Borrar
Ezequiel Pérez-Inestrosa en un laboratorio de química orgánica de la Universidad de Málaga. :: félix PAlacios
La alergia a los fármacos, una complejidad añadida para los investigadores

La alergia a los fármacos, una complejidad añadida para los investigadores

El profesor Ezequiel Pérez-Inestrosa lidera el laboratorio de la UMA especializado en estos estudios

VICTORIA BUSTAMANTE

Martes, 5 de febrero 2019, 00:36

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En la actualidad se tiene la sensación generalizada de que las alergias son cada vez más frecuentes, quizá esto sea porque cada día se tiene más conocimiento acerca de ellas y se hace un estudio más completo de lo que se hacía antiguamente. Una de las alergias más delicadas y difíciles de detectar hasta que se entra en contacto con la sustancia son las alergias a medicamentos. Este es campo que estudia Ezequiel Pérez-Inestrosa, catedrático y profesor del Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga. Su equipo de investigación, el Laboratorio de Dendrímeros Biomiméticos y Fotónica, lleva alrededor de 15 años trabajando mano a mano con el servicio de Alergología del Hospital Regional Universitario. Recientemente, además, se ha firmado un convenio de colaboración entre dicho laboratorio, el SAS (Servicio Andaluz de Salud) y la farmacéutica Diater para seguir estudiando acerca del diagnóstico de patologías alérgicas de medicamentos.

Es importante, para comprender la complejidad del estudio, entender la singularidad que tienen las alergias a fármacos. Pérez-Inestrosa explica que en comparación con otras alergias más comunes, los medicamentos son moléculas más pequeñas que necesitan de un proceso de transformación a proteína que lo lleve a ser alergénico. Esa conjugación es la que los médicos necesitan resolver, «llevamos una línea en la que las dos partes veíamos que teníamos una sinergia y capacidad para empezar a trabajar», recuerda.

PERFIL

  • Currículum Catedrático del Departamento de Química Orgánica de la UMA. Licenciado en Ciencias Químicas Ambientales, graduado en Química y máster en Química avanzada, preparación y caractización de materiales.

  • Trayectoria Realizó estancias post-doctorales en el Center for Energy Research en la Universidad de Puerto Rico y en el Groupe de Photochimie Supramoleculaire del Laboratorire de Chimie Organique et Organometallique en la Université Bordeaux-1.

  • Líneas de investigación Interacciones de Dendrímeros con el sistema inmunológico. Capacidad imitar proteínas portadoras, en el diseño y la preparación de antígenos dendriméricos sintéticos que puedan emular los antígenos naturales.

El objetivo de este reciente convenio está muy claro: «El desarrollo de un método in vitro para la detección de la alergia a medicamentos». ¿Por qué un método in vitro? El profesor de Química Orgánica explica que la metodología actual más habitual es la prueba cutánea. Esto significa que se pincha el sustrato al que se supone la hipersensibilidad y se espera la posible reacción. Todo ello, según Pérez-Inestrosa, entraña «bastantes riesgos», puesto que hay pacientes que desarrollan una reacción fuerte, por eso se necesita siempre de la presencia de un facultativo, resultando un ensayo caro y complejo. No es una prueba que pueda realizarse en casa mediante kits como otro tipo de alergias.

Este laboratorio de la UMA acaba de firmar un convenio con una farmacéutica

Es por ello que este grupo busca, junto con el SAS, una prueba que se realice mediante extracción de sangre, centrándose en la inmunoglobulina, concretamente la de tipo E, responsable de la respuesta alérgica. Dependiendo de la detección de esta sustancia saldría un negativo o positivo, siendo así una prueba fiable in vitro, con el menor riesgo para los pacientes que ello supone.

El laboratorio

La función del equipo a cargo de Pérez-Inestrosa es química. Se centran en el estudio de los medicamentos, de las moléculas y los metabolitos, los responsables de las reacciones alérgicas. Para el estudio es necesario que los fármacos estén sobre una proteína, una macromolécula que funcione de portadora, para poder formar una unión que será la que reconozca la inmunoglubolina, y por lo tanto dé negativo o positivo en la prueba. El empleo de macromoléculas tipo dendrímero para emular la proteína portadora, es uno de los avances de ese equipo de investigación y tiene muchas aplicaciones biomédicas. En la superficie de los dendrímedos se ancla el medicamento al que se quiere someter al test, pudiendo tras este proceso ser reconocido por la inmunoglubolina. La labor química de este laboratorio de la UMA es llevada a cabo por un equipo de unas doce personas, del que Pérez-Inestrosa es el investigador principal junto con profesores titulados, postdoctorales e investigadores predoctorales.

Además, el profesor reflexiona sobre la problemática de los falsos negativos en la actualidad. Explica que, en ocasiones, se detecta a alguien alérgico a, por ejemplo, la amoxicilina, como alérgico a todos los antibióticos betalactámicos. Esto es posible, pero en muchos casos es incorrecto. A veces la respuesta alérgica es a una parte de la molécula, que es diferente en los distintos tipos de penicilinas. Se puede ser alérgico a la amoxicilina y no a la penicilina.

El problema reside en que con los kits de aplicación hospitalaria que hay desarrollados a día de hoy solo se detecta la alergia a todas las penicilinas, y no a los distintos tipos de ella. Esto implica que de dar positivo a este paciente nunca se le vuelve a recetar este antibiótico. De ese modo se le prescribirán otros antibióticos, pudiendo ser más caros y quizá menos eficientes. Todo por el desconocimiento de si la alergia es exclusiva o no a todos los tipos de penicilina.

El tema es aún más complejo, puesto que a veces la reacción puede ser a un metabolito de un medicamento. Un ejemplo: cuando al cuerpo le llega la sustancia, tiene su función farmacológica correspondiente y luego hay que excretarla. Normalmente es el hígado el que produce las reacciones que lo oxidan y lo transforman para que sean más salubres en agua. Puede resultar que la alergia sea a lo que nuestro cuerpo metaboliza del medicamento. En conclusión, al hacer la prueba, daría un falso negativo. «Cada medicamento tiene su vía por la que termina siendo alergénico», afirma el catedrático. Por lo general, las alergias más comunes son a los fármacos betalactámicos, la penicilina o la cefalosporina.

Este investigador y su laboratorio, además, están incluidos en la red internacional RETICS, Redes Temáticas de Investigación Cooperativa en Salud. Ello le permite poder evaluar y contrastar pacientes de distintas situaciones geográficas, para obtener así una validez mayor.

Este equipo fue el primero en verificar que la amoxicilina clabulánica, lo más prescrito en farmacias, podía generar alergia a cada una de sus moléculas por separado, algo de lo que «el entorno clínico no estaba muy convencido». Esta es una de las patentes que tiene en común el equipo de la UMA y el SAS. Y sería uno de los estudios en los que la farmacéutica está interesada en desarrollar. De este modo el equipo diseña, identifica y prepara estructura de macromoléculas. Los clínicos, por su parte, hacen los ensayos y una vez teniendo la certeza y fiabilidad del método la empresa le da una aplicación y proyección.

Un largo recorrido

El convenio firmado no surge de la nada y no es el primer contacto que tienen con la empresa. «Hemos tenido contratos en años anteriores y llegó un momento en el que en vez de hacer continuamente contratos hicimos un convenio», cuenta Pérez. Una ventaja para ambas partes, puesto que el acuerdo significa un marco legal, lo que supone una facilidad administrativa para tramitar proyectos específicos.

El trabajo codo con codo con el SAS también viene de lejos. Pérez recuerda un estudio de hace más de diez años, a través del cual se pudo asegurar que algunos pacientes reconocían la parte específica de la penicilina frente al todo, «había pacientes que eran específicamente alérgicos a amoxicilina y no a vencipilina», explica como ejemplo. Para que ese trabajo salga adelante el profesor confiesa que es necesario un «esfuerzo adicional» para «entender el lenguaje médico y, por otro lado, ser capaces de explicarnos lo suficientemente bien para que nos entiendan», resume subrayando la cooperación de ambos equipos. «Sin eso no llegaríamos a nada, es un ejercicio complicado inicialmente, pero con el tiempo uno va cogiendo conocimiento del otro área de trabajo y eso nos beneficia para complementar las líneas de trabajo», concluye.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios