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El investigador Antonio Calvo en su despacho durante la entrevista. Félix Palacios
Una investigación de la historia realizada a través del humor

Una investigación de la historia realizada a través del humor

Dieciséis profesores de la UMA analizan el empleo de la comedia como una constante a lo largo de los siglos, un estudio que verá la luz en un congreso en mayo

CLAUDIA SAN MARTÍN

Jueves, 7 de marzo 2019, 11:44

Si ahora mismo nos contaran un chiste típico de la Antigua Grecia, probablemente no nos reiríamos, y lo más seguro es que ni hiciéramos por entenderlo. Pasaría igual con la etapa del reinado del último y más curioso heredero de los Austria, Carlos II, o con la Revolución Francesa, la toma de la Bastilla y las decapitaciones en la guillotina. Lo cierto es que en cualquier época han existido chistes, burlas o bromas comunes, porque el humor resulta tan inherente al ser humano como, por ejemplo, el amor. Antonio Calvo, profesor titular en el departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UMA comenzó el pasado año una investigación que precisamente, intenta explicar este fenómeno que está ahora en boca de todos. Y el humor, visto desde una perspectiva histórica se vuelve esclarecedor e incluso, sorprendente. «Creo que cualquier historiador que haya ido a un archivo o a una biblioteca encuentra algo inesperado que le ha hecho reír sin darse cuenta», comenta Calvo sobre este fenómeno imprevisto: «Según me fui riendo me di cuenta de que es un tema potencialmente estudiable, y en España aún no hay nada hecho sobre esto», aclara. Dentro de la investigación le acompañan 15 profesionales más que se especializan en una parte de este curioso estudio. ¿Está el humor tan estrechamente relacionado con la historia? Calvo afirma que el humorista es un «antropólogo», un estudioso de las costumbres y raíces del público, y busca esos marcos de referencia para atacar de forma inesperada en lo que se considera racional y común. «Todo el mundo se ha reído o ha querido resultar simpático en todas las épocas, pero el humor es una variable cultural», insiste, que va cambiando según la situación. «Dependiendo del momento hay cosas que nos hacen gracia o no, aunque siempre ha perdurado el humor sexual o el humor escatológico», aclara el investigador.

El objetivo real del proyecto es explicar cómo el humor se ha convertido en un vehículo de comunicación de ideas que durante la historia ha servido para aliviar tensiones, remover conciencias, como mera distracción o simplemente para hacer reír. «Desde el siglo XVIII hasta hoy queremos entender la idea actual de que si un político hace un chiste en el Parlamento o un profesor en clase, es permisible e incluso deseable», comenta Calvo, porque lo que está claro es que «que digan de ti que eres un aburrido es lo peor que te pueden decir».

La sátira

Aunque esto no ha ocurrido siempre, en la etapa barroca los tratados de cortesía explicaban a las personalidades de las altas alcurnias cómo reírse, sobre qué y, que por supuesto, el humor sólo pertenecía al ámbito privado. Calvo se especializa precisamente en este momento, en el que se da cuenta de que «el paradigma cambia y el humor llega al espacio público como un elemento legítimo a través de la sátira». Lo esclarecedor es que «las tradiciones heredadas» se vuelven ridículas y algo por lo que hacer un chiste. En las Cartas Marruecas de Cadalso, se explica justamente este fenómeno, en el que dos de los personajes marroquíes, ignorantes a esta tradición, se ríen del concepto de nobleza heredada: «Cuando hablan de este tema se dan cuenta de lo ridículo que es, y la risa les hace ver que eso no tiene ningún sentido. Así funcionan los ilustrados, utilizan la sátira para reformar la sociedad».

En este sentido, y abriendo hilo a un tema controvertido en la actualidad, los límites –a cualquier práctica social que se impongan– hacen estallar cualquier consciencia que tenga algo que decir sobre cualquier tema. «Los límites el humor los marca el poder y los usos sociales», en los que se bifurca el castigo penal o la desaprobación social, y a veces ambas a la vez.

El humor, que funciona según el contexto, delimita nuestro comportamiento en función de con quién estemos: «Estos límites siempre han existido, pero en esta sociedad democrática los castigos penales por hacer un chiste, en mi opinión, no deberían existir», confiesa el investigador principal, que reconoce esta práctica como un «empobrecimiento en la libertad de expresión». Esto es fácilmente reconocible en los boicots a humoristas en redes sociales, unas «cazas de brujas» y persecuciones indiscriminadas a quien rompe la norma por hacer un chiste.

Estos límites, resultan en ocasiones un reflejo interno que proyectamos al mundo: «Cada vez hay más gente a la que no le gusta el humor machista, racista u homófobo», unas condiciones que establece la propia sociedad con la evolución de mentalidad. Lo lógico, como apunta Calvo, sería realizar «un humor dentro de la moral», pero éste comúnmente y como hemos apuntado antes, suele ser un reflejo fiel de la persona que lo practica. «Si te ríes de un chiste machista demuestras que al final eres más machista de lo que crees», apunta.

Algunos de sus libros

En 2007 Antonio Calvo publicó 'María Luisa de Parma: reina de España, esclava del mito', su primera recopilación histórica. Después continuó con 'Aquel que manda las conciencias: Iglesia y adoctrinamiento político en la monarquía hispánica preconstitucional (1708-1808)' en 2011; 'Cuando manden los que obedecen: La clase política e intelectual de la España preliberal (1780-1808)', fue su tercer libro publicado en 2013, e 'Impostores' fue su última investigación publicada en 2015, es una recopilación de la historia de los mayores farsantes de la España del siglo XVII, desde falsos obispos o inquisidores, hasta nobles impostados.

Humor como medicina

Por supuesto, al igual que la moral, la ética también tiene cabida en el humor, y como en todas las épocas han existido chistes, también en todas las situaciones posibles. Antonio Calvo apunta que la risa sirve a veces para «aliviar tensiones sociales», aunque en algunas situaciones sobrepasen la línea de la ética y la moral. «Se ha demostrado que el humor ayuda en situaciones traumáticas, como por ejemplo en los campos de concentración en los que los judíos hacían chistes sobre los alemanes antes de entrar a la cámara de gas», comenta. ¿Es entonces válido realizar bromas sobre catástrofes, accidentes o la muerte? Aunque este tipo de comportamiento, que vemos cada vez más en redes sociales, no es justificable, el investigador principal opina que «el humor es humano y las personas siempre han hecho chistes para escapar de algo», y ha servido en ocasiones para liberar la mente en una situación que sobrepasa lo racional.

Estamos demasiado acostumbrados a que aparezca un tema nuevo y por consiguiente un chiste, un 'meme', una canción e incluso que ese chiste dé de sí hasta escribir un libro, pero el humor es tan fugaz como la fama: «Hay temas que quedan en el imaginativo colectivo y otros que desaparecen. Hace dos meses sólo hablábamos de los restos de Franco y ahora parece que el tema ya no exista, y todo sigue prácticamente igual», apunta Calvo. Lo cierto es que nos volvemos locos por un chiste e incluso por un humorista. Un ejemplo de ello fue la 'fiebre Chiquito', y ya «poca gente utiliza sus palabrejas».

El investigador

  • Antonio Calvo Maturana Nacido en Granada, se licenció en Historia en la Universidad de Granada, después hizo doctorado en Historia Moderna en la Universidad Complutense de Madrid, y actualmente es profesor titular del departamento de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad de Málaga. Su interés por la historia no comenzó realmente siendo una vocación. Calvo tenía en mente realizar la licenciatura de Periodismo, pero la Historia y la investigación llamaron a su puerta y descubrió otra de sus pasiones. «Llegué a matricularme en Periodismo en Madrid, pero lo dejé», comenta.

Género

Otra de las vertientes que toma esta investigación es el humor y género, una parte que lleva fundamentalmente la profesora del departamento de periodismo de la Facultad de Ciencias de la Comunicación Natalia Meléndez, a través del análisis en las redes sociales. «La idea básica es que para practicar el humor hay que sentirse muy cómodos en el espacio público», afirma Calvo, explicando que aunque las mujeres hayan tardado más en practicarlo, el empoderamiento femenino ha ayudado a que cada vez más mujeres sean cómicas o humoristas en la escena actual.

Los resultados palpables de esta investigación tan curiosa como necesaria se podrán ver en un libro que recogerá por capítulos la risa y el humor en cada época, aunque sólo se publicará en 2020 en inglés, y en el Congreso Internacional sobre el humor que se llevará a cabo en la UMA los días 23 y 24 de mayo.

Calvo espera que esto no se quede aquí y augura en un par de años la implantación de un doctorando en el que se pueda trabajar sobre el humor y la historia, y así crear «un poco de escuela».

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