incita: «Tienen que confiar en sus sentimientos y no buscar el trabajo que más dinero genere, eso caduca porque no es lo que te llena. Está claro que las facturas hay que pagarlas y que las exigencias de fuera y el ambiente son difíciles de cambiar, pero lo que marca la diferencia es la esencia de las personas».

Las redes sociales han influido en la creación de falsos mitos y en la idealización de vidas que no son tan buenas como parecen. «Somos la generación de exhibirlo todo porque si no lo muestras no tiene valor y de ahí viene esa constante comparación. No hay que compararse con nadie y mucho menos en las redes sociales», razona Casado.

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