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Cristina Jiménez
Martes, 30 de enero 2024, 10:06
Si los exámenes son temidos por los estudiantes, las recuperaciones más todavía. El ocaso de enero está a la vuelta de la esquina y con él llega febrero, con una situación completamente diferente a hace un año, cuando todos querían que llegara el mes más corto del año para poder descansar tras un largo y duro periodo de exámenes, mientras en este 2024 llega un nuevo escenario, las recuperaciones ya no son en septiembre, ahora serán las protagonistas de febrero. El año pasado, desde la UMA se hizo una prueba en distintas facultades para ver cómo podría ser este gran cambio, que está funcionando en otras universidades y que espera triunfar en la de Málaga.
Pero, ¿qué opinan los estudiantes de este nuevo cambio? Laura Pérez y Adriana Villegas son dos estudiantes que acaban de llegar a la UMA, es su primer año en las aulas universitarias y en vísperas de las recuperaciones tienen una opinión firme. Laura Pérez estudia Publicidad y Relaciones Públicas, y cree que «en septiembre podías empezar antes, pero tienes que estar todo el verano perjudicado; en febrero, además lo tienes todo más fresco». El tiempo en este sentido es clave, los dos meses pasan muy rápido y estudiar con tiempo se vuelve algo casi imposible. Adriana Villegas estudia un doble Grado en Turismo, Publicidad y Relaciones Públicas y está de acuerdo con su compañera, pero «es cierto que tienes menos tiempo y si es una asignatura que no has tocado nunca te va a faltar tiempo para estudiarla».
Álvaro Soria está en su último año de Ciencias Ambientales, ha tenido la oportunidad de vivir la experiencia del cambio completo en la modalidad de recuperación; el año pasado estuvo en septiembre para recuperar una asignatura y tiene claro que la rutina de estudio es algo muy importante porque «estás acostumbrado al hábito, si en verano te tienes que poner, las ganas obviamente no son las mismas, cuesta más». Desde que llegaron las vacaciones de Navidad los alumnos han estado estudiando la materia que han dado, por lo que «el temario está más fresco, entonces si te va mal en algún examen puedes recuperarla más fácil», confirma Soria. Pero es cierto que con las recuperaciones de julio no tiene tan clara su opinión, ya que «no tienes ese tiempo de descanso, llegas a julio más quemado después de todo el curso sin parar».
Pero no todos los estudiantes están de acuerdo con este nuevo cambio; este es el caso de Marina Rojas y Marta Heredia, que están en su tercer año de Derecho y tienen clara su posición. «Perjudica muchísimo a los alumnos que les cuesta más estudiar, y que en general les cuesta más la carrera», explica Rojas. Ella cree que no todos los estudiantes tienen las mismas rutinas, para los que requieren de más tiempo, septiembre era la mejor opción porque hay tres meses para preparar el examen. Para Rojas hay un factor muy importante que entra en juego, la motivación, ya que «puedes estar frustrado porque a lo mejor los exámenes de enero te han salido mal y no tienes tiempo para gestionar tu estudio y poder prepararte», cuenta ella.
Marta Heredia también tiene una opinión que concuerda mucho con la de Marina Rojas. «Tampoco me gusta el nuevo sistema de tener los exámenes en julio y en febrero, porque creo que fomentas el dejarte asignaturas», aclara Heredia. También cree que el tiempo juega en contra en asignaturas que son más técnicas, ya que insiste en que «en dos semanas no puedes dominar un temario de derecho». A pesar de su negativa en este sentido, destaca que es beneficioso el tener los temarios más recientes, además de que se pueden repartir mejor las asignaturas, pero destaca también que «indirectamente pierdes más oportunidades de aprobar, te la juegas más rápido».
José Antonio Simón Ortega y Francisco Salas son estudiantes de Economía y ellos sí están a favor. Ortega cree que el cambio puede ser una oportunidad para que aquellos alumnos que se han quedado cerca del cuatro puedan tener la oportunidad de en dos semanas repasar y alcanzar el aprobado. «Antes tenías que esperar hasta septiembre para quitarte esa asignatura», confirma Ortega. Además, él es de los que piensan que es un sistema que beneficia a los que trabajan diariamente, ya que «una persona que en todo el curso no ha tocado una asignatura y no ha ido a clase, en dos semanas es complicado remontarlo». Algo que también menciona Ortega es la posibilidad de tener un mal día, algo que, como explica, «no depende de ti».
Como todo en la vida tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, Francisco Salas se suma a la opinión de que «te pilla la asignatura más fresca, es decir, si te has quedado cerca del cuatro o te has quedado cerca de aprobar, simplemente te queda ajustar más el estudio y tienes la oportunidad rematarlo y aprobar del tirón». Pero no todo los beneficios son para las calificaciones académicas, el tener un verano libre supone una gran oportunidad para «buscar trabajo, sacarse algún idioma, irse al extranjero o cualquier tipo de cosa, tienes más flexibilidad», recalca Salas. Él también comparte la opinión de que «si llevas las cosas al día y vas a clase lo tienes todo más fresco».
Otras dos estudiantes de primero, Enma Martínez y Cameron Maine, de la Facultad de Comercio y Gestión, tienen duda en cuanto a qué prefieren. Ellas sacan cosas positivas y negativas de ambos formatos, ya que como explica Martínez «no te da opción a estudiar mucho», en su caso termina los exámenes el 1 de febrero y el 7 tendría su primera recuperación. «Lo bueno que tiene febrero es que puedes dejar de arrastrar la asignatura antes», comenta Martínez. Para julio la tónica sigue siendo la misma, lo malo es la cercanía del verano, algo que como comenta Martínez «no facilita el ponerse a estudiar».
Cameron Maine completa la opinión de Martínez, pues cree que «febrero tiene sus ventajas, porque acabas antes, pero realmente no tienes mucho tiempo para prepararte la recuperación». Por ello, ella propone que se permita una semana de descanso entre cada periodo, en la que poder descansar e ir con más calma al siguiente examen. Maine coincide en que es un sistema que poco a poco irá adaptándose a las necesidades de los estudiantes.
Johana Ene, Javier García y Álvaro Bosh son tres estudiantes de la Facultad de Derecho y comparten una particularidad, están en la UMA como alumnos de Sicue. Johana Ene viene de la Complutense de Madrid, allí tienen todas las recuperaciones juntas en el mes de julio, ella en comparación prefiere que las asignaturas del primer 'cuatri' se recuperan en febrero porque como ella misma explica «estás ya en el modo de estudio, si te desentiendes como pasa en verano luego no haces nada». Sumado a esto estaba el problema de que muchos contenidos quedasen en el olvido, las asignaturas que se suspendían del primer 'cuatri' hasta siete meses más tarde no se podían recuperar.
Javier García llega de la Carlos III y la extraordinaria es también en julio. Él mismo cuenta que «prefiero este sistema, así no se amontonan todos los exámenes». Además, él cree que generará más tranquilidad a la hora de que los alumnos se enfrenten a un examen. «Van a ir más confiados, porque saben que si tienen un error, en unas semanas pueden recuperarlo», menciona García.
Álvaro Bosh es valenciano pero estudiaba en Cuenca y ahora está en Málaga. Como sus tres compañeros de clase, en su antigua universidad acudían en julio para la fase extraordinaria, aquí en Málaga está más contento con el formato de dividir las convocatorias en febrero y julio. «En septiembre se te juntan todos, es más difícil prepararlo así», comenta Bosh. Que esté el verano de por medio para Bosh supone un gran problema, porque cree que condiciona el modo de estudio y explica que «no estás pensando en un examen, lo que quieres es estar en la calle con tus amigos».
Isabel García y Teresa Pérez estudian en la misma facultad, la de Ciencias de la Comunicación. García estudia un doble Grado en Ciencias Políticas y Periodismo, es su primer año en la UMA ya que viene de la UGR. Lo que más destaca es que «con este nuevo formato puedes simplemente repasar la asignatura que suspendas, en septiembre tenías que estudiarla de cero». Otro de los factores que entran en juego es que «en febrero sientes que estás dentro del curso escolar, en septiembre no», aclara García. Teresa Pérez estudia Publicidad y Relaciones Públicas, ella se suma al resto de opiniones, prefiere la extraordinaria en febrero y julio. «Mucha gente intenta ir con todo a enero, pero cuando está más cerca el examen se dan cuenta de que no llegan y se la pueden dejar para más tarde», comenta Pérez. Muchos estudiantes tienen la sensación de que febrero es parte del curso y tienen más motivación, con septiembre no ocurría eso.
Javier Lara está en su último año de carrera, estudia Marketing e Investigación de Mercados y ha podido vivir esta evolución. Como todos, está de acuerdo con el nuevo sistema, porque insiste en que «estudiar en verano es duro». En su caso el cambio le beneficia porque le aporta tranquilidad a la hora de enfrentarse a los exámenes, y también cree que «esto permite hacerlo todo de seguido, en verano hay un parón». Para reforzar la opinión de Lara, Hugo Benítez y Mario Aguilar están de acuerdo con esta línea. Ellos estudian Economía e insisten en que el mayor beneficio del cambio es que «todo está más cerca y fresco». A pesar de que ven que es algo muy importante y positivo, piensan que los estudiantes tienen que seguir una rutina que les favorezca. «Si no haces nada en todo el curso, no quieras salvarlo todo en el último momento».
Javier Jiménez, Pablo López y Manuel Delgado son tres amigos que estudian Marketing e Investigación de Mercados. Cuando se les pregunta por qué opinan de los exámenes de febrero o julio coinciden los tres en que «los preferimos». Lo que más destacan es el hecho de que no se mezclen asignaturas de ambos cuatrimestres en un solo periodo, además de que menciona que «mucha gente quiere trabajar en verano, entonces no se van a poner a estudiar». Ellos asumen que febrero es un riesgo porque «mucha gente no estudiará las asignaturas de enero, para ir directamente a febrero», comentan ellos.
Es un cambio que para muchos es beneficioso, pero como todo en la vida tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Es el primer año que la UMA va a vivir un febrero lleno de recuperaciones, están expectantes, pero los estudiantes lo tienen claro.
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