José Manuel Moreno: El guía de la naturaleza que se forjó con el desastre del 'Prestige'

Hasta 2002 la vida de José Manuel Moreno Benítez no tenía un rumbo claro. El campo no era ni mucho menos su pasión. Y eso que se había criado en Mijas, a los pies de una de las sierras con mayor biodiversidad de la provincia de Málaga.

Electricista, camarero u obrero de la construcción fueron hasta entonces sólo trabajos para ganar dinero. Ni había vocación ni mayor interés que el pecuniario.

En un momento especialmente crítico apareció uno de los desastres naturales más perniciosos que se recuerdan en este país. El hundimiento del 'Prestige' tocó esa vena ecologista que José Manuel había ignorado durante su juventud.

Este guía de la naturaleza no sólo fue a Galicia como voluntario para ayudar a las muchas aves que se vieron petroleadas por el 'chapapote'. También se convirtió en un apasionado defensor del medio ambiente.

«Con aquel desastre empecé a hacer amistades, que también me ayudaron a despertar mi conciencia», explica José Manuel.

A partir de ahí, empezó a forjarse mucho más que un ecologista. A los tres años de la catástrofe frente a la Costa da Morte, comenzó a entusiasmarse por las mariposas. «La culpable fue una cámara digital con la que empecé a hacer fotos en el campo», comenta este guía, que hoy tiene su propia empresa, Conoce Natura.

Las mariposas lo cautivaron. Más allá de su evidente belleza, a José Manuel le sorprendió que fueran tan desconocidas. Se hizo con un atlas ibérico para estudiarlas y entenderlas. Ahí se dio cuenta que Málaga era un territorio donde estos insectos no se habían puesto en valor lo suficiente.

Tras las mariposas, en 2010, surgió también su pasión por las libélulas. «Esta vez el culpable fue un amigo que me insistió en que las estudiara», explica. Cayó en la tentación.

Una vez más su entusiasmo le abrió otro nuevo mundo. Y tras las libélulas, llegaron las mariposas nocturnas o más popularmente conocidas como polillas.

Gracias a estos invertebrados, a pesar de no haber tenido una formación en biología previamente, José Manuel Moreno Benítez (pone un guión entre ambos apellidos en sus publicaciones científicas) se ha convertido en todo un experto en la materia.

Además de haber publicado varios libros y guías sobre estos insectos, ellos son la base de Conoce Natura, su propia empresa de turismo de naturaleza, que echó a andar como tal en 2017. Antes pasó un lustro aprendiendo el oficio de guía de la naturaleza en Descubre Guías del Sur. Pero, llegó un día en el que quiso dar un paso más, porque la vida le ha enseñado que casi siempre es posible, y montó Conoce Natura.

Ahí hace de todo, desde organizar y guiar una excursión por el campo a llevar las redes sociales, contactar con los clientes o diseñar los carteles publicitarios. «La verdad es que no me aburro, porque cada día es diferente, aunque haga cosas más o menos similares», comenta el dueño de la empresa, que también lo es ahora de su destino.

«Nunca me imaginé que un día me podría ganar la vida con las mariposas y las libélulas», asevera este ecologista confeso, nacido en Mijas hace ya cuarenta y dos años.

Además de una inspiración que en los últimos años no le ha fallado, el secreto del éxito de José Manuel también está en Elena, su pareja. «Ella siempre me ha apoyado y me ha animado», comenta. Como también es una amante de la naturaleza, ha sabido transmitirle «lo que buscan los clientes cuando quieren hacer una ruta guiada».

Moreno Benítez, que está metido en muchos proyectos relacionados con la naturaleza, está convencido que la edad no puede condicionar un giro, incluso tan radical como el suyo, en la vida.

Después de dieciocho años en los que la naturaleza le ha ayudado a darle un vuelco a su vida, a José Manuel no le importa que lo consideren un 'friki' de las mariposas y de las libélulas. Ni tampoco que le apodaran el 'Bicho', porque gracias a su afición ha conseguido hacer de su capa un sayo.

De hecho, hoy su sueño ya está hecho realidad. Por eso, quiere perpetuarlo. «Para mí es suficiente seguir con esta vida porque la disfruto muchísimo», concluye.

Lo dice un ecologista tan persuadido que asegura que su ocaso ideal sería morir rodeado por la naturaleza: «Me gustaría que mi cuerpo, al menos, sirviera para que se lo comieran las moscas y las carroñeras». No bromea.

Esa actitud tan respetuosa lo ha llevado incluso a dejar de hacer rutas por ríos en verano para no perjudicar a las especies más sensibles, como esos insectos que un buen día le cambiaron la vida.