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EVA SÁNCHEZ NAVARRO
Martes, 20 de abril 2021, 00:05
Usar el arte para conservar el patrimonio artístico. Existen edificios o lugares que han ido cayendo en nuestro olvido, que han sido apartados o desechados por una sociedad sobrecargada con información actual. El Trapiche del Prado es un edificio de Marbella que se construyó en 1644 a las faldas de Sierra Blanca y que ha tenido un largo recorrido histórico. En sus inicios fue una azucarera, después pasó a ser una fábrica de vino moscatel y posteriormente una cuadra de caballos. Pero todo ese esplendor ha ido en decadencia y ahora es, simplemente, un lugar de gran importancia patrimonial artística e industrial que se ha convertido en ruinas y ya no deja ver la belleza que tuvo algún día.
El profesor de escultura de la Facultad Bellas Artes de la Universidad de Málaga Jesús Marín, a través de su obra, ha creado una reconstrucción de ese viejo edificio en la sala de exposiciones del Rectorado, 'Memorias de la luz sólida: Gramáticas del lugar'. En esta se denuncia el nefasto estado del lugar y se reclama la urgente necesidad de conservación de un edificio que como dice la propia obra, es un 'espacio social disponible' y, así, el artista pone una mirada en aquello que la sociedad ha querido dejar de ver.
La importancia del Trapiche del Prado para Jesús Marín nace de la cercanía con su casa, lo que le ha permitido verlo morir lentamente a lo largo de los años. Aunque este no es el único edificio que necesita de la atención de la sociedad es simplemente un ejemplo más de lugares que han sido despojados de nuestro día a día. «Estaba preocupado por la situación del edificio, entonces encontré que mi labor como artista también es de reivindicación. Pero no soy el primero, hay una Asociación de Defensa del Patrimonio Industrial Histórico, que es la que ha mantenido el edificio en pie, yo solo he seguido su estela», comentó el artista Jesús Marín.
En un paseo por la sala de exposiciones el espectador consigue adentrarse en el edificio, en un entorno con paredes rugosas y arcos apuntados. Una exposición que combina todos los ámbitos artísticos y te traslada al pasado para mirar más de cerca y apreciar la belleza de lo antiguo a través del nuevo arte.
«La exposición es una reivindicación de la escultura a través de la escultura», apuntó el comisario Iván de la Torre. La escultura, el arte en el que mejor se mueve Marín, ha invadido el espacio junto con la luz. Esta última ha ocupado una importancia fundamental, siendo escogida como la protagonista de cada una de las piezas.
La exposición, como mencionó el propio comisario, se muestra como una 'escultura expandida', esta ha invadido otras artes como la fotografía y la pintura. Una colección fotográfica llamada 'Espacios disponibles', muestra distintas tomas del viejo edificio, pero con un elemento novedoso. Marín ha usado esa luz tan importante y una exposición prolongada para pintar dentro de las fotografías logrando un efecto escultórico, y consiguiendo así las luminofotocinéticas, un término que él mismo acuñó a partir de su tesis doctoral.
Los lienzos pintados también provocan esa sensación de escultura, de volumen, profundidad y movimiento que han sido logrados con una técnica muy detallada que juega con el color, con la luz y con la forma irregular del propio soporte. Alcanzando así, que estas piezas, a pesar de seguir en la superficie lisa y plana a la que acostumbran, tengan tridimensionalidad a los ojos del espectador.
Pero la escultura tradicional también tiene su propio espacio, tanto en pequeñas como en grandes dimensiones. Estas obras hacen referencia a los arcos apuntados y a los espacios de la antigua azucarera, pero también llama al recuerdo del pasado del Rectorado. Mediante una instalación metálica con papel de aluminio el artista ha creado 'Rayo metálico de luz del mediodía'. Una pieza que ilumina la vista del público nada más entrar y que recrea las antiguas ventanas del edificio, las cuales fueron selladas por dentro a la hora de crear la sala de exposiciones, pero no solo las ventanas, sino los rayos de sol que entrarían por las mismas. «La pieza unifica la instalación, la memoria y la historia del edificio. Además, muestra cómo la escultura a través de una acción efímera puede traernos el ayer a nuestros días», destacó el comisario.
Otra de las cosas que reclama Jesús Marín es la importancia y la necesidad de investigación artística, la cual no está lo suficiente reconocida ni valorada, pero es necesaria. Esta es el preludio de exposiciones como la que nos ocupa, que nació de una investigación, 'La escultura como interfaz histórico de la luz sólida'. «El arte es mucha investigación, la idea no surge de fuera, sino de las inquietudes que tenemos dentro y de un análisis concienzudo de nuestro entorno», espetó.
Todo el proyecto es el producto de un trabajo de más de dos años y medio, ya que la exposición se iba a realizar el año pasado, pero se retrasó debido al Covid-19, cosa que ha provocado que la colección haya crecido y haya sido necesario un proceso de selección para lograr el espacio deseado en el que el espectador se pierda en el arte y la obra, pero también tome conciencia de la necesidad de proteger el patrimonio artístico.
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