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Alberto Gómez
Viernes, 17 de julio 2015, 00:33
La situación del solar donde iba a construirse el primer hotel con cinco estrellas de Torremolinos, reducido desde hace años a un enorme agujero en la avenida Carlota Alessandri, una de las más céntricas del municipio, comienza a ser insostenible para los vecinos. El megaproyecto fue paralizado por la quiebra de la empresa promotora en 2009, cuando solo se habían levantado parte de los cimientos y los muros de contención, y desde entonces es foco de insalubridad. El problema se recrudece en verano, cuando las altas temperaturas y la suciedad atraen a cientos de mosquitos que acribillan a los vecinos de los bloques colindantes, que denuncian una situación que ya consideran límite.
Algunos de ellos aseguran haber tenido incluso que acudir al ambulatorio y estar sometidos a tratamientos con antihistamínicos, corticoides tópicos y antiinflamatorios. «Es imposible vivir con estos picores continuos. En la zona viven muchos niños y personas mayores que lo pasan mal. Otros años se ha retirado el agua de forma más rápida, la verdad», lamentan. Desde el Ayuntamiento, sin embargo, sostienen que el solar ya ha sido fumigado y que el agua se ha evaporado, aunque la presencia de viveros provoca que emane de forma constante: «La zona está recién fumigada y mejor que nunca, pero ya estamos estudiando cuáles son las posibilidades para salir de esta situación, algo complejo a nivel judicial».
El hotel Cruiser fue anunciado como el máximo exponente del desarrollo turístico de Torremolinos. Iba a ser el primer cinco estrellas del municipio, con más de 400 habitaciones, 22 plantas e incluso un helipuerto. Pero la realidad tumbó el proyecto, reducido a una triste postal de escombros y agua desde hace ocho años. Apenas unos meses después del comienzo de las obras, la Junta de Andalucía impugnó la licencia concedida por el Ayuntamiento bajo el argumento de que el edificio no se ajustaba al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU).
Problemas burocráticos
La promotora acordó rebajar la altura de la torre central y, sobre el papel, el hotel pasó a tener dos edificios rectangulares de doce y trece plantas unidos por otro de quince pisos, siete menos de los planteados inicialmente. También se descartó la idea del helipuerto. Una vez esquivado el problema burocrático un capítulo más del eterno desencuentro entre Ayuntamiento y Junta, las dificultades económicas de la promotora pusieron en jaque la viabilidad del hotel. Poco después caducó el permiso municipal de obras y la empresa entró en concurso de acreedores.
Desde el Consistorio admiten que detectaron «una situación de dejadez» en el solar y enviaron un requerimiento a la empresa concesionaria de su mantenimiento para que actuara de forma inmediata. Para los vecinos, hartos ya de un problema que se repite cada verano, ya no es suficiente. El nuevo gobierno estudia ahora una posible expropiación del terreno, donde proyecta construir un aparcamiento subterráneo y una plaza pública en la superficie. Los trámites, aseguran, no son sencillos: «Estamos barajando cuál es la mejor solución para todos, aunque probablemente necesitemos contar con la inversión de capital privado». Mientras tanto, la mayor promesa turística de Torremolinos sigue convertida en un agujero gigante en mitad del centro.
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