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María Victoria es consciente de que la situación es crítica, pero no sólo para ella y su familia, si no para las más de 50.000 personas en Málaga que necesitan ayuda diaria para poder alimentarse. Esta mujer de 53 años, natural de Melilla, lleva residiendo en Málaga la mayor parte de su vida y, aunque reconoce que el camino nunca ha sido fácil para ella, jamás se habría imaginado llegar a este punto en el que se encuentra. El comedor social 'Yo Soy Tú' le pilla cerca de casa, a donde acude diariamente desde hace dos meses para recoger el almuerzo para ella y su hija de 17 años.
A pesar de que al principio ambas batallaban para ver quién iba a recoger los alimentos por la vergüenza que les suponía verse en esa tesitura, ahora rebosa optimismo y manda un mensaje claro a todas las familias que están pasando por un mal momento: «Nadie tiene que avergonzarse por pedir comida porque son situaciones que nos toca vivir y hay que enfrentarse a ellas», recalca María Victoria con sinceridad. Allí, en 'Yo Soy Tú', en el barrio de Miraflores de Los Ángeles, Emilio Gómez y su equipo son los que respaldan a familias como la de esta melillense, llegando a atender a 1.255 personas diariamente a través de los dos dispensadores que tienen localizados en sus dos puertas.
El comedor social 'Yo Soy Tú', sumado a 175 entidades más, son las que se benefician de la asistencia de Bancosol, que lleva trabajando sin descanso desde el inicio de la pandemia para que ninguna de las 50.275 personas a las que ayudan tengan necesidades alimentarias.
Diego Vázquez, el presidente de este banco de alimentos, cuenta con resignación que cuando la crisis sanitaria aminore llegará lo peor: una profunda crisis económica en la que necesitarán la ayuda de todos más que nunca: «Ya hemos hablado con las autoridades y tenemos que estar preparados para dar una respuesta importante a la sociedad porque nos la va a demandar», explica Vázquez, adelantando que desde el comienzo de este mes ya se está realizando un nuevo reparto de 200.000 kilos de alimentos a las entidades de Bancosol, que se sumará a los 800.000 kilos de el Fondo Europeo de Ayuda a Desfavorecidos (FEAD), que comienza a llegar a la sede de Bancosol hoy mismo, 14 de septiembre, y que se extenderá hasta principios de octubre: «Estos alimentos que hemos repartido suelen ser legumbres, aceite, platos en conserva, leches, entre tantos», explica Vázquez.
Toda esta ayuda que han estado moviendo en forma de kilos parece algo escasa comparándola con los números del confinamiento: 1.661.662 kilos para esas más de 50.000 personas que ya estaban en situación precaria y otras que necesitaron una mano amiga en un momento de desesperación: «Además de ayudar a las entidades que están adscritas, dimos muchas ayudas de emergencia. No era momento de mirar para otro lado, había que seguir como llevamos haciéndolo desde hace 23 años», apunta el presidente del banco de alimentos de Málaga.
Una de esas personas que necesitó la asistencia por primera vez fue María Victoria, de quien hablábamos al comienzo: «Llega un punto en el que no tienes cómo pagar la luz y la comida que tenías se te acaba. En ese momento ni bajas ni subes, estás en una situación de pobreza total y esto se suma a la depresión, la impotencia, la frustración...», explica a este periódico.
Es por ello por lo que desde Bancosol piden la cooperación de toda la sociedad para evitar que situaciones con tanta crudeza como las de María Victoria y su familia se sigan sucediendo: «Las puertas de Bancosol están abiertas para todo aquel que quiera ayudarnos. Todas las personas que quieran sumarse al voluntariado puede escribirnos a malaga@bancosol.info», añade el presidente, para que esta ayuda y la agilidad con la que suelen trabajar siga aumentando y llegando a todas las personas que lo precisen.
Además, no sólo en el ámbito del reparto de comida están dando pasos de gigantes, también en su área de inserción laboral ya han conseguido que 30 personas en Málaga obtengan un empleo: «Como durante el estado de alarma las empresas y hoteles donde las personas de este área hacían las prácticas cerraron, tuvimos que reinventarnos. Hemos modificado la intervención, haciendo también acompañamientos y asesoramientos», recalca Diego Vázquez augurando un futuro de unión y ayuda si todos tomamos el mismo camino: salir cuanto antes de una crisis que nos ha pillado por sorpresa y a la que plantaremos cara con el corazón.
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