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PABLO MARINETTO
MÁLAGA.
Miércoles, 22 de noviembre 2017, 00:23
A veces la vida pone en el camino obstáculos difíciles de esquivar. Que los actos tienen consecuencias es una máxima a la que uno se enfrenta desde los primeros años de vida. Sin embargo, a la primera de cambio algo llega y se interpone entre lo lógico y lo absurdo y se cometen errores. Por fortuna, las segundas oportunidades se presentan, aunque no para todo el mundo resulta igual de fácil acceder a ellas.
Es el caso de las personas privadas de libertad en centros penitenciarios o de inserción social, que luchan a diario por una oportunidad formativa o laboral que les permita seguir adelante y reinsertarse en la sociedad. Para dar a conocer y acercar la realidad de estos centros a la comunidad universitaria, la Fundación General de la Universidad de Málaga (FGUMA) y la Asociación Arrabal organizaron la pasada semana el novedoso curso de otoño 'Conociendo el entorno penitenciario'. Integrantes de la ONG y la coordinadora de los programas 'Re-incorpora' e 'In&Out' que lleva a cabo la entidad colaboraron en tres sesiones de clases presenciales en las que participaron veinticuatro alumnos de varias titulaciones, entre ellas Trabajo Social, Criminología, Derecho o Pedagogía.
Se trata también de mostrar una opción laboral más para el futuro de los jóvenes universitarios , que conocieron de primera mano las experiencias de profesionales que trabajan a pie de campo en esta materia, esforzándose por mejorar las condiciones y oportunidades de trabajo e inserción de los reclusos. «Es necesario que la sociedad acepte y comprenda que acceder a un trabajo no es un privilegio para los reclusos, sino un derecho», explicaba Gemma Burell, técnica de la ONG.
Marta Paz y Marina Arjona, estudiantes de tercer curso del Grado en Pedagogía, asistieron a estos talleres. A través del curso, pudieron acceder al centro penitenciario de Alhaurín de la Torre y el Centro de Inserción Social Evaristo Martín Nieto. «En la prisión de Alhaurín pudimos recorrer las instalaciones. Resultó chocante entrar por primera vez en un centro penitenciario y ver cómo viven los reclusos», explica Marta Paz.
Y es que no todos los días se tiene la oportunidad de acceder a este tipo de centros y, según afirma Marina Arjona, «aunque en clase se tratan temas relacionados con la exclusión social, no se conoce la realidad de primera mano».
Gracias a la FGUMA y a la ONG Arrabal, estos jóvenes universitarios han podido sumergirse en un ambiente desconocido, acercarse a los diferentes programas formativos y de inclusión social y laboral y escuchar experiencias clave para apreciar la realidad desde una perspectiva a la que no están habituados en las aulas.
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